El origen de la palabra “trabajo”

El Día Internacional de los Trabajadores que se celebra el 1 de mayo podría haberse llamado también Día de los Currantes, de las Kellys, de los Obreros y de muchas palabras más…

Si usamos la palabra trabajo es porque escogemos la forma más general y menos marcada del español para designar a una ocupación física o mental que ejercemos, remunerada o no. Pero hay muchos otros vocablos que se usan y se han usado en español para referirse a los que trabajan.
El mejor trabajo del mundo era, según decía una campaña publicitaria, cuidar de una isla tropical de Australia, pero entonces tal vez no debiera llamarse trabajo, ya que en la raíz de esta palabra está la idea de llevar una carga pesada y dolorosa. Trabajar viene de un derivado del latín tripalium, pérfido invento de tortura parecido a una cruz de tres palos a los que se ataba a un reo para tostarlo al fuego o someterlo a otras adorables prácticas. Por eso, en su sentido más antiguo, el verbo trabajar se usaba en castellano con el significado de sufrir y padecer.
Hoy cuando decimos que algo es muy trabajoso en el sentido de que es costoso, difícil o sacrificado, estamos reviviendo ese antiguo valor de tortura. Claro que una vocal puede cambiarlo todo: si trabajar era en el castellano antiguo estar afligido y soportar penalidades, trebejar y trebejo significaban, en cambio, jugar, divertirse. Trebejos eran los enseres que se usaban para jugar los niños, o las bromas que podían gastarse los adultos entre sí. Una letra es también la leve diferencia entre estar parado y estar pagado. Te cambia la vida.

Los sinónimos de trabajar y sus orígenes
Hoy, palabras como trabajador o empleado son estándares del español, y se mezclan con sinónimos que están en cambio más marcados o que resultan más específicos en su significado. Por ejemplo, asociamos con el pago de un trabajo remunerado la palabra empleo que con el sentido de trabajo no se generalizó en español hasta finales del siglo XV (es del latín implicare pero llegó a través del francés).
Otros términos más antiguos vinculan el trabajo a las labores que se hacían manualmente (trabajar en el campo, con el ganado, con arreglos). Así, desde el verbo latino operari, la forma operarius dio lugar a obrero (que se usa en los textos castellanos desde el siglo XIII) y, desde el siglo XVII y como forma culta, a la voz más restringida operario, que se asocia con un trabajo más especializado. Otro ejemplo está en la palabra latina para pie, de donde vienen peón y sus derivados, como la peonada (o sueldo que se paga por día de trabajo).
Del puro campo viene la idea de que ir al trabajo es ir al tajo (de taleare que significaba cortar, tajar), en recuerdo al corte que los segadores y cavadores llevaban al trabajar la tierra, y del campo también salió la compuesta destripaterrones (el que rompe los trozos de tierra) que el diccionario de la Real Academia definía en 1791 como: “El gañán o jornalero que cava o ara la tierra”.

Trabajo y reivindicación: el origen de proletario
El Día Internacional de los Trabajadores es también la fiesta del movimiento obrero, y las manifestaciones que salen a la calle tienen un sentido reivindicativo, transmitido en muchas ocasiones a través de la palabra proletario, una forma derivada del latín proles (de donde proviene prole, con el sentido de conjunto de hijos, descendencia). Este vocablo era aún tenido en el siglo XVIII como una voz latina de escaso uso en el español; en cambio, un siglo después ya estaba propagándose como forma de llamar al trabajador que menos poseía, quien tenía como única pertenencia a su familia y a sí mismo.
Paradójicamente, en Estados Unidos, lugar donde se origina la semilla de esta celebración del 1 de mayo (como recuerdo a las víctimas de los incidentes de Chicago de mayo de 1886), se hace el homenaje a los trabajadores el primer lunes de septiembre, en el llamado Labor Day. Escamoteando la fecha de mayo se quiso frenar a fines del XIX un posible crecimiento del comunismo a partir de la reclamación de derechos del proletariado.
Ese Labor Day del inglés remite al latín labor, la labor que era en español antiguo cualquier tipo de trabajo, pero que en el XVI ya se aplicaba sobre todo a las tareas del campo. De un derivado suyo, laborare, vienen labrar, hoy restringido a las faenas del campo, y de su herencia italiana tenemos laburar o laburo, palabras que se emplean en el español de Argentina y Uruguay en entornos muy coloquiales donde llegó a través de la numerosa migración italiana que se instaló en esa área desde finales del siglo XIX.

Las variedades geográficas del trabajo
Y es que, por supuesto, también para hablar de trabajo tenemos variantes geográficas: el Día de los Trabajadores podría ser llamado también de los breteadores en Costa Rica, de los chambeadores en México (chambear es trabajar en el habla coloquial mexicana, e ir a la chamba es ir al trabajo); en España podríamos llamarlo también Día de los Curritos o del Currelante. Palabras como currante, currar o currelo no llegaron al diccionario de la RAE hasta la década de los 80 con ese significado de trabajar y tuvieron entonces como tienen ahora una marca de coloquialidad por ser palabras propias de la conversación.
Que el trabajo, remunerado o no, sea una parte estable y constante de la vida humana, no le da, como vemos, ninguna estabilidad a esta familia de palabras. Siguen llegando nuevos términos. Aquí van tres ejemplos de recientes adquisiciones de la lengua española: las que limpian habitaciones de hotel se hacen llamar, en un afortunado juego de siglas, las-que-li, escrito las Kellys; la expresión inglesa minijob se ha adaptado al español como miniempleo, palabra muy cuqui que suele corresponderse con una fea realidad de precariedad laboral; por último, si, por elección propia, no tienes otra vida que el trabajo, es una pena y eres trabajoadicto (adaptación del inglés workaholic) o trabajólico.
La fotografía de las palabras para el trabajo de cada época nos dice mucho de cómo era ese tiempo. Es un reflejo de las sociedades antiguas que los padecimientos de ir a trabajar se comparasen con un perverso instrumento de tortura que hoy ya nos es ajeno. Es un espejo de nuestra sociedad actual que las palabras sobre el trabajo que hemos puesto en circulación últimamente nos hablen de empleos precarios (los miniempleos), con discriminación de sexo (las kellys) o dejando sin vida propia al trabajoadicto. Otras veces se mantiene la palabra pero cambia la realidad laboral a la que se refiere. Esclavos los hubo antes y los hay ahora.
Fuente: https://verne.elpais.com/verne/2018/04/24/articulo/1524582530_120514.html