Juan Carlos Onetti

Juan Carlos Onetti Borges (Montevideo, 1 de julio de 1909 – Madrid, 30 de mayo de 1994) fue un escritor uruguayo.

La escritora uruguaya Cristina Peri Rossi, considera que Onetti es «uno de los pocos existencialistas en lengua castellana». Mario Vargas Llosa, quien preparó un ensayo sobre Onetti, dijo en una entrevista a la agencia AFP en mayo de 2008 que «es uno de los grandes escritores modernos, y no sólo de América Latina». «No ha obtenido el reconocimiento que merece como uno de los autores más originales y personales, que introdujo sobre todo la modernidad en el mundo de la literatura narrativa». «Su mundo es un mundo más bien pesimista, cargado de negatividad, eso hace que no llegue a un público muy vasto». Con anterioridad Vargas Llosa había comentado que Onetti «es un escritor enormemente original, coherente; su mundo es un universo de un pesimismo que supera gracias a la literatura».
Biografía
Los años de formación (1909 – 1941)
Juan Carlos Onetti nació en Montevideo, el 1 de julio de 1909, a las seis de la mañana. Hijo de Carlos Onetti, funcionario de aduanas, descendiente de emigrados Irlandeses (apellido original O’Nety), y Honoria Borges, una descendiente de una familia aristocrática brasileña, de Río Grande do Sul. Tuvo dos hermanos, uno mayor que él, Raúl, y una hermana menor, Raquel. Onetti recordó su infancia como una época feliz, describiendo a sus padres como una pareja muy unida y amorosa con sus hijos.
En 1930, con apenas 20 años, se casó con su prima, María Amalia Onetti. En marzo del mismo año la pareja viajó a Buenos Aires, su nueva residencia. El 16 de junio de 1931 nació su primer hijo: Jorge OnettiOnetti, también escritor, fallecido en 1998. En 1933 aparece su primer cuento publicado, Avenida de Mayo – Diagonal – Avenida de Mayo, en La Prensa, después de ganar un concurso convocado por el diario, en el que hubo diez primeros lugares y 400 pesos para cada ganador. Poco después se separa de su mujer y un año más tarde, de regreso en Montevideo, vuelve a contraer matrimonio con María Julia Onetti, la hermana de María Amalia. Por esa época escribe la novela Tiempo de abrazar, que publicará décadas después, en 1974.
Continuó ejerciendo diferentes oficios y escribiendo cuentos y artículos que fueron publicados en diversos medios de Buenos Aires y Montevideo hasta 1939, en el que tienen lugar dos hechos importantes: publica su primera novela, El pozo (en Editorial Signo), la cual es considerada como la primera en abrir la novela de creación o nueva novela en América Latina5(escrita, según testimonio del autor, en una tarde durante un fin de semana en el que se quedó sin tabaco) y es nombrado secretario de redacción del semanario Marcha, para el que escribirá columnas bajo los seudónimos Grucho Marx y Periquito el Aguador. Por ese entonces se separa de su segunda esposa. También desarrolla interés por las artes plásticas, como se refleja en su correspondencia con su amigo Julio E. Payró y su relación estrecha con Joaquín Torres García. Desempeña el cargo de secretario de redacción hasta 1941, cuando abandona el semanario por diferencias con Carlos Quijano y comienza a trabajar en la agencia de noticias Reuters. Ese año obtiene el segundo lugar, con su novela Tierra de nadie, en un concurso que convoca la editorial Losada, que la publica. El jurado estuvo compuesto por Guillermo de Torre, Norah Lange y Jorge Luis Borges y otorgó el primer lugar a la novela Es difícil empezar a vivir de Bernardo Verbitsky. Poco después, Onetti es enviado como corresponsal a Buenos Aires, donde permanecerá hasta 1955.
Los años de plenitud (1942 – 1975)
Trabaja como secretario de redacción de las revistas Vea y Lea e Ímpetu. En 1943 aparece Para esta noche, cuyo título original fue El perro tendrá su día. En 1945 se casa con una compañera de trabajo en Reuters, la neerlandesa Elizabeth María Pekelharing. El 26 de julio de 1949 nace su hija Isabel María (Litti).
En 1950 publica La vida breve (en Editorial Sudamericana), una novela central en su obra. En ella, y mediante un complejo juego de planos metaficcionales, Onetti funda la ciudad ficticia de Santa María, en la que, a partir de entonces, situaría la mayoría de sus novelas y cuentos. A pesar de que en sus primeras ediciones no tuvo mucho éxito, no tardó en ser reconocida como una de las novelas más innovadoras de su tiempo, y aun hoy es considerada una de las obras más importantes en lengua castellana. Poco después publicó la novela corta Los adioses, que si bien no transcurre en Santa María, alude a un personaje ya recurrente en la obra de Onetti, el doctor Díaz Grey.
A fines de 1955 regresó a Montevideo y comenzó a trabajar en el diario Acción; contrajo matrimonio por cuarta vez con la joven argentina de ascendencia alemana Dorothea Muhr (Dolly), a quien había conocido en 1945 y que será su compañera definitiva.
En 1959 publica la novela corta Para una tumba sin nombre, y en 1961 El astillero, otra de sus novelas más celebradas, incluso considerada por algunos su mejor novela. En 1964 aparece Juntacadáveres, novela que Onetti había empezado antes de El astillero, pero que interrumpió para escribir esta última, la cual continúa la historia. Juntacadáveres fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 1967, pero perdió ante La casa verde de Mario Vargas Llosa, también de tema prostibulario, lo cual dio ocasión a que Onetti bromeara diciendo que «su burdel en La casa verde era mejor que el mío en Juntacadáveres. El mío no tenía orquesta». Estas tres novelas (La vida breve, El astillero y Juntacadáveres) conforman lo que después se llamó «Trilogía de Santa María», si bien no son las únicas obras del autor ambientadas en la ciudad.
En 1967 Onetti graba un disco para la serie Voz Viva8 de América Latina,9 que contiene la lectura de fragmentos de la obra en voz del autor. En el mismo año aparece en Buenos Aires la primera edición de sus Cuentos completos por el Centro Editor de América Latina, y en 1970 la editorial Aguilar de México publica una primera edición de sus Obras completas, si bien omite algunos relatos de juventud. En 1973 publica la novela corta La muerte y la niña. En 1974 publicó una segunda edición de sus Cuentos completos y la novela corta Tiempo de abrazar junto con todos sus cuentos escritos y publicados entre 1933 y 1950, además de ser jurado del Premio Anual de Narrativa organizado por Marcha, que se otorgó a Nelson Marra por su cuento «El guardapespaldas». Dado que tanto el relato como su autor fueron censurados el dictador Juan María Bordaberry, Onetti fue detenido y encerrado en un hospital psiquiátrico, de donde logró salir al cabo de tres meses gracias a la intervención del poeta español Félix Grande, entonces director de Cuadernos Hispanoamericanos, quien recogió firmas para lograr la liberación del escritor uruguayo, y del diplomático español Juan Ignacio Tena Ybarra director del Instituto de Cultura Hispánica (a donde había dictado una serie de conferencias en 1972). Después de una breve estadía en Buenos Aires, es invitado nuevamente a Madrid por el Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana para participar en un congreso sobre el barroco. Onetti decide instalarse definitivamente en la capital española, donde residirá durante casi veinte años.
Los años de exilio (1976 – 1994)
Los años españoles se caracterizaron por una menor producción literaria pero de muchos premios y participaciones en congresos, participaciones que muchas veces se vieron afectadas por timidez de Onetti, quien llegó a permanecer encerrado en la habitación del hotel durante la celebración del Primer Congreso Internacional de Escritores de Lengua Española en la ciudad de Las Palmas, en Gran Canaria, evento del cual había sido designado presidente, negándose a participar en ninguna de las actividades previstas.
En 1979 publica Dejemos hablar al viento, novela con la que concluye la saga de Santa María, y que está dedicada a su amigo Juan Ignacio Tena Ybarra, en agradecimiento a las gestiones que emprendió para permitir su liberación. Además de esta novela, continuó escribiendo artículos, muchas veces tratando la problemática de los exiliados latinoamericanos. En 1981 es anunciado como el ganador del Premio Cervantes de 1980, recibiendo así el galardón más importante de su carrera, el mismo año que fue propuesto por el Pen Club como candidato al Premio Nobel de Literatura, el cual no recibió. Cuando en 1985 la democracia regresa a Uruguay, el presidente electo, Julio María Sanguinetti, lo invita a la ceremonia de instalación del nuevo Gobierno; el escritor agradece la invitación pero decide permanecer en Madrid.
En 1987 publica Cuando entonces, su primera novela después de ocho años. Para entonces, Onetti llevaba una vida cada vez más ermitaña: pasó sus últimos doce años encerrado en su departamento sobre la avenida América, en donde recibía la visita de lectores y periodistas, sin salir prácticamente de su cama, leyendo, fumando y tomando whisky. En 1993 publicó su último libro, la novela Cuando ya no importe, en la que resucita por última vez la ciudad de Santa María.
Falleció el 30 de mayo de 1994 a los 84 años en una clínica madrileña, a causa de problemas hepáticos. Siguiendo su última voluntad, sus restos fueron cremados en el Cementerio de La Almudena, en la capital española.
El narrador en Juan Carlos Onetti
El narrador (o narradores) en la obra de Juan Carlos Onetti es un complejo elemento que no deja de asombrar. Con frecuencia Onetti hace del acto de narrar uno de los hechos de la trama. Ello desdobla sus ficciones, aportándoles un grado de lucidez ejemplar en la literatura en español del siglo XX. Un pasaje revelador en este sentido es el siguiente13 de la novela Juntacadáveres:
Es fácil dibujar un mapa del lugar y un plano de Santa María, además de darle nombre; pero hay que poner una luz especial en cada casa de negocio, en cada zaguán y en cada esquina. Hay que dar una forma a las nubes bajas que derivan sobre el campanario de la iglesia y las azoteas con balaustradas cremas y rosas; hay que repartir mobiliarios disgustantes, hay que aceptar lo que se odia; hay que acarrear gente, de no se sabe dónde, para que habiten, ensucien, conmuevan, sean felices y malgasten. Y, en el juego, tengo que darles cuerpos, necesidades de amor y dinero, ambiciones disímiles y coincidentes, una fe nunca examinada en la inmortalidad y en el merecimiento de la inmortalidad; tengo que darles capacidad de olvido, entrañas y rostros inconfundibles.
En la novelística, el primer narrador de Onetti (aparecido en El pozo) es estrictamente un narrador-protagonista, personaje central de la novela que narra su propia historia. El papel tanto de personaje, Eladio Linacero, como de narrador valen por igual:
Hace un rato me estaba paseando por el cuarto y se me ocurrió de golpe que lo veía por primera vez. Hay dos catres, sillas despatarradas y sin asiento, diarios tostados de sol, viejos de meses, clavados en la ventana en el lugar de los vidrios.
Me paseaba con medio cuerpo desnudo, aburrido de estar tirado, desde mediodía, soplando el maldito calor que junta el techo y que ahora, siempre, en las tardes, derrama adentro de la pieza. Caminaba con las manos atrás, oyendo golpear las zapatillas en las baldosas, oliéndome alternativamente cada una de las axilas. Movía la cabeza de un lado a otro, aspirando, y esto me hacía crecer, yo lo sentía, una mueca de asco en la cara. La barbilla, sin afeitar, me rozaba los hombros.
Recuerdo que, antes que nada, evoqué una cosa sencilla. Una prostituta me mostraba el hombro izquierdo, enrojecido, con la piel a punto de rajarse, diciendo: «Date cuenta si serán hijos de perra. Vienen veinte por día y ninguno se afeita».
En la novela corta Los adioses (1954) un narrador en primera persona que también es personaje pero secundario, almacenero del pueblo, se encarga de contarle al narratario lo que sabe y vio de un exbasquetbolista:
Quisiera no haber visto del hombre, la primera vez que entró en el almacén, nada más que las manos; lentas, intimidadas y torpes, moviéndose sin fe, largas y todavía sin tostar, disculpándose por su actuación desinteresada. Hizo algunas preguntas y tomó una botella de cerveza, de pie en el extremo sombrío del mostrador, vuelta la cara —sobre un fondo de alpargatas, el almanaque, embutidos blanqueados por los años— hacia afuera, hacia el sol del atardecer y la altura violeta de la sierra, mientras esperaba el ómnibus que lo llevaría a los portones del hotel viejo.
En Jacob y el otro (novela corta o cuento largo), estamos ante un relato construido por tres narradores: dos narradores-personaje (uno protagonista y otro secundario) y un narrador en tercera persona. Jacob y el otro es la historia de la llegada del luchador Jacob van Oppen y el Comendador Orsini a Santa María, quienes promueven un desafío («500 pesos 500 a quien suba al ring y no sea puesto de espaldas en 3 minutos por Jacob van Oppen») y una exhibición de lucha grecorromana.
El primer narrador que aparece, el médico, muestra su intervención como personaje y deja clara la imposibilidad de omnisapiencia como narrador. Este narrador «junto con sus lectores sabe ahora que no puede poseer «La Verdad»; ya no mira los hechos desde una altura olímpica que lo libra de ataduras. No hay «Verdad» y los hechos se contaminan con su persona al momento de escribirlos (así como él sufre influencias, también, por este contacto). Está inmerso en el universo narrativo –no arriba, ni enfrente, ni atrás- y, efectivamente, es una de las personas que lo transita»:
Media ciudad debió haber estado anoche en el Cine Apolo, viendo la cosa y participando también del tumultuoso final. Yo estaba aburriéndome en la mesa de póker del club y sólo intervine cuando el portero me anunció el llamado urgente del hospital. El club no tiene más que una línea telefónica; pero cuando salí de la cabina todos conocían la noticia mucho mejor que yo.
Antes de tomar las píldoras comprendí que nunca podría conocer la verdad de aquella historia; con buena suerte y paciencia tal vez llegara a enterarme de la mitad correspondiente a, nosotros, los habitantes de la ciudad. Pero era necesario resignarse, aceptar como inalcanzable el conocimiento de la parte que trajeron consigo los dos forasteros y que se llevarían de manera diversa, incógnita y para siempre. 
Más adelante aparece el narrador en tercera persona:
Las tarjetas decían Comendador Orsini y el hombre conversador e inquieto las repartió sin avaricia por toda la ciudad. Se conservan ejemplares, algunos de ellos autografiados y con adjetivos.
Desde el primer —y último— domingo, Orsini alquiló la sala del Apolo para las sesiones de entrenamiento, a un peso la entrada durante el lunes y el martes, a la mitad el miércoles, a dos pesos el jueves y el viernes, cuando el desafío quedó formalizado y la curiosidad y el patriotismo de los sanmarianos empezó a llenar el Apolo.
Orsini y el gigante habían entrado al continente por Colombia y ahora bajaban de Perú, Ecuador y Bolivia. En pocos pueblos fue aceptado el desafío y siempre van Oppen pudo liquidarlo en un tiempo medido por segundos, con el primer abrazo. 
Y el narrador que cierra el relato es el príncipe Orsini, el Comendador Orsini, protector de Jacob van Oppen:
Sonó la campana y ya era imposible no respirar y entender el olor de la muchedumbre que llenaba el Apolo. Sonó la campana y dejé a Jacob solo, mucho más solo y para siempre que como lo había dejado en tantas madrugadas, en esquinas y bares, cuando yo empezaba a tener sueño y aburrirme. Lo malo era que aquella noche, mientras me separaba de él para sentarme en una platea de privilegio, no estaba dormido ni me sentía aburrido. La primera campana era para despejar el ring. La segunda para que empezara la lucha. Engrasado, casi joven, sin mostrar los kilos, Jacob fue girando, encorvado, hasta ocupar el centro del ring y esperó con una sonrisa. 
Influencias
La obra literaria de Onetti, fuera de su poderosa originalidad, debe mucho a dos raíces distintas. La primera nace en su admiración por la obra de William Faulkner. Como él, crea un mundo autónomo, cuyo centro es la inexistente ciudad de Santa María. La segunda raíz es el Existencialismo: una angustia profunda se encuentra enterrada en cada uno de sus escritos, siempre íntimos y desesperanzados.
Premios y distinciones
Juan Carlos Onetti recibió numerosos premios a lo largo de su vida, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura de Uruguay (lo recibe en 1962 por el bienio 1959/1960), el Premio Cervantes (1980), el Gran Premio Nacional de Literatura de Uruguay 1985, el Premio de la Unión Latina de Literatura 1990 y el Gran Premio Rodó a la labor intelectual, de la Intendencia Municipal de Montevideo (1991).
En 1972 fue elegido como el mejor narrador uruguayo de los últimos 50 años en una encuesta realizada por el semanario Marcha, en la que participaron escritores de distintas generaciones.
En 1980 fue propuesto por el Pen Club Latinoamericano como postulante al Premio Nobel de Literatura. Ese mismo año Onetti recibía el Premio Cervantes, máximo premio de la lengua española, siendo totalmente ignorado por las autoridades uruguayas. En esa oportunidad el ministro de Cultura del gobierno dictatorial de ese momento en Uruguay, el Dr. Daniel Darracq, dijo desconocer la obra de Onetti, aunque sí había oído hablar de él.
Obras
Novelas
• El pozo (1939)
• Tierra de nadie (1941)
• Para esta noche (1943)
• La vida breve (1950)
• Los adioses (1954)
• Para una tumba sin nombre (1959)
• La cara de la desgracia (1960)
• Jacob y el otro (1961)
• El astillero (1961)
• Tan triste como ella (1963)
• Juntacadáveres (1964)
• La muerte y la niña (1973)
• Dejemos hablar al viento (1979)
• Cuando entonces (1987)
• Cuando ya no importe (1993)
Fragmento
• Tiempo de abrazar (1974)22
Cuentos
• Un sueño realizado y otros cuentos (1951)
• El infierno tan temido y otros cuentos (1962)
• Jacob y el otro. Un sueño realizado y otros cuentos (1964)
• Cuentos completos (1967, 1974, 1994 y 2006)
• La novia robada y otros cuentos (1968)
• Tiempo de abrazar y los cuentos de 1933 a 1950 (1974)
• Tan triste como ella y otros cuentos (1976)
• Cuentos secretos. Periquito el Aguador y otras máscaras (1986)
• Presencia y otros cuentos (1986)
• Obras completas III. Cuentos, artículos y miscelánea (2009)
Artículos
• Réquiem por Faulkner y otros artículos (1975)
• Cuentos secretos. Periquito el Aguador y otras máscaras (1986)
• Periquito el aguador y otros textos, 1939-1984 (1994)
• Confesiones de un lector (1995)
• Obras completas III. Cuentos, artículos y miscelánea (2009)

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Carlos_Onetti