¡Qué linda está la nena!

Doctor:
Soy un hombre casado, mi edad es de 42 años y tengo tres niños que son mi sol. Mi esposa es una hermosa mujer y la quiero mucho. Vivimos en el barrio de Temperley y nuestra situación económica es normal a lo que se vive en la actualidad en la Argentina. Pero necesito contarle algo que me ocurrió.

Mi mejor amigo de la infancia, hace unos 6 años se divorció y se volvió a casar con una mujer que tiene dos hijas. Una de 17 años y otra de 23 años. Al casarse con esta mujer, nació una amistad con ella también, ya que nos vemos mucho, compartiendo almuerzos y cenas. Además, ella es muy simpática y me resulta muy interesante charlar de todo. Así es como mantenemos largas conversaciones sobre hechos pasados y otras vidas -como solemos decir-. De esta forma me fui enterando que esta mujer, desde siempre, manejó su vida sexual con intensa actividad, desarrollando la teoría del sexo libre, sin importar con quién ni donde, siempre que le gustara la mano, le daba para adelante. Es decir, se acostó con Dios y María Santísima. Y por lo visto esto influyó en algo con sus hijas, ya que la mayor es madre soltera, después de conocérsele más de 15 novios. Cabe destacar que tanto la madre como las dos nenas, son bellísimas. Primero como personas y segundo su aspecto es verdaderamente de mujeres deseables. Rubias, pelo lacio, ojos claros y unos cuerpos «fabulosos». Es más, siempre le digo a la esposa de mi amigo que que bien está a pesar de sus 45 años. Porque es como si tuviera el físico de una chica de 20. Y lógicamente las nenas, para su edad son extremadamente lindas y están re fuertes. Pero volvamos a la cuestión. El otro día, mi amigo, festejó su cumpleaños número cuarenta en un coqueto salón de un hotel de la Capital. Lógicamente fuimos con mi señora, con la premisa de que habría buena música, mucha bebida y muchas ganas de pasarla bien. Hasta en la tarjeta de invitación decía, «Gran Fiesta Gran, que durará hasta que las velas no ardan». Y verdaderamente fue un fiestón. Un salón inmenso, donde había muchísima gente. Todos bailábamos, tomábamos y nos divertíamos. A eso de las dos de la mañana, el nivel de alcohol que teníamos -todos- era demasiado alto. Yo estaba bailando con nadie en el medio de la pista y siento que alguien golpea mi hombro. «Bailás conmigo, bombón…» me dijo la menor de las hijas de mi amigo (la llamaremos Luli).
«Y……..sí…….» contesté convencido de que nos íbamos a divertir. Meta bailar, con una música desenfrenada, saltábamos y dábamos vuelta sin saber bien que movimientos hacíamos. Pero se notaba que Luli tenía en su haber, un vaso más o un vaso menos de whisky que los que yo -y la mayoría- teníamos dentro nuestro. Para decirlo claramente, estábamos todos muy borrachos. De repente, se enciende luces de muchos colores y comienza a sonar la famosa y franelera LAMBADA. Ahora si, me dije por lo bajo, a divertirse con todo. Y comenzamos a bailar con Luli al estilo bien caribeño. Bien apretaditos, que baila va, que baile viene, que se la apoyo, que ella me la toca sin querer, que le paso la mano por los pechos, que ella me apoya su coplita, etc. En definitiva, un baile muy «calentador». Cuando estábamos re locos en este baile. Se bajan las luces y comienza a sonar «New York, New York», cantado por la voz, don Frank Sinatra. ¡Qué temazo, por Dios!
Así que comenzamos a bailar. Luli se acercó bien a mí, y yo, como corresponde la abracé fuertemente. Cuando de golpe «la nena» comenzó a darme besitos en el cuello. Entre el whisky que tenía encima y la algarabía vivida, no entendía bien. Pero ella seguía, y ya de los besitos, pasó a darme mordiscos con los labios. Y siguió hasta que me enchufó un beso que más me pareció de una señorita de un burdel que de una nena de 17 añitos. Y ……..yo me prendí. Segundos después, y aterrado por si alguien nos había visto, paré con todo esto y le dije a Luli que fueramos al costado de los baños, que quería hablar con ella. Me dio la sensación de que su inexperiencia la hacía hacer esas cosas. Y justo me viene a ocurrir con la hijastra de mi amigo del alma!!!. Miré para todos lados, tratando de descubrir si alguien nos había visto, pero por suerte todos estaban beodos como nosotros, así sí alguno llegó a ver algo, seguro no lo creería o pensaría que vio mal. Cuando llegué a la puerta de los baños, Luli estaba espléndida, moviéndose al ritmo de la música. «Nena, esto no dá para más. Entendé no corresponde, está mal…» le dije con un tono paternal. Ella, sin mediar palabra me tomó de la mano y me llevó adentro del baño de mujeres. Allí me encerró en uno de los «bañitos», y………, Doctor. En verdad esta parte me dá mucha verquenza. Porque pasó de todo dentro de ese baño. Y cuando le digo todo, es todo, todo. Fue increíble.
Necesito respuestas. No sé que hacer. Ahora con que cara miro a mi amigo. Con que cara miro a la señora de mi amigo. Con que cara puedo mirar a «la nena».
¿Y si ella quiere hablar del tema? ¿Qué le digo?

Ramón de Temperley. Buenos Aires


Respuesta del DR AMOR:

Estimado Ramón:
¡Qué linda serie era «Amigos son los amigos» con Carlín Calvo y Pablo Rago!. Lo que te ocurrió es increíble, desde el aspecto de que no hayas pensado antes lo que estaba ocurriendo. Porque no nos parece bien, de que justifiques tu proceder en el hecho de que el exceso de alcohol te habilita a mandarte semejante cagadón, y después decir: estaba borracho. Si así fuera, todos tendrían justificativo. De la Rua estuvo borracho dos años, por ejemplo. Con este criterio, con vos beodo no se hubiera salvado ni la «Madre Teresa de Calcuta». Además, ella es la que tiene 17 años, y por lo que decís -que hicieron todo de todo- experiencia la nena tenía. Al menos, un poquito. Quizás demostró ser inmadura, pero no inexperta. Pero vos, huevonazo, tenés 42 años. Suficientes como para saber que esta bien y que esta mal. Vemos que tu mayor preocupación es con que cara lo vas a mirar a tu amigo, a su esposa y a la nena. Te comentamos que hay en el mercado unas fabulosas máscaras de personajes famosos. Tenés la de Menem, la de Cavallo, la de Bin Laden o la de De la Rua. Todos personajes muy queridos por todos. Usando estas máscaras vas a sufrir todo tipo de tropelías y agresiones, que serán infinitamente menores a lo que te hará tu amigo cuando se entere. Cuando leímos tu carta, en el grupo de profesionales que conformamos este prestigioso consultorio, nació la discusión de cómo sería tu final, luego de que tu amigo se entere. Por eso, estamos en este preciso momento juntando el dinero para una corona o para pagar dos noches de terapia intensiva. ¿Tenés alguna buena prepaga?.
Pero quizás la respuesta a tu problema pase más por tu responsabilidad de hombre y de cómo pienses encarar el tema. En vos está la desición de lo que tenés que hacer. Además, siempre está la alternativa de que nadie se entere de esto. Porque seguro que Luli nunca lo contará.
¿Seguro que nunca lo contará? ¿Seguro que tu amigo no se enterará?. Hummmmmm……

Dr. Amor