La necesidad del Amor

La necesidad del Amor

Esta sociedad que parece debatirse irremediablemente entre la violencia, la pobreza, la ambición desmedida de algunos ,el egoísmo, la injusticia y el dolor; no suele  preguntarse a sí misma por  la causa de tanto desastre.

¿Qué nos sucede como seres humanos que destruimos más de lo que construimos?

¿A qué se debe tanto afán por la muerte, por la ambición, por la lucha, la competencia, la aniquilación, el materialismo,   la destrucción?

Se destruye el planeta, se destruye a la gente dentro del planeta, a través del hambre, del desorden ambiental, de la guerra, del olvido, de la injusticia, de la desigualdad, de la falta de AMOR al otro.  De la ausencia de la capacidad de ver a los demás como un semejante.

Se destruye a la juventud no educándola, o mandándola a la guerra, o a través de la droga o el alcohol,  o utilizándose para cumplir fines ambiciosos de otros.

Aquellos que tienen las necesidades básicas satisfechas, dentro de los cuales me incluyo, tampoco alcanzamos la felicidad. El estilo de vida que hemos construido nos sumerge en situaciones de constante estrés e insatisfacción.

La vida en las grandes ciudades  se caracteriza  por sentimientos de soledad, acompañado por grandes dificultades a la hora de establecer vínculos afectivos cercanos, esto conlleva aislamiento e individualismo, pero a la vez surge de esto mismo, del individualismo, es decir, el pensar exclusivamente en las necesidades propias y a lo sumo en las de aquellos que interesan afectivamente.

Sumamos el estrés por el trabajo, por el tráfico, el miedo, la violencia que se da en diferentes grados. Porque no sólo son violentos los que roban o matan, se ejerce agresión cuando  insultamos al que pasa por al lado porque nos tira el auto encima, cuando discriminamos a nuestros vecinos o compañeros de trabajo, o de colegio porque son extranjeros o porque se visten diferente, o porque no tienen plata suficiente o porque no entran dentro de los supuestos cánones de belleza, o por el color de piel ¿por algo más? Somos violentos cuando nos juntamos para criticar a otro, cuando somos intolerantes con nuestros hijos, esposos, padres, etc. Cuando descalificamos al otro. Existe todavía en diferentes grados mucha violencia hacia la mujer, que va desde la desvalorización con  palabras que se encuentran en el lenguaje cotidiano, o el ubicarla como un objeto de satisfacción sexual, o la violencia psíquica o física. Hay violencia en las escuelas, avalada inconscientemente en algunos casos por los mismos padres o maestros, cuando los niños discriminan a otros por ejemplo, en ocasiones están repitiendo conductas aprendidas socialmente.

En los medios de comunicación nos hemos acostumbrado a ver tiros,  luchas,  agresiones, discriminaciones, tanto en programas que relatan la vida “real” como en las ficciones.  O exaltación de la sexualidad , tomando al otro como un mero objeto de satisfacción.

Y podemos  enumerar muchas formas más de violencia en la vida cotidiana.

Y así nos hemos acostumbrado a vivir en un sistema que no tiene nada de natural.  Lamentablemente el sufrimiento nos lo hemos causado los humanos a nosotros mismos a lo largo de siglos de historia.

¿Quién no sufre alguno de estos padecimientos?

•    Incomunicación familiar

•    Adicciones

•    Temor y ansiedad por el futuro

•    Inseguridad laboral

•    Fobias

•    Angustias

•    Estados anímicos alterados: ira, depresión, ataques de pánico

•    Falta de tiempo  para el descanso

•    Problemas económicos

•    Ancianos olvidados en geriátricos

•    Adolescentes agresivos

•    Parejas en constantes luchas de poder

•    Violencia familiar

Y esto me lleva a preguntarme:

QUE CONOCEMOS SOBRE NOSOTROS?

Conocemos a través del estudio de la medicina y otras ciencias el funcionamiento del cuerpo,  aumentando constantemente  los descubrimientos en cuanto a por ejemplo,  los  mecanismos cerebrales. Los métodos de diagnóstico cada vez más específicos colaboran en las investigaciones y en el conocimiento de más patologías, los medicamentos alivian mucho sufrimiento, aunque aún hay muchas enfermedades que no son totalmente curables.  Pero no se puede dudar que la medicina ha avanzado muchísimo en el siglo pasado y el comienzo de este.   Lástima que mayormente ha perdido al ser humano como un ser integral. Se lo parcializa  en diferentes especialidades  y el contacto médico – paciente (factor esencial para cualquier tratamiento es cada día más distante y lejano) Esto no es atribuible a los médicos en particular sino a un sistema que se aleja de su verdadero objeto de estudio: la persona que sufre.  Múltiples factores colaboran en haber llegado a esta situación, algunos de índole positiva, ya que la especialización ha logrado mayores descubrimientos y mejores tratamientos, y otros de índole negativa como factores económicos que por ejemplo obligan al profesional a atender muchos pacientes en muy poco tiempo,  o los temores a los juicios, lo que hace que los médicos se vean impulsados a seguir protocolos en lugar de conectarse con las necesidades particulares de ese paciente particular.

Pero, además considero que existe también un factor fundamental, como sociedad occidental hemos perdido la capacidad de contacto real con nosotros mismos y por lo tanto con los otros.  Por lo tanto se pierde la autoconfianza y la capacidad de guiarse por la propia sabiduría e intuición, más allá del conocimiento teórico. Y esto se ve reflejado en diferentes ámbitos.

A través de otras disciplinas como  la psicología intenta  comprender las conductas, las motivaciones de  estas, los aspectos emocionales y mentales, y en este caso también es fundamental poder establecer un contacto de persona a persona.

Las ciencias sociales, explican al  ser humano en sociedad.

En las Filosofía y  las  diferentes religiones   se busca explicar aspectos trascendentales.

Se puede decir, uniendo todo esto que los seres humanos contamos con  aspectos físicos; mentales y emocionales,  que constituyen en conjunto los aspectos psicológicos;  que además el ser humano es gregario por naturaleza y  que busca la trascendencia.

Siempre se ha buscado un sentido a la vida y si no se lo encuentra es muy posible que la persona entre en estados de aflicción  cercanos a la depresión.  Está búsqueda es un aspecto de la capacidad trascendente. Es la necesidad de encontrar un fin, una meta que “trascienda” la cotidianeidad, la angustia existencial.

Algunos encuentran sentidos que ayudan a lograr satisfacción interna, a acallar la angustia y a veces acercarse a  sensaciones de felicidad. Las mismas provienen de  realizar o vivir aquello que proviene verdaderamente de  deseos más íntimos y que  trasciende las necesidades básicas y materiales individualistas. Cuando más se logre trascender el ego en estas realizaciones, mayor satisfacción interna se logrará. Más adelante explicaremos con mayor detalle.

La sociedad materialista en la que vivimos, ha ubicado el sentido en aspectos materiales como el dinero, las posesiones, el prestigio social, la fama, el destacarse sobre otros. Y en estos casos, a pesar que las personas logren los objetivos propuestos, cada vez se sienten más lejos de la felicidad, porque en realidad es una búsqueda estéril que conlleva cada vez mayor insatisfacción. Esto muchas veces deriva en ambición, que puede llevar a aspectos desmedidos.

Otro aspecto que se observa, es que el ser humano actual sufre gravemente de sensación de soledad,   la cultura dominante  lleva a un encierro cada vez mayor sobre uno mismo. Por diferentes motivos, uno de ellos económico, y otros que profundizaremos más adelante, hemos hecho del individualismo y el aislamiento formas corrientes de vivir.

El amor ha sido olvidado como valor fundamental, alguna vez lo fue?  Al ser otros los valores que guían (es posible decir guían?) el accionar cotidiano, valores o disvalores mejor expresado, tan lejanos del amor al prójimo el encierro y la falta de unión entre unos y otros es cada vez más fuerte.

El narcisismo es la moneda corriente, el egoísmo como forma desacertada de vincularse  y la intolerancia es lo que mayormente se observa en las grandes ciudades.

La competencia como modo de vida es impulsada desde todos los frentes.

Y en esta locura la paz interior, la felicidad interna y por ende la comunicación efectiva  en los diferentes vínculos es casi nula.

Por el contrario es la angustia, la soledad, la depresión, el ataque de pánico, las fobias, las adicciones, entre otras cosas, lo que nos caracteriza.

El ego nos aprisiona resultando de esto que cada vez nos sintamos más solos y alejados. En este momento la gran incomunicación que hay entre unos y otros trae como consecuencia muchísima angustia y sensación de soledad.

Estos sentimientos son consecuencia de no vivir en función del valor  más importante que es el amor al prójimo.

Amor entendido como interés real por lo que le suceda al otro. Compasión como dice el Budismo. No hagas al otro lo que no te gusta que te hagan a vos. Ama a tu prójimo como a ti mismo.

El ser humano es social por naturaleza, nadie sobrevive sólo, se  necesita del amor del  seno familiar para desarrollarse como  persona  y para crecer. Los vínculos afectivos son esenciales para la vida. Son el alimento psicológico.

¿Todos somos capaces de amar?

La hipótesis de este trabajo es que la capacidad de amar es inherente al ser humano,  y que el amor  ya sea por su presencia o su carencia es el origen de la mayor parte de las conductas, pensamientos, sentimientos, actitudes de vida, motivos de vida de cada uno y de todos los individuos; sean todos estos de índole positiva o de manifestaciones negativas.

El amor como fuerza constructora y capaz de crear es la materia prima de la vida y aquello que nos iguala como seres humanos. Todos estamos “hechos” de la misma materia prima esencial y somos y existimos sólo en virtud de la misma. Cerca o lejos, nuestra vida gira en rededor  de él. Aquel que parece alejado en realidad pasa su vida buscando ese algo que sabe que le falta y como no sabe que es quizás lo busque  por caminos equivocados, por eso la insatisfacción es constante.

Malvina Mierez – Ricardo Labrone: Neuro-Entrenadores de Grupo Ciemec

(@grupo.ciemec)