Corral de palo y pique

En las antiguas estancias y en la época que costaba mucho conseguir alambre, los corrales se construían con postes -por lo general de ñandubay- que clavaban en la tierra uno junto a otro en forma que no hubiera espacio como para que un animal pudiera pasar entre ellos. La forma del corral era circular para evitar que los animales -en especial los salvajes o chúcaros- tuvieran un rincón donde pararse y tener la chance de defenderse de la persona que intentaba acercarse a agarrarlo.
Todo este circulo de palos era sujeto con tientos de cuero mojado, que al secarse apretaba a los palos asegurándolos fuertemente. En la abertura, puerta o tranquera del corral colocaban una hilera de troncos puestos y sujetos de igual manera que los que forman el corral. Esta especie de «pared » de troncos servía de guía a los animales para que ingresaran por la puerta del corral. En dicha puerta se ponían dos o tres troncos delgados como cierre o tranquera. Estos iban de forma paralela al suelo, y se desplazaban los mismos sobre un soporte, cuando se quería abrir y cerrar la puerta. Existen otros tipos de corrales redondos, pero construidos con panes de césped -similar a las construcciones de las paredes de césped en los ranchos-. Este tipo de corral se utilizaban para animales de porte más chico, como ovejas y cabras. La tranquera era del estilo puerta de una casa o de las actuales tranqueras de alambrados de alambre. Los corrales de palo a pique fueron de mucha utilidad en la antigüedad. Debemos considerar que en aquella época se trabajaba con animales chúcaros o montaraces -que vivían en los montes- y que en algunos casos eran totalmente salvajes, y que nunca habían tenido contacto con los humanos. De esta forma, cuando el animal ingresaba al corral por el camino que le iba indicando la pared de troncos, al ingresar al palo a pique se encontraba que no existía ningún rincón donde «hacerse fuerte» intentando patear o morder al paisano que quería agarrarlo. Allí, el hombre de campo demostraba toda su habilidad enlazando el animal para comenzar la domesticación. También los corrales de palo a pique se utilizaban para «el salto de Maroma»