¿Por qué el hombre debería ser el mejor amigo del perro y no al revés?

Tenemos motivos más que fundados para esforzarnos en ser el mejor amigo del perro. Hablamos con David Ordóñez, experto en intervenciones asistidas con animales y autor de Vivir feliz con mi perro, de la editorial Pinolia.

Perros y humanos. Humanos y perros. La relación entre ambas especies comenzó hace unos 17000-12000 años y hoy es más estrecha que nunca. Los canes se han colado hasta en nuestros espacios más privados (nuestra cama, por poner un ejemplo), asisten a personas invidentes, diabéticas, sordas o con autismo y ayudan a quienes sufren depresión o se sienten solos. Tenemos motivos más que fundados para esforzarnos en ser su mejor amigo.

Hablamos con David Ordóñez Pérez, fundador y CEO de Perruneando España-Educación Canina e Intervenciones Asistidas con Perros. Ordóñez es experto en intervenciones asistidas con animales y acaba de lanzar con la editorial Pinolia un libro titulado Vivir feliz con mi perro. La obra, de carácter divulgativo y articulada en base a historias contadas en primera persona protagonizadas por perros, busca darnos las claves para entender mejor a nuestro can.
Aprovechamos este lanzamiento de la editorial Pinolia para hacerle unas preguntas a su autor. Si eres un amante de los perros, no puedes perderte la entrevista.
Pregunta. ¿Desde cuándo los perros se consideran animales domésticos?
Respuesta. Si por domesticación se entiende una convivencia habitual con el ser humano, las fechas que se barajan son muy diversas. Hay pistas a nivel genético que nos indican que la relación podría remontarse a hace unos 30000 años cuando el perro comenzó a metabolizar alimentos que consumían los humanos tales como el almidón. Sin embargo, las teorías más consistentes hablan de una horquilla entre los 17000 y los 12000 años. Además, este proceso podría haberse dado de manera simultánea en diferentes territorios de Eurasia y África principalmente para luego exportarse a América.
A día de hoy ha tomado mucha fuerza la idea de que la domesticación del perro realmente fue un proceso de “autodomesticación” es decir, que fue la iniciativa de los propios lobos o “protoperros” quizá menos tímidos los que iniciaron la relación con los seres humanos quizá más desde un punto de vista simbiótico. En aquel tiempo entre el Paleolítico y el Neolítico, el ser humano pudo ver en esta relación naciente una potencial fuente de beneficios como pudo ser la ayuda en la caza, la limpieza del lugar o, más adelante, para la seguridad propia y la guarda del ganado.
P. ¿Cómo ha evolucionado la relación entre perros y humanos a lo largo del tiempo?
R. La convivencia entre perros y humanos es poliédrica, y no siempre se ha desarrollado de manera lineal. A día de hoy podemos encontrar en diferentes continentes, fundamentalmente América y África lo que se conoce como free-rangedogs (comúnmente en España, perros callejeros) que, siendo cánidos “domésticos”, no viven en un hogar definido sino en el entorno de los seres humanos para conseguir alimento. Serían perros similares a aquellos que originalmente tuvieron un acercamiento al ser humano, pero con la morfología de un perro común.
Por otra parte, la mayoría de personas europeas, tendrán en su cabeza la imagen del perro que convive con una familia, sale a pasear, juega en el parque y duerme felizmente en su cama. Esta función de compañía comenzó a desarrollarse en la Edad Moderna, primero en la nobleza y realeza y, posteriormente, a partir del siglo XVIII en la burguesía como copia de los anteriores. En otros casos, tenemos perros que a día de hoy siguen desarrollando un trabajo tal como la guarda y defensa del ganado, el pastoreo o el apoyo en tareas de rescate, policiales, etc. En este sentido, cuanto más especializada es la tarea, más moderna es su introducción en ese contexto. El pastoreo sería un trabajo realizado de manera ancestral mientras que la terapia asistida con perros es algo que se ha desarrollado a partir del siglo XX.
P. ¿Por qué se dice que el perro es el mejor amigo del hombre?
R. Particularmente, creo que esta cuestión parte de una visión antropocéntrica que hace pensar en el perro como fuente de recursos positivos para el ser humano. A mí me gusta plantear: ¿por qué deberíamos ser nosotros sus mejores amigos y qué consecuencias tiene esto en nuestra relación? No obstante, y ciñéndome a la pregunta, el perro es leal al extremo, y yo añadiría que a su pesar, dado que estos animales, incluso cuando han sido maltratados por sus propios dueños, resultan ser unos compañeros inigualables que nunca te traicionarán. Konrad Lorenz, uno de los etólogos más reconocidos de la historia reflexionaba sobre esta lealtad. Él pensaba que si fuese atacado por unas fieras, sus perros le defenderían incluso con su vida. Sin embargo, él sentía cierta vergüenza o culpa por pensar que quizá él no llegaría a ese extremo.
Todo ello tiene que ver con un concepto maravilloso: el vínculo humano-animal. Una relación física, emocional y con un carácter motivacional fuera de toda duda que permite que humanos y perros mantengan una fuerte vinculación. Entre los principios de este vínculo se definieron cuatro: seguridad, una gran parte de personas se sienten seguras cuando están acompañadas por sus perros; familiaridad, en un contexto occidental, la mayoría de personas que son cuestionadas sobre si su perro es parte de su familia, te indicarán que efectivamente lo son; intimidad, numerosas personas relatan que los perros son una fuente segura en la que confiar nuestros secretos y estados emocionales, además de permitir un contacto físico lícito e íntimo que favorece nuestra expresión emocional. Por último, la constancia. Los perros siempre están dispuestos a saludar a la persona cuando regresa a casa, sea cual sea el estado en el que tú llegues. Siempre estarán ahí. Quizá estos principios, expliquen perfectamente esta relación.
P. ¿Qué tipo de personalidades humanas son más adecuadas para tener perros?
R. Creo que todas las personalidades pueden encontrar un buen compañero canino. A fin de cuentas, una persona introvertida y/o hogareña, encontrará un buen apoyo cuando se encuentre en casa mientras ve tranquilamente una película en el sofá de su salón mientras comparte mantita con su perro. Por contra, alguien extrovertido podrá disfrutar de perros que les acompañen en los paseos diarios con otras personas y perros, en el desarrollo de actividades físicas, etc.
No obstante, si hablamos del cuidado de perros que se encuentran en situación de desamparo, parece ser que aquellas con un perfil introvertido y pesimista suelen ser más comunes que aquellas optimistas. Esto puede influir en la enorme incidencia del burnout en voluntarios de protectoras o profesionales de clínicas veterinarias.
Muy Interesante
P. ¿Cómo se puede entrenar a los perros para que realicen tareas específicas, como la asistencia a personas con discapacidad?
R. El perro tiene una capacidad de comunicación con las personas brutal. Son capaces de entender nuestro lenguaje y también hacerse entender (aún sin hablar). Su inteligencia social despunta sobre otras como la resolución de problemas, en la que sus antepasados lobos son mucho más eficientes. Esta capacidad hace que el perro sea capaz de aprender comandos, seguir señales deísticas o interpretar el tono emocional de nuestras palabras, algo básico si hablamos del entrenamiento y consecución de conductas.
Además, el perro es una especie altricial lo que implica infancias prolongadas y, por tanto, una mayor plasticidad neuronal en etapas infantiles, lo que se relaciona con su capacidad de aprendizaje. Y, más allá de todo esto, al igual que otras especies, tienen una capacidad cognitiva para aprender conductas novedosas a través de técnicas que se derivan tanto de los principios del condicionamiento operante, siendo el más eficiente el uso del refuerzo positivo (dar premios); pero también el manejo de conceptos como la atención, la concentración, la motivación o la implicación de las emociones en el aprendizaje. Si somos capaces de meter todo esto en una coctelera y diseñar protocolos de entrenamiento, o dicho de otra manera, si hacemos tecnología del aprendizaje aplicado al perro, seremos capaces de entrenar tareas acompañar a una persona en un recorrido, tirar de una manga para ayudarle a quitarse una prenda, o a abrir y cerrar puertas.
P. ¿Cómo ayudan los perros a estas personas?
R. Los perros pueden ayudar a nivel de asistencia como perros guía que acompañan a personas invidentes, perros señal que ayudan a marcar sonidos para personas sordas, perros que apoyan a personas que sufren alguna alteración biológica como la diabetes avisando a su entorno de que la persona está sufriendo una bajada, o perros que acompañan a personas con autismo a superar algunas barreras. Esto es lo que se conoce como perros de asistencia y, en mi opinión, las nuevas tendencias tanto en el entrenamiento como en la percepción de la relación humano-perro deberían tener en cuenta el bienestar y los derechos de estos perros.
En el caso de los perros de terapia, que es el que conozco más directamente por mi labor profesional, los perros que trabajan en nuestro equipo, tienen su propio “convenio laboral” debemos establecer su horario de trabajo, descanso, vacaciones, bajas, etc para que sean felices mientras ayudan a otras personas en su situación de discapacidad y/o enfermedad.
P. ¿Qué hace que los perros sean tan buenos como animales de compañía?
R. En mi opinión, creo que los perros son unos expertos en identificar nuestras emociones y actuar consecuentemente con ellas. Son animales que pueden sacarnos una caricia, una sonrisa u otra muestra de afecto incluso en las situaciones más difíciles. Y, más allá de esta cuestión que podría ser anecdótica, los perros se han adaptado perfectamente a nuestra forma de vivir, sea cual sea, y estemos donde estemos. A día de hoy, podemos encontrar perros tanto en regiones árticas, como desérticas y no es algo que ocurriera apenas hace unos años, si no que esto fue así prácticamente desde el principio de nuestra relación. Esa inigualable capacidad de adaptarse a entornos y, sobre todo, a la convivencia y diversidad de estilos de vida, hace que sean unos maravillosos compañeros de vida con los que disfrutar de una buena serie en el sofá de casa, salir a dar un paseo por la ciudad o por el campo, realizar deporte, jugar con ellos, etc. Y todo, superando los costes (no solo económicos) que se derivan de la convivencia con un perro y que son los que miden los cuestionarios de vínculo humano-animal: madrugar sea el día que sea, tener pelos en toda la casa y prendas que nos ponemos, proveer de cuidados veterinarios… Si los beneficios percibidos son mayores que los costes, tendremos un perro felizmente adaptado en casa; en caso contrario, nos encontraremos con situaciones negativas relacionadas con el abandono, por ejemplo.

‘Vivir feliz con mi perro’Pinolia

Fuente: https://www.muyinteresante.es/mascotas/59762.html