No viajo más en colectivo

Estimado Doctor Amor:

Le escribo porque me tocó vivir una situación muy difícil. Tengo 62 años y soy abuela de un hermoso nietito, hijo de mi hija mayor. Todos los días viajo en colectivo hasta su casa, para cuidarlo mientras mi hija va a trabajar. Este viaje dura aproximadamente una hora.

Como lo hago todo los días, me acostumbré a llevar en una bolsa, mi tejido. Y generalmente me siento y voy tejiendo, con las agujas largas. Ya tejí varias prendas, que por lo general se las obsequio a mi nietito. Pero el otro día, el colectivo venía muy lleno. A tal punto que no pude sentarme. Entonces me quedé parada a mitad del colectivo, con mi bolsita del tejido colgada en mi hombro izquierdo y con mi mano derecha me agarraba del pasamano, para evitar caerme. Al recorrer unas cuadras comencé a notar que un hombre, de traje se me tiraba encima, sobre mi lado izquierdo. Me corrí un poquito pero no mucho ya que había demasiada gente, y uno no se podía prácticamente mover. Pero nuevamente este hombre pegado a mi, se me recostaba sobre mi lado izquierdo. Hasta que de golpe, siento como que me tocan el brazo. Miro y veo con sorpresa que me faltaba el reloj pulsera. En instantes, el odio, la impotencia y la bronca, me movilizaban pero no sabía que hacer. Y sin saber como y porque, tomé una de las agujas de tejer, y por debajo de mi abrigo, se la apoyé fuertemente en la panza de este hombre. «Poné el reloj en la bolsa, y acá no pasó nada…» le dije con tono imperativo. El hombre, todo colorado, corrió su mano y puso el reloj en mi bolsa. En cuanto sentí el peso del mismo en la bolsa, entre mi tejido, bajé raudamente del colectivo, parando al primer taxi que encontré y me dirigí urgente a mi casa. Al llegar, agitada por el susto, el apuro y la locura que había cometido, me senté a la mesa de la cocina, esperando se me pasara el nerviosismo. Mientras, di vuelta la bolsa del tejido para que cayera todo sobre la mesa, y veo que cae el reloj. Pero no mi reloj, cae un reloj de hombre. Cae el reloj del señor que viajaba conmigo en el colectivo. Miró sobre la mesada de la cocina, y veo que mi reloj pulsera había quedado en mi casa, desde la mañana que me lo saqué para lavar los platos. ¡Robé un reloj!
Estoy desesperada, Doctor. No sé que hacer. No sé si presentarme a la comisaría y manifestar que soy una ladrona o presentarme en el programa de Mauro Viale. Además, me cuesta volver a usar esa línea del colectivo, por temor de encontrarme nuevamente con este pobre señor.
Doctor, algún consejo.

Rosita de Mataderos. Buenos Aires


Respuesta del DR AMOR:

Querida Rosita:

Más de uno de mis colaboradores quiere que vos seas su abuela. Grande Rosita!!! Has demostrado tener un par de ovarios bárbaros. Te queremos comentar que este consultorio es más para tratar problemas relacionados con el amor, el corazón y la relación de parejas, que lo que a vos te ocurrió. Pero tu relato es verdaderamente atrapante y en definitiva hilarante. Creemos que debés contarlo a tu familia. En la actual locura de inseguridad generalizada que estamos sufriendo y viviendo todos en la Argentina, tu experiencia suena muy lógica. Así que dialogá con tus hijos y amigos sobre esto. Y si te toca encontrarte con el señor, llevá siempre el reloj en la cartera, se lo devolvés y aprovechá a contarle también a él lo que te ocurrió. Creemos que ambos se reirán de esta situación. En definitiva, sos una persona leal, honesta y que quiere defender sus derechos. Además, nos hubiera encantado ver la «carita» del señor, cuando le contaba a su familia la situación. Debe haber dicho algo así como: «Una viejita con bolsita de tejido me robó el reloj en el colectivo…!!». Eso sí. Que no se te haga una costumbre, recordá que en Ezeiza mucho lugar no hay.

Dr. Amor