El Obsequio por Alejandro Ramírez

Cuando era chico, e iba al jardín de infantes y luego a la primaria, recuerdo que el día de nuestro cumpleaños, nuestra mamá, nos daba una enorme bolsa de caramelos Sugus masticables, para que llevemos al colegio.

Ese día, era nuestro día.
En alguna hora de clase, la maestra les contaba a los demás niños que era el cumpleaños de tal chico, y que había traído la famosa y esperada bolsa de caramelos.
La primera vez que viví este acontecimiento, sentí un poco de vergüenza. Porque eras el centro de atención de toda la clase.
Luego, al pasar los años, lo fui disfrutando, porque, en definitiva, era el día de tu cumpleaños.
Con la impresionante bolsa de caramelos, la maestra te hacía ir banco por banco, dándole un caramelo a cada compañero.
Y en ese momento, uno se sentía como que tenía cierto poder.
A los compañeros se le daba un caramelo, a los más amigos dos o tres y a las chicas, especialmente a la que nos gustaba, le dábamos varios y hasta le dejábamos elegir el color del Sugus.
En esa época, comencé a comprender muchas cosas.
Porque las maestras en el colegio, apuntalaban lo que veníamos aprendiendo en nuestros hogares.
El respeto por el otro, el compartir, el festejar, el dar y el recibir.
Y fíjense que loco. Yo cumplía años y estaba regalando caramelos a mis compañeros, en vez de que ellos me regalaran algo a mí.
Y ahí también entendí el significado de regalar y de recibir un regalo.
A mí me encanta que me regalen, pero más me gusta regalar.
Porque al regalar, uno pone todos sus sentidos en la búsqueda de ese regalo. Pensamos en la persona que lo va a recibir, en que le gustaría, ocupamos nuestro tiempo y dinero en comprarlo y hasta imaginamos que cara pondrá cuando se lo entreguemos.
Por eso, resultaba tan lindo ir con la bolsa y regalarles los caramelos a nuestros amigos.
El poder obsequiar algo, es un hecho maravilloso que podemos disfrutar antes, en el momento de entregarlo y luego.
Si regalamos a un ser querido, es impresionantemente lindo todo lo que conlleva este acto.
Pero si tenemos la oportunidad de regalar algo a un desconocido o a alguien que hace muy poco tiempo conocemos, las sensaciones, del otro y las nuestras, son más fuertes y profundas.
Siempre recordá que me encanta que me regalen, pero que más me gusta regalar.
Y el regalarte algo, es una excusa más, para poder pensar en vos.

De Ale Ramírez