Regionales: Maní

El destino de la producción de maní, el la Argentina fue sufriendo con el pasado del tiempo diferentes modificaciones en relación a su utilización. Durante las primeras épocas solamente se producían pequeñas cantidades para consumo hogareño.

En la segunda etapa, coincidiendo con la radicación de fábricas aceiteras, se desarrollo la siembra del maní industria. Al aparecer estas primeras fábricas, se garantizó la comercialización segura y continua. La última modificación -bien consolidadas hasta le fecha- es la producción que se destina para el consumo humano. Ahora la actividad se orienta a satisfacer las demandas de un mercado mucho más exigente como el mercado mundial. Con el maní confitería se ganaron nuevos destinos compradores en el extranjero.
El maní es uno de las oleaginosas más importantes que se cultivan en el mundo. El 98% de la producción argentina se obtiene en la zona central de la provincia de Córdoba. La superficie sembrada varía año a año debido a la elevada incidencia del clima en el rendimiento. El rendimiento por hectárea promedio que se está obteniendo en la actualidad es de 1.600 kilos por hectárea. La producción de maní además de haber mejorado en sus rendimientos por hectárea, también lo hizo en relación a la calidad ya que al comenzar las necesidades de abastecer al consumo humano, se tuvo que mejorar la misma. Un elemento esencial para el éxito de este cultivo es la utilización de tecnología y buena calidad de semillas. Prácticamente la totalidad de la producción mundial se obtiene en Asia, África y América.
El maní es una planta originaria de la región andina del NO de Argentina y Bolivia. En la Argentina se comenzó a cultivarse en pequeñas superficies durante la época colonial en las provincias de Jujuy, Salta, Corrientes y Misiones.
Siembra
El maní tiene requerimientos específicos sobre el tipo de suelo en que puede ser cultivado ya que presenta la particularidad de tener flores aéreas y formar los frutos enterrados en el suelo. Por esta razón prospera en suelos livianos, de textura franco arenoso, profundos, con buen drenaje, libre de sales y de reacción ligeramente ácida (pH 6 o 6,5) .En un suelo con estas características desarrolla una sistema radicular amplio y profundo, confiriendo a la planta menor susceptibilidad a la sequía. Buen drenaje significa buena aireación, cosa esencial para las leguminosas como el maní para fijar nitrógeno del aire.
Ventajas de estos suelos:
· En los suelos sueltos y bien drenados el maní produce vainas de buen tamaño que pueden cosecharse libres de tierra.
· El clavo penetras en suelos sueltos muy fácilmente. Los suelos con alto contenido de arcilla cuando están secos, forman una crosta superficial muy dura, dificultando la penetración de los clavos.
· El tamaño de las vainas se reduce si el suelo es «pesado».
· El arrancado es realizado sin dificultades.
Atención: Debe evitarse la siembra en suelos propensos a erosión eólica o hídrica.
El maní es muy sensible a los efectos de los cultivos que lo preceden en la rotación. Se debe tener muy en cuenta una buena rotación de cultivos, para realizar un control de la calidad del suelo, malezas enfermedades y plagas. La Planta de maní usa efectivamente la fertilidad residual de los cultivos previos. El mejor antecesor para el cultivo de maní es una pastura perenne con un alto porcentaje de gramíneas. Estas pasturas efectúan un gran aporte de materia orgánica favoreciendo la estructura del suelo.
El maní debe ser descartado como monocultivo, ya que produce un gradual deterioro del suelo por pérdida de estructura y aparecen enfermedades foliares y del suelo.
La correcta preparación del suelo tiene como objetivo permitir una rápida emergencia del cultivo y un normal crecimiento radicular. La preparación del suelo comienza con el manejo del rastrojo del cultivo anterior, el cual no debe ser pastoreado, sino que debe ser picado y semienterrado inmediatamente después de la cosecha. El barbecho con residuos en superficie es la manera más efectiva de acumular agua en el suelo. Facilita la infiltración de las lluvias y disminuye la evaporación del agua acumulada.
Actualmente se dispone de una amplia variedad de herbicidas específicos que permiten controlar las malezas sin depender de labores mecánicas.
Lo ideal es llegar a la siembra con un suelo removido en profundidad y con los residuos del cultivo anterior semienterrados. Refinar excesivamente el suelo no genera ningún beneficio.
El maní no responde a la aplicación directa de fertilizantes excepto en suelos extremadamente pobres en nutrientes.