El catre

En las habitaciones de las estancias como en los ranchos de los gauchos el moblaje que se utilizaba era sobrio y exclusivamente el necesario. Muchas veces pasaba a ser insuficiente ante las necesidades que se tenía ante la presencia de una familia.

 Especialmente con la llegada de los niños. Tanto el gaucho como el hacendado dormían en camas de construcción casera, como es la cama de cuero. Esta estaba hecha con un cuero de vacuno o yeguarizo estirado con tientos, que sujetaban al cuadro de palos, atados con tientos que formaban el armazón del catre. También existía la cama de tientos, que en vez del cuero completo, estaba hecha con tientos entrelazados -perpendiculares entre sí- sujetos a un bastidor de madera similar al de la cama de cuero. También se confeccionaban cunas para los bebés. Con madera se hacía como una caja rectangular y se colgaba de la cumbrera del techo. A su alrededor se ponía un cuero que tapaba estilo carpa. Al estar suspendida, se buscaba proteger a la criatura ante el ataque de algún insecto o roedor que podía entrar al rancho caminando por el suelo. Es común ver en la actualidad, recorriendo las provincias del norte de Argentina -caso Salta, Jujuy, Formosa, Chaco- donde algunos aborígenes tienen este tipo de catres, con patas muy altas -casi 1 metro de altura- buscando así alejarse no tan solo de la posibilidad de algún ataque de insectos ponzoñosos o roedores, sino en especial del ataque de las víboras. Lógicamente a medida que fue pasando el tiempo y la sociedad fue evolucionando, la llegada de las camas desde Europa, marcó el cambio de los muebles de las casas. Comenzando por los estancieros y hacendados, que por su pasar económico podían adquirir este tipo de muebles, para luego ser utilizados por casi todos los pobladores de las ciudades.