La ansiedad en el deporte y su relación con el riesgo de lesiones

Así es como interactúan la ansiedad competitiva en el deporte y el riesgo de lesiones.

El mundo de los deportes tiene una gran capacidad para implicar emocionalmente a quienes se adentran en ellos; y si hablamos del mundo de la competición deportiva profesional o semiprofesional, la intensidad de esa experiencia intensa se multiplica, para lo bueno y para lo malo.
Los deportistas deben enfrentarse diariamente a situaciones que no solo requieren de ellos habilidad técnica; también es fundamental desarrollar aptitudes de autorregulación psicológica, algo que se plasma tanto en un plano subjetivo (el grado de bienestar o malestar experimentado) como objetivo (el rendimiento deportivo y la salud).
En este sentido, la ansiedad competitiva es un fenómeno clave, ya que además de influir en el modo en el que el deportista se desempeña al intentar lograr sus objetivos, es uno de los elementos a tener en unta en la prevención de lesiones y en la recuperación después de que una lesión ya se haya producido. Por suerte, existen maneras de aprender a gestionarla adecuadamente.
¿Cómo se relacionan la gestión de la ansiedad competitiva y el riesgo de lesiones?
A continuación veremos de qué manera influye la gestión de la ansiedad competitiva en el riesgo de sufrir lesiones o recaídas, un tema de gran importancia para quienes dedican buena parte de su tiempo a competir o a intentar batir sus propios records.

  1. Aumenta el riesgo de autosabotaje
    La ansiedad en situaciones de competición deportiva hace que aumente el riesgo de conductas de autosabotaje, que son aquellas que ponemos en práctica de manera inconsciente y que van en contra de nuestros intereses y objetivos.
    Algunas de estas conductas de autosabotaje surgen de las profecías autocumplidas, es decir, creer que haremos mal un movimiento o una cadena de movimientos requeridos en la competición, pensamiento que acaba cumpliéndose en la realidad debido a que nuestra atención está dividida y una parte de nosotros anticipa que esa acción no será ejecutada de manera perfecta.
    Es decir, que cuando albergamos este tipo de creencias sobre lo que nos ocurrirá, la atención queda dividida y aumenta el riesgo de perder la coordinación y fallar en ejercicios que en circunstancias normales dominamos. Y o hay que olvidar que la ansiedad competitiva es, en el fondo, una forma de ansiedad anticipatoria: tememos una realidad hipotética que, debido a esa sensación de pánico o pérdida de control sobre lo que hacemos, termina dando lugar a un círculo vicioso de estrés intenso y predicción del autosabotaje.
  2. Tendencia a no atender a las señales del propio cuerpo
    El perfeccionismo disfuncional es uno de los mayores enemigos que tienen los deportistas, ya que les empuja a tomar decisiones con consecuencias mal medidas respecto a su cuerpo y a llevar a cabo actividades temerarias que ponen en riesgo su integridad física.

Este perfeccionismo lleva a pasar por alto las señales que les manda el propio cuerpo y que en otras situaciones les indicarían cuándo es necesario parar para descansar o cuando se está forzando demasiado la “máquina”.
Es por eso que resulta tan importante y sobre todo en el deporte de competición escuchar siempre a nuestro cuerpo e identificar siempre las señales que emite el propio organismo y que nos indica que debemos parar.

  • Aumenta el riesgo de sobreesfuerzo
    Una mala gestión del estrés puede llevarnos también a intentar sobre-compensar eso esforzándonos demasiado, aumentando así el desgaste muscular y de las articulaciones.
    Algunos deportistas suelen llevar sus cuerpos al límite tanto en los entrenamientos como en las competiciones, ante un déficit de gestión de la ansiedad competitiva, lo que suele acabar provocando lesiones graves en su cuerpo.
  • Auto-sugestión
    La ansiedad competitiva nos lleva a auto-sugestionarnos hasta el punto de asumir que nos hemos recuperado de una lesión antes de tiempo, haciendo que esas heridas no se curen completamente.
    A menudo, un exceso de confianza en uno mismo acaba teniendo este tipo de efectos contraproducentes, ya que no se respetan ni se tienen en cuenta los tiempos naturales que necesita el cuerpo para recuperarse de una lesión.
    Esto tiene efectos muy negativos a nivel psicológico en el deportista y también afecta directamente a su autoestima y autoeficacia.
  • Aumenta el riesgo de sufrir problemas psicológicos
    Por último, una gestión del estrés y la ansiedad competitiva deficitaria puede provocar que se desarrollen en la persona otras alteraciones psicológicas por efecto bola de nieve, o incluso casas de insomnio. Esto, a su vez, hace que sea más complicado concentrarse en lo que se hace debido al malestar general y a la falta de descanso, de modo que es más probable que surjan errores de coordinación de los movimientos.

Fuente: https://psicologiaymente.com/deporte/ansiedad-deporte-relacion-riesgo-lesiones