«Advertencia y mi saludo para estas fiestas» por Roberto Butula

(16/12/2011) Otra vez sopa:
Llegan las fiestas y ya me veo abriendo regalitos de gente que me quiere.
Lo malo es que ya sé que cualquier cosa que me regalen, me va a quedar chica.
Entonces, el gesto se convierte en un problema premeditado, porque me dan el regalo con la boleta sabiendo que lo tengo que cambiar yo.
¡Linda forma de liberarse del compromiso, los que me quieren! ¿eh?

 «Si no te gusta cambialo por otra cosa» me dicen con un tono condescendiente mientras me dan el pincel y me sacan la escalera.
Cinco meses después mi mujer me va a preguntar: «¿Cuándo vas a ir a cambiarte el pantalón que te regalamos?».-
Vuelve el martirio.
Porque a esa altura del año el stock de verano ya se agotó.
Y la cara del vendedor también.
Entonces me veo en medio del local del shopping lleno de gente joven, bonita y físicos privilegiados, mirando desesperadamente a mi alrededor tratando de encontrar algo que no tenga que probarme allí.
Porque los probadores de las tiendas también son para talles chicos.
Yo no puedo agacharme sin golpearme la cabeza contra una pared, mientras mi culo choca con la otra y la cortina se corre socarronamente para que todos puedan verme con las medias caídas.
Entonces tengo que hacer equilibrio, levantar primero una pierna para quitarme el pantalón por etapas, mientras se me caen las monedas, el llavero, el celular que apoyé en un banquito también talle «S», pateo sin querer uno de mis zapatos por debajo de la cortina escasa del probador y una atenta vendedora me dice: «¿se lo alcanzo, señor?», hasta que se percata al mismo tiempo que yo, que el zapato tiene caca de perro en el taco y sacando mi cabeza por el costado de la cortina veo que se aleja apretando su nariz con sus dedos índice y pulgar.
Con una pierna en mi pantalón y la otra afuera, con todo lo demás desparramado por el piso y transpirando como un maestro parrillero, decido abandonar el probador y abro la cortina fingiendo una dignidad que dejé colgada en la percha, para optar por un par de bufandas que me salen más caras que el pantalón, por eso del cambio de temporada, viste?.
Muchachos!! El que avisa no traiciona.
Atenti con los regalitos de fin de año.  No agarren cualquier cosa. Pónganse exigentes y marquen la cancha.
Siempre es mejor usar un par de bufandas el 31 de enero, que imaginar a una vendedora contándole al novio que uno pisó mierda en la vereda.
Pese a todo: ¡Felices Fiestas!! junto a la gente que los quiere.