“Difícilmente la argentina salga adelante” por Alejandro Ramírez

Con la final de la Copa América de fútbol y por segundo año consecutivo, quedó demostrado y confirmado que los argentinos somos individuos que no sabemos trabajar en equipo.

En este caso, tenemos la clara demostración con lo que ocurrió con la selección de fútbol nacional en el último mundial y en la última copa de nuestro continente. Porque no podemos dudar que los integrantes del equipo nacional son los mejores jugadores de fútbol que tiene nuestro país. Cada uno de ellos triunfa en equipos del extranjero, descollando con sus actuaciones en algunos casos. Siendo eficientes en la búsqueda de su objetivo, esforzándose al máximo para lograrlo. Pero esos mismos jugadores, cuando juegan todos juntos –todos argentinos- no obtienen ninguno de los logros buscados. Pensemos en las figuras descollantes que dio la Argentina: Fangio, Monzón, Vilas, Maradona, Messi, Ginóbili, los cinco premios Nobel –Carlos Lamas, Bernardo Houssay, Luis Leloir, César Milstein y Adolfo Perez Esquivel- Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortazar, el Papa Francisco y la lista se hace interminable. Pero si prestamos atención, cada uno de ellos triunfó individualmente. Si volvemos al fútbol, veremos que las veces que la selección fue ganadora siempre hubo una estrella que se puso el equipo encima. Kempes en el 78 y Maradona en las demás oportunidades.
Si este análisis lo trasladamos al sector productivo, nos encontramos que ocurre exactamente lo mismo. La miel argentina es de excelente calidad, siendo reconocida en el mundo como una miel “mejoradora” de otras de diferentes orígenes. Desde hace años se buscó juntar a todos los apicultores del país para lograr una Marca nacional para la miel y venderla a un precio superior por ser tan buena y reconocida en el mundo. Esto nunca se logró. Se sigue vendiendo la miel a granel a precios de mercado sin distinciones, mezclándose con otras de menor calidad en los diversos destinos. Y esto no se logró porque no se pudieron poner de acuerdo entre los apicultores involucrados. Al final, todos pierden. Los productores y todos los argentino porque ingresan menos divisas.
Veamos el caso de los agricultores. Muchos se juntan y entre todos compran una cosechadora. Es una buena forma de amortizar su costo, utilizándola en cada campo de los que compraron la máquina. Todo bien hasta que llega el momento de la zafra. Imaginemos que en el día de mañana todos tenemos nuestros girasoles en condiciones para ser cosechado. El servicio meteorológico indica que mañana a la noche se producirá una importante tormenta con caída de granizo. ¿Quién es el primero que usa la cosechadora?. Grandes discusiones llevan a que dicha máquina sea vendida por el grupo y que cada uno intente comprar su máquina o utilice contratistas. En ambos casos, con esta decisión hicieron subir sus costos. Más costos, menos ganancias.
Y así podríamos enumerar muchos casos más que ocurren en el sector agropecuario y en casi todos los sectores de la actividad económica argentina.
Cuando aprendamos que hay que imitar a los que les va bien, a trabajar en conjunto en búsqueda de objetivos comunes para el beneficio de todos, este bendito país podrá llegar a cambiar.
Seguimos votando “personajes” y no políticos honestos que tengan experiencia en administrar. Seguimos votando pensando tan sólo en nuestro bolsillo, y no en los bolsillos de nuestros vecinos, hermanos y amigos. Porque un verdadero “argento” busca sólo beneficiarse él. Y que el resto, se arregle como pueda. No terminamos de entender que si a nuestro país le va bien en su conjunto, nosotros estamos incluidos en ello.
Por todo esto es que entendemos que nuestro país tiene un desafío por delante de cambios estructurales en lo que respecta a sociedad, cultura y trabajo. Seamos menos ególatras y aprendamos a trabajar todos juntos.
Quizás este sea el momento.

Alejandro Ramírez
Periodista