Alternativa: Nutria

En la Argentina, por nutria se hace referencia al myocastor Coypus, un roedor que puede llegar a pesar diez kilos y es completamente herbívoro; come raíces, granos, tubérculos de plantas acuáticas y hierbas. Es también conocido como coipo (palabra de origen araucano), quiya o kydia (en guaraní).

Su habilidad para adaptarse a varias temperaturas le permite una amplia distribución. Se lo encuentra sobre todo en los bordes de ríos, arroyos, lagunas y esteros, especialmente donde hay abundantes juncos, que le proporcionan alimento y elementos, para acondicionar su vivienda.
Las nutrias son excelentes nadadoras; se impulsan con sus largas patas traseras, con dedos unidos entre sí por membranas interdigitales.
Un animal de exportación
Si bien en varias zonas rurales argentinas la carne de nutria se consume asiduamente, este animal es codiciado básicamente por sus pieles, utilizadas en la elaboración de tapados y abrigos, sobre todo femeninos.
Como empezar
Una hectárea de terreno será suficiente para iniciarse en la cría de nutrias. Se recomienda empezar con un plantel de cuatro harenes (familias), integrado cada uno por un macho y siete hembras.
También habrá que adquirir, para el primer año, por lo menos diez jaulas, de las cuales la mitad deberán contar con nidales (sectores destinados a las nutrias recién nacidas, recubiertos con paja y viruta).
Las nutrias toleran bien el frío, pero no el calor excesivo ni el sol directo, por lo que hará falta construir un tinglado de por lo menos 100 m2.
El tiempo promedio de gestación de las nutrias es de 130 días. Al nacer, las crías pesan entre 180 y 300 gramos, y miden entre 6 y 10 centímetros. Son similares a los adultos – nacen con dientes incisivos y dos molares – tienen los ojos abiertos, y son capaces de caminar, nadar y juguetear inmediatamente después del parto. En promedio, cada hembra tiene seis gazapos (crías), que conviven con su madre hasta que llega el momento del destete (entre 25 y 30 días más tarde).
Las nutrias alcanzan su madurez sexual a los cinco meses. Allí, en base a su contextura física y color de piel, se separan las que irán a engorde (para ser posteriormente faenadas) de las que se sumarán al plantel de reproductores. En total, desde el nacimiento hasta el momento de faena, transcurren ocho meses.
En los primeros meses de vida del animal, sin embargo, convendrá utilizar un alimento balanceado realizado en base a maíz, sorgo, pellet de girasol, soja desactivada, núcleos vitamínicos y minerales varios.