El mandarinero es un árbol rutáceo espinoso, de hoja perenne y flores  aromáticas, cuyo fruto es la mandarina.
El mandarino interesa por su calidad  y sabor delicioso de su fruto (la mandarina), y por su utilización en la  industria alimenticia para la obtención de saborizantes. Además, se utiliza su  esencia de aroma fresco y delicado para la realización de perfumes.
Este árbol se caracteriza por tener una copa muy ramificada y el fruto achatado, con la piel fina y lisa, de color naranja y con muchas semillas. La mandarina es de sabor aromático y agradable.
Cultivo
El mandarino, es  de hojas pequeñas. Puede vegetar en tierras rústicas. Sus raíces son  superficiales, por lo tanto no requiere del desfonde ni tierras demasiado  sueltas. Se adapta bien a las tierras calizas, pero se desarrolla mejor en  tierras ligeramente ácidas y en las tierras ricas de regadío donde produce  abundante fructificación. Este árbol es uno de los cítricos más resistentes a  las bajas temperaturas. 
Plantación
El mandarino, como los demás cítricos, se  transplanta con el cepellón entero. Se planta en hoyos de 60×60 y que se sitúan  al mismo nivel de la tierra que existía en el vivero. El marco de plantación  ideal es de 4×5 metros.
Composición
Las mandarinas  son ricas en vitaminas, especialmente C y A; además, contienen minerales como el  sodio y potasio, por lo que son un complemento vitamínico ideal en la dieta  diaria. Pero el mayor valor de las mandarinas es la gran variedad de componentes  como el caroteno, muy abundante en la cáscara, los flavenos, terpenos y otras  sustancias similares a las que contiene la naranja o el limón. 

