Yo 50 años, ella sólo 20

Yo 50 años, ella sólo 20

Estimado Dr. Amor:
Es la primera vez que le escribo y lo hago con temor y vergüenza. Tengo 50 años –recién cumplidos-, estoy casado y tengo tres hijos. El tema es que conocí en una exposición del rubro en el cual trabajo a una hermosa promotora, -excesivamente hermosa y muy fuerte-, que fue contratada por mi empresa. Durante el transcurso de la exposición, veía que esta chica me miraba insistentemente y con ojos provocadores.

Así ocurrió todos los días, hasta que en los últimos, tomé la iniciativa y encaré. “¿Parece que mis mensajes fueron evidentes?…” me dijo ella con un tono de voz muy sensual. Esa tarde, me acompañó hasta el auto y cuando estaba por abrir la puerta del vehículo, me comió la boca de varios besos, muy sensuales por cierto. Mi desconcierto avanzaba, ya que esta niña (?) que tiene solo 20 años, avanzaba a pasos agigantados.
Así fue como el último día, ella me propuso salir una noche. Le conté que era casado, que tenía hijos y que no podía comprometerme seriamente. Además le aclaré que tenía 50 años. Con una sonrisa pícara, me respondió: “Lo que más me calienta es la diferencia de edad. ¿Sabés que tenés la misma edad que mi papá?…” Boludo, pensé, que me estaba ocurriendo. Así fue que me encontré con ella, salimos a comer y al finalizar la cena, me dijo que fuéramos a Olivos, a la vera del río, que había un lugar que te cobraban dos pesitos, y te cuidaban el auto, mientras adentro de los mismos, las parejas hacían “lo que tenían que hacer”. ¿Yo, con 50 años, hacer eso?…pensé. El auto lo estacioné mirando hacia el río, que con un viento bien sudeste, daba la sensación de estar en frente a una playa en Marbella. Y allí, comenzamos a besarnos, a acariciarnos, ella se abrió su blusa dejando salir sus hermosos pechos, muy turgentes. “¿Te gustan mis tetas? ¿Sabés que son hechas? me dijo. ¡Qué me importaba si eran hechas, regaladas o se las habían prestado!. Yo seguía adelante, con una erección que hacía años no tenía. Ella me comenzó a bajar el cierre del pantalón y con sus manos sacó mi miembro y agachándose, comenzó a hacerme una fellatio. Así fue que –con el permiso de ella- termine en su boca. ¡Estoy en el paraíso! ¿Estaré soñando?…me dije. Pero no, todo era realidad. Lógicamente, haciéndome el moderno le propuse que yo podía hacer lo necesario para que ella también terminara, pero me encontré con una rotunda negativa. Insistí y ella seguía diciendo que no, que estaba bien. Tomando la iniciativa, bien de macho, metí la mano en su entrepierna y……huy……¿Qué es eso?. El tamaño de la garompa que tenía, duplicaba a la mía.
Todavía me queda el gusto en la boca del fluido Espineda con el que me hice buches durante 48 horas seguidas.
Doctor. Lo peor de todo, que mientras pensaba que era una mujer, me súper calenté y tuve la mejor erección de mi vida, pero ahora que descubrí lo que descubrí, me quiero matar.
¿Qué puedo hacer?.

Estefano de Palermo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires


Respuesta del DR AMOR:

Estimado Estéfano: (que nombre medio blandengue)
Primero y principal te comentamos que a la vuelta de nuestro consultorio hay una armería que tiene un Revolver Magnun 44 a muy buen precio. Además, es fácil de maniobrar como para que te pegues donde vos sabés. La historia nos encantó. Es más, mientras la leíamos en nuestra reunión de grupo, encontramos a un profesional , que se tocaba. Lógicamente lo echamos, porque era un hombre. (Nunca una mujer, nunca una doctora que esté buena!!). Querido Estéfano (agarramela con la mano) no sos el primero que le pasa una cosa así. Tenés que ser fuerte y dale para adelante. Lógicamente, no se te ocurra contar esta historia a los muchachos del club, porque te van a casar en la ducha y te van a hacer verle la cara a Dios.
Además, te pasó todo esto, por hacerte el mocoso garchador. Tenés 50 años, salame.
La próxima, levantate una viejita de tu edad y hacelo como corresponde en un telo y con “las luces bien encendidas”.

Dr. Amor

PD: Nos sobraron unas balas calibre 44. ¿Las querés?