El verdadero rol del líder deportivo

Existe un concepto central que define las acciones del líder, el liderazgo es influencia determinante. El conductor de un equipo ejerce de manera permanente el poder de influir en el equipo con sus decisiones, acciones y reacciones. Todas estas manifestaciones del líder tienen su efecto en el resultado final del equipo.

El liderazgo

*Es un proceso, es decir, no es una acción aislada y discontinua que una persona ejerce sobre el resto del equipo.

*Demanda una apuesta y una inversión de tiempo y de energía significativas por parte del líder; sobre todo, al inicio de la conducción de un equipo.

*Respeto por las diferencias individuales de los participantes del equipo. Esta instancia de conocer las particularidades de cada integrante exige al líder mucho trabajo emocional: un proceso que implica despojarse, desde el comienzo, de simpatías y antipatías, y favorecer un trato similar en todo el grupo. Evitar las preferencias y poder brindar la misma atención y dedicación a todos los participantes del equipo probablemente constituyan dos de las tareas más complejas para quien aspira a liderar equipos de alto rendimiento.

La ampliación de recursos puede maximizar la influencia del líder; que implica potenciar determinadas habilidades, decisiones y manifestaciones que resultan en un liderazgo efectivo y perdurable.

En muchas ocasiones, vemos conductores que únicamente se enfocan en el resultado del grupo y descuidan los recursos y las habilidades de cada integrante. Ampliar los recursos es potenciar conocimientos, actitudes y habilidades de todo el conjunto. Un equipo con más recursos incrementa la probabilidad de alcanzar el éxito en su gestión.

 «Los deportistas de elite son considerados como tales por sostener un alto rendimiento, y no necesariamente por obtener constantemente resultados positivos»

*El rendimiento constituye la razón de ser del líder: su rol puede potenciar, desarrollar o inhibir el rendimiento del equipo.

 *El líder debe definir no solo los objetivos del resultado a alcanzar, ya sea a corto, mediano y largo plazo, sino también, debe proporcionar estrategias que le permitan al equipo alcanzar las metas propuestas. El conductor del equipo debe desarrollar un pensamiento estratégico y, a partir de allí, concebir una visión de logro que le permita definir un plan de actuación para todos y cada uno de los integrantes del equipo, contemplando posibles cambios de escenario y acciones inesperadas que terminen afectando al desempeño final de un equipo.

*Es fundamental generar climas disfrutables. Esto demanda cierta habilidad por parte del conductor para combinar adecuadamente elementos relacionados con la carga de trabajo, su duración, el estrés, la sensación de logro, las relaciones interpersonales y las actividades extra laborales.

En síntesis, consideramos que el alto rendimiento exige a los líderes:

• Entender al liderazgo como un proceso.

 • Respetar las diferencias individuales dentro del equipo.

 • Ampliar los recursos del equipo.

• Dirigir continuamente al equipo.

 • Generar clima de trabajo disfrutable

Necesitamos aclarar que el resultado sigue siendo la meta deseada. Constantemente, el conductor decide y ejecuta en pos de un resultado.

Pero los dos principales atributos con que un líder cuenta para alcanzar el mejor resultado del equipo son el rendimiento y el disfrute.

El líder debe lograr que cada participante del equipo amplíe sus recursos y habilidades para alcanzar los objetivos propuestos.

 El conductor (LIDER)  debe conjugar perfectamente todo el tiempo las dos orientaciones posibles del equipo: el rendimiento y el resultado.

RENDIMIENTO: Esta orientación hace referencia a incorporar, aprender y desarrollar conocimientos, actitudes, recursos y habilidades. Es la fase del entrenamiento.

El líder es quien invita a cada integrante del equipo a crecer y potenciarse, es quien lo seduce o es quien lo paraliza y lo lleva a inhibir su crecimiento.

El líder cuenta con la plena facultad de moldear la conducta (pública y privada) de cada integrante del equipo, a los fines de que su perfil de respuesta resulte cada vez más adaptativo y funcional de cara a los desafíos externos y a la competencia.

El conductor fomentará el progreso en los miembros del equipo y planteará metas de rendimiento para cada uno. Diseñará programas de capacitación y entrenamiento para fortalecer la conducta y expondrá progresivamente al equipo a situaciones competitivas.

El rendimiento es la primera orientación del direccionamiento del equipo, aquella que le da sentido al entrenamiento, a la interacción de los miembros, y la que requiere planes de desarrollo, capacitación y formación de las participantes del equipo.

RESULTADO: La segunda orientación, posiblemente la más pública y visible, es el resultado.

Los objetivos de los resultados son necesarios para poder determinar el poder de transferencia del equipo (DONDE ESTAMOS PARADOS Y CUANTO APRENDIMOS); esto hace referencia a saber en qué medida los recursos se ampliaron y permitieron dominar la situación competitiva.

La competencia es necesaria, nos encuadra, nos influye y permite que tomemos conciencia del nivel de desarrollo de los integrantes del equipo. En muchas ocasiones, la parte pública de la conducta se ve consolidada (RENDIMIENTO), pero la parte privada aún no y es en la competencia cuando podemos obtener esa información.

Saber hacer y saber hacer en condiciones de estrés no es lo mismo. (CAMPEONES DE GIMNASIO).

El líder debe conjugar todo el tiempo ambas orientaciones: los dos direccionamientos son complementarios y dependen uno del otro.

 Para conseguir resultados, necesito rendimiento y es mejor desarrollar el rendimiento buscando determinados resultados.

El direccionamiento conductual entonces demanda orientar adecuadamente ideas, emociones y comportamientos individuales hacia mejores rendimientos y en pos de grandes resultados.

Es imprescindible que el conductor se entrene y se especialice en el establecimiento de objetivos, de esa manera, dirigirá la conducta pública y privada del equipo.

Filosofía del alto rendimiento

El alto rendimiento tiene sus características particulares y su filosofía, y la gente suele confundir a veces el alto rendimiento con grandes resultados. El alto rendimiento trasciende los resultados y es importante que el líder tenga presentes los cimientos sobre los que aquel se solidifica, se construye y se dirige. Nuestro oponente principal en el alto rendimiento es uno mismo: el individuo compite consigo mismo todo el tiempo y busca superar sus propias marcas, porque no le alcanza con vencer al adversario del momento. El resultado es importante; sin embargo, no es el único indicador de importancia. Para conducir hacia el alto rendimiento, es muy importante tener definidos con claridad diferentes objetivos de rendimiento y resultado para la gestión de cada deportista.

La mejora permanente, asociada al alto rendimiento, implica que el líder también deba incorporar esta filosofía, y busque aumentar su rendimiento y mejorar su perfil de respuesta. Otra característica sobresaliente del alto rendimiento es el 100 % de esfuerzo al servicio del cumplimiento del objetivo. Nada se realiza probando o con la mitad de las fuerzas. El alto rendimiento requiere aprender a usar el 100 % de la energía disponible en pos del logro y crecimiento. Además, lo más complejo es la exigencia de recuperación energética casi inmediata: Ser de alto rendimiento no es poner todo, sino saber generar y recuperar con rapidez la energía. Perdurar dentro de ésta categorización implica tener en cuenta las rutinas de recuperación física y emocionalmente.

«TODA ACCION, REVELA AL TIPO DE SER QUE LA EJECUTA»…

Te voy a compartir algunos párrafos en torno a la principal amenaza de un equipo deportivo: consumir permanentemente la cultura del resultado. Si bien es cierto que todo equipo persigue la consecución de resultados (ya que ellos hacen a la naturaleza del juego reglado, en general, y a las disciplinas deportivas, en particular), la era postmoderna ha puesto sobre el tapete un consumo excesivo de esta dimensión de la conducta humana. Hoy pareciera ser que todo se reduce a «consíguelo o descártate». La esfera deportiva no es ajena a este fenómeno. Y una aclaración fundamental, desde la psicología del deporte y la actividad física, es que no se considera al resultado como una mala palabra. Todo lo contrario, es el objetivo ulterior que se persigue a partir de todo lo que se trabaja, pero es muy importante determinar cuál es la cuantía justa en la que se lo pone como eje.

Recordemos algunas de las características del resultado deportivo:

• Es la interacción de la ejecución propia con el entorno.

• Es la consecuencia de lo que se ejecuta.

• Es una variable dependiente de factores externos.

Mientras que en el caso del variable rendimiento, verdadero eje de gestión del deportista y sus conductores, los rasgos tienen que ver con los siguientes:

 • Es el nivel de ejecución de la conducta deportiva.

• Es la causa de lo que se ejecuta.

• Es una variable independiente de factores externos. Si se comprenden las diferencias entre ambos conceptos y cómo se complementan, puede concluirse que: aumentar la probabilidad de conseguir los resultados deseados tiene que ver, necesariamente, con poner el foco en la gestión del rendimiento siempre.

La experiencia de consultorio deportistas y entrenadores se resume muchas veces en expresiones como las siguientes: «no sé qué me pasa, a la hora de competir pierdo la confianza», «tengo miedo a equivocarme», «antes disfrutaba de esto, ahora lo padezco», «me pongo nervioso antes de jugar», «después de los partidos no paro de pensar en lo que pasó», «me desconcentro en la cancha», «estoy pensando en dejar». El único denominador psicológico común que atraviesa todos estos motivos de consulta es un excesivo consumo de la cultura del resultado.

Si todo pasa por ganar o perder, hay muchas chances de que la experiencia deportiva se limite a presión por ganar, miedo a perder, pero nunca deseo por jugar. Teniendo en cuenta que el disfrute es uno de los principales combustibles del psiquismo humano, la ecuación debería ser disfrutar para ganar y no ganar para disfrutar, como predica el excesivo consumo de la cultura del resultado. Crecer en relación a las habilidades, aptitudes y actitudes que conforman nuestro capital interno, debería ser el norte, en vez de la permanente comparación externa. Quien se enfoca desmedidamente en dónde quiere llegar, se desenfoca necesariamente de cómo hay que intentar subir cada escalón. La construcción del camino puede ser la mejor forma de forjar el destino deseado, en vez de obsesionarse, desde el minuto uno, con la llegada, sin percibir y vivir cada uno de los momentos del sendero a transitar.

«El deporte no construye el carácter, lo revela», es decir, el deporte saca a relucir tu verdadero Ser. Heywood Broun.

Malvina Mierez – Ricardo Labrone: Neuro-Entrenadores de Grupo Ciemec

(@grupo.ciemec / @centrociemec)