Abrazo Sanador «Interacciones y alteraciones del cerebro y la conducta

«No es mi mente la que pide abrazarte, es mi alma la que lo exige».

En nuestro mundo posmoderno hemos perdido el sentido de comunidad. Al mismo tiempo, el deseo de pertenencia se ha vuelto más intenso, más urgente, especialmente después del aislamiento forzado por la pandemia del Covid-19. El consumismo y el temor nos impulsan hacia una existencia cada vez más solitaria y aislada. Aun cuando la tecnología pretenda unirnos, lo único que ofrece la mayoría de las veces son imágenes simuladas que nos alejan de nuestras vidas. Vivimos realmente en una pandemia de miedo por separación, falta de pertenencia, pérdida de comunicación y aislamiento, entre otras amenazas. En suma, temor por la pérdida de nuestra salud e integridad. En esta crisis planetaria comenzamos a sentir los estragos que está ocasionando la disociación naturaleza-alma-cuerpo. ¿Cuántas enfermedades se están originando lentamente por el miedo, el aislamiento y la desinfección?

La pérdida de conexión y comunidad le cambia a una persona la percepción del mundo. La naturaleza misma se percibe como una intimidación constante. Las almas aisladas que experimentan una soledad crónica desconfían de los demás, lo que activa un mecanismo biológico de defensa. Así lo advierte el doctor Steve Cole, director del Laboratorio Central de Genómica Social de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Su investigación está orientada a comprender las vías fisiológicas de la soledad (las diferentes formas en que esta repercute en el funcionamiento de la mente y el cuerpo). «La soledad actúa como un abono para todas las enfermedades», apunta Cole. «La biología de la soledad puede acelerar la acumulación de placas en las arterias, ayudar a que las células cancerosas crezcan y se propaguen, y promover la inflamación en el cerebro que conduce a la enfermedad de Alzheimer». El doctor John Cacioppo, del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago, es otro experto de los efectos físicos que resultan de la desconexión social sobre los mecanismos celulares. Ha publicado distintos artículos científicos al respecto, así como el libro Loneliness: Human Nature and the Need for Social Connection , una mezcla de ciencia biológica y social. Este autor demuestra que, como individuos y sociedad, tenemos todo que ganar y perder, dependiendo de cómo gestionemos nuestros vínculos sociales. Él y Cole se asociaron para estudiar la variación de la expresión genética entre las personas que se sienten solas, versus las que no. «Descubrimos que la respuesta antiviral clave impulsada por las llamadas moléculas dein terferón de tipo 1 estaba profundamente suprimida en las personas solitarias en relación con las no solitarias», concluyeron. Cacioppo hizo la distinción entre estar solo y la soledad. Son dos cosas diferentes, aunque están interrelacionadas. El aislamiento social es la separación física objetiva de otras personas (vivir solo), mientras que la soledad es la sensación subjetiva de angustia por estar solo o separado. Es posible sentirse solo mientras se está entre otras personas, e igualmente posible es estar solo y no sentirlo.

El dolor, la depresión y la fatiga funcionan como un conjunto de síntomas y, por tanto, pueden compartir algunos factores de riesgo. Las relaciones interpersonales influyen claramente en la salud, lo que sugiere que la soledad puede promover el desarrollo de dicho conjunto de síntomas. La doctora Naomi Eisenberger, también de la UCLA, ha demostrado que las mismas áreas de nuestro sistema nervioso central que rigen el dolor físico interpretan la soledad: «Creemos que por eso la gente habla del rechazo como algo que literalmente duele, porque el cerebro procesa el dolor emocional de forma similar al dolor físico. Dado que estar conectados es tan importante para nosotros como especie, los investigadores creen que el sistema de pertenencia puede haberse unido al sistema de dolor físico a lo largo de nuestra historia evolutiva, tomando prestada la señal de dolor para resaltar cuando estamos socialmente desconectados.

Abrazo, antídoto para la desesperanza

«Cuando has sido fuerte durante demasiado tiempo sólo quieres una persona con la que la única fuerza que tengas que usar sea la de sostenerla en tus brazos.»

El abrazo es uno de los regalos más hermosos del mundo. Ayuda a superar un umbral que, de otro modo, nunca habríamos cruzado por nosotros mismos.

¡Cuánto valor, consuelo y medicina hay en el abrazo!

En todos los años de consulta no he visto nada más transformador en mis pacientes que un abrazo fuerte y cordial. Cuando nos abrazamos, las palabras se vuelven innecesarias; las terapias psicológicas y los medicamentos se convierten en aspectos secundarios. Con el abrazo genuino se abre un espacio sagrado y silencioso capaz de ordenar nuestro campo magnético, el cual precede a la bioquímica y tiene el potencial de dirigir al individuo a un nuevo equilibrio.

Un verdadero abrazo penetra en todas las fibras de nuestro ser. Ya no nos miramos el uno al otro desde la distancia; ahora, en cambio, nos permitimos sentir.

Abrazar es un gesto de afirmación, aprecio y reconocimiento.

¿Qué sucede en nuestra fisiología cuando alguien nos abraza? ¿Cómo afecta un abrazo a nuestra mente, nuestro corazón y nuestra fisiología? ¿Qué sabe la ciencia moderna sobre el abrazo?

La biología detrás del abrazo

«Abraza la periferia; deja que otros prueben las profundidades».

Los abrazos también pueden dar un impulso saludable a dicho sistema. La idea de que un abrazo puede aliviar los síntomas del resfriado común puede parecer completamente absurda, pero algunas investigaciones sugieren lo contrario. Un estudio del Dr. Murphy y sus colegas de la Universidad Carnegie Mellon examinaron cómo el estrés y el apoyo social influyen en la inmunidad y la susceptibilidad a las enfermedades infecciosas. Los participantes del estudio se expusieron a un virus de resfriado común, luego de lo cual se controlaron en cuarentena para evaluar los signos de la enfermedad. Se descubrió que quienes se sentían socialmente apoyados y eran abrazados con más frecuencia también experimentaban signos menos graves de la enfermedad. Asimismo, los abrazos pueden aminorar el ritmo cardíaco y la presión arterial. La Universidad de Carolina del Norte llevó a cabo un estudio con 59 mujeres, el cual arrojó algunos resultados interesantes. Tras una breve serie de preguntas y una charla general sobre su vida en pareja, algunas participantes terminaban cada sesión con un abrazo de su pareja durante 20 segundos. Las mujeres que así procedieron tuvieron una presión arterial y una frecuencia cardíaca más bajas durante las sesiones estresantes de la prueba. Los investigadores creen que la oxitocina (la hormona del amor que aminora el estrés y potencia la salud del corazón) podría explicar su mejor salud cardíaca.

Es muy probable que todos estemos de acuerdo en que a veces no hay nada como un abrazo cuando nos sentimos tristes. En una residencia de ancianos de Nueva York se decidió llevar a cabo un programa llamado «Embraceable You». La idea era fomentar un mayor contacto entre los residentes mayores y los miembros del personal para mejorar el bienestar de los primeros. Resultó que los residentes que recibían tres o más abrazos al día se sentían menos deprimidos, tenían más energía, podían concentrarse más fácilmente y dormían mejor. Según los científicos, los beneficios de los abrazos van más allá de la sensación de calidez que se experimenta al tener a alguien en los brazos. Si se aumenta la proporción de abrazos, disminuyen la presión arterial y el cortisol, se acelera la curación y mejora la inmunidad.

Finalmente, abrazando a un recién nacido contribuimos a aumentar su peso y mejorar su desarrollo en general. Numerosas investigaciones han demostrado que el contacto piel con piel, como un abrazo entre la madre y el recién nacido, produce importantes beneficios físicos y psicológicos para el niño, tales como los siguientes:

·       Menos llanto

·       Mejor sueño

·       Sentido de propiedad del cuerpo

·       Menos ansiedad

·       Correcto funcionamiento de la hormona del crecimiento, lo que conlleva a un adecuado desarrollo físico

·       Más empatía con los demás

¿Cuántos abrazos necesitamos? «Los abrazos son un lugar perfecto para vivir».

De acuerdo con la terapeuta familiar Virginia Satir, diariamente necesitamos cuatro abrazos para sobrevivir, ocho abrazos para mantenernos y 12 abrazos para crecer.

¡Pongamos a prueba la dosis de 12 abrazos diarios y miremos atentamente cómo cambia nuestra vida y la de los demás!

Malvina Mierez – Ricardo Labrone: Neuro-Entrenadores de Grupo Ciemec

(@grupo.ciemec / @ciemec).