El presidente y el jefe del PRO se vieron por última vez en agosto pasado y desde entonces solo intercambiaron algunos WhatsApp. El cruce de anoche con Santiago Caputo, ¿tregua o cordialidad? En ambos espacios se habla de una eventual cumbre para las próximas semanas. La elección porteña, clave
Por Federico Mayol
Ocho meses pasaron desde el último encuentro mano a mano y a solas entre Javier Milei y Mauricio Macri. La cita tuvo lugar en la Quinta de Olivos, en agosto pasado, en esa serie de comidas nocturnas que el presidente y el jefe del PRO mantuvieron en casi media docena de oportunidades para intentar sellar algún tipo de entendimiento político que, en teoría, redundaría luego en una alianza electoral para estas elecciones. Ayer se especulaba con que ambos se reencontrarían en la cena de la Fundación Libertad que se desarrolló en Parque Norte, y que aglutinó, como cada año, a buena parte de la dirigencia local de la derecha y la centroderecha, pero el jefe de Estado se excusó por cuestiones de agenda.
Ese faltazo volvió a alimentar en estas horas las peores versiones en torno al nivel de quiebre en el vínculo entre Milei y Macri. Anoche, la disputa entre La Libertad Avanza y el PRO, que se libra principalmente en la Ciudad de Buenos Aires, aportó un nuevo capítulo cuando Santiago Caputo se acercó a la mesa en la que ya estaba acomodado desde hacía un buen rato el ex presidente: se saludaron con amabilidad e incluso intercambiaron algún mensaje al oído que el consultor respondió con una sonrisa.
¿Principio de tregua o una simple cordialidad? Fuentes libertarias aseguraron que el principal estratega del presidente no tenía previsto participar del evento, pero decidió asistir junto a un grupo de colaboradores cuando se enteró que entre los invitados estaría el jefe del PRO. Según los organizadores, pidió incluso una mesa lo más cercana posible a la del ex presidente, aunque los lugares ya estaban asignados. El consultor fue uno de los últimos en llegar, con la recepción de la planta baja ya terminada. Ingresó al salón después de tirar el cigarrillo a un costado de la entrada. Es un vicio que Macri no tolera: con algunos amigos se quejó de que en alguna de las reuniones que mantuvo con él en las oficinas que utiliza sobre la porteña avenida Córdoba, el estratega le tiró el humo en su cara.
El propio ex mandatario ventiló, en público y en privado, que ese tipo de encuentros no habían resultado como esperaba. Fue desde ese momento que empezó a cargar con más fuerza contra el “entorno presidencial”, aunque en el último tiempo fue más crudo con la hermana del Presidente, con la que, casualmente, surgen cada vez más cuestionamientos, tanto a ella como a los Menem, desde sectores vinculados al consultor estrella del Ejecutivo. En el verano, Caputo le había enviado a Macri un emisario, su colega y amigo Facundo Calegari, para intentar encausar las negociaciones. No tuvo éxito.Mauricio Macri fue uno de los oradores (Fotos) Fundación Libertad)
“Hoy sigue todo un poco más que roto”, aseguró ayer por la tarde uno de los asesores más cercanos del jefe del PRO. “Se vieron por última vez hace ocho meses, en agosto. Después, hubo intercambios de WhatsApp, pero nada mas”, agregó. Uno de los mensajes más recientes fue en el anterior viaje del jefe de Estado por Washington, en la cumbre de la CPAC, cuando se vio con Donald Trump. Hablaron de verse, pero la promesa cayó en un saco roto. El paréntesis entre el último encuentro y estos días coincide con un resquebrajamiento muy evidente en la relación entre el presidente y el ex presidente que se agravó desde el momento en que Karina Milei confirmó que intentaría avanzar contra la hegemonía del PRO en la capital. Con el aval de su hermano.
Para Macri, esa decisión de los hermanos presidenciales fue una declaración de guerra, y un desafío a cielo abierto a su Jefatura en momentos en que un buen grupo de dirigentes bonaerenses propician un urgente entendimiento electoral en la provincia de Buenos Aires. La semana pasada, el jefe del PRO viajó hasta Mar del Plata, se fotografió con dos de esos dirigentes, Cristian Ritondo y el anfitrión, Guillermo Montenegro, y lanzó un mensaje en clave interna: dijo que aquellos que tenían precio ya habían sido “comprados”. La respuesta de Milei llegó a las pocas horas: le pidió que muestre “la factura”. Macri redobló enseguida las críticas, y el presidente pareció entonces tratar de conciliar: resaltó que después del 18M porteño “va a bajar la espuma”.
Si eso es posible tras la escalada de las últimas semanas, está por verse. En especial porque desde ambos espacios se dejó bien en claro que, para ambos, un buen resultado ya no es ganarle al peronismo, que se encamina a tener una muy buena performance, si no imponerse sobre el otro. En ese plano Macri se juega su liderazgo en un distrito en el que nunca perdió. Pero la apuesta de Milei también es de magnitud: ni más ni menos por el rol de armadora de su hermana. Salir detrás del PRO sería para ella un golpe duro.
La frase del ex presidente en Mar del Plata no cayó demasiado bien en aquellos sectores del PRO que promocionan el acuerdo en territorio bonaerense, pero sabían que podía pasar. Por eso, antes de la puesta en escena, avisaron a la Casa Rosada que, efectivamente, podía llegar a pasar. “El acuerdo en Provincia sigue igual de vigente”, explicaron desde esos sectores.
Tal vez uno de los que más abone y trabaje para ese entendimiento es Ritondo, un equilibrista, el principal negociador de Macri con el Gobierno, y uno de los mejores interlocutores del PRO con la Casa Rosada: tiene un vínculo aceitado con Milei, cosechó una buena relación con su hermana y tiene conservaciones diarias con Caputo. Es decir, los tres vértices del “triángulo de hierro”.Mauricio Macri en Mar del Plata, junto a Guillermo Montenegro y Cristian Ritondo
Anoche, Ritondo y el estratega hablaron durante un buen rato en la cena de la Fundación Libertad. Dentro del salón, y afuera, cuando salieron para compartir un cigarrillo, el vicio que detesta Macri.
Es más: ayer, una vez que el ex presidente y el consultor se saludaron frente a periodistas y las miradas de la dirigencia del PRO y LLA -“Esto es como Montescos y Capuletos”, bromeó en la cena el diputado Alejandro Bongiovanni, uno de los anfitriones-, surgió entre los asistentes la versión de que, en las próximas semanas, el presidente y Macri podrían volver a verse otra vez a mano a mano, ocho meses después de la última reunión.
“La semana que viene o después de la elección porteña puede haber una reunión entre ellos. Puede haber noticias pronto”, sugirió este lunes una fuente que está muy al tanto de los mensajes cruzados.
La tensión, de todos modos, sigue igual de latente por la batalla en la capital que por ahora tiene un desenlace incierto el próximo 18 de mayo. Hasta ese momento, asoma difícil algún tipo de acercamiento. “Es una obviedad, pero la clave está en la elección del 18M y en la lectura de ese resultado. Por ahora, todo es un partido de póker, nadie muestra las cartas”, opinó anoche un dirigente que compartió un rato de charla con Caputo.
“Lo de la ciudad era inevitable”, subrayó ayer Alejandro Catterberg, de Poliarquía, en Infobae en Vivo. Se refería a la inevitable disputa por el liderazgo del electorado de derecha y centroderecha, a la atomización del sistema político y a la extinción de Juntos por el Cambio, la última coalición exitosa de este país que llevó a Macri a la Presidencia en el 2015.
Las próximas semanas serán centrales. Este miércoles, por lo pronto, Milei prevé hacer su primera gran incursión en el distrito insignia del PRO junto a Manuel Adorni, en la zona sur de la casa matriz. El ex presidente hace semanas que recorre los barrios. El portavoz representó este lunes por la noche a Milei en la cena de Parque Norte y tuvo un discurso de mucha menos confrontación con el PRO, y de rivalidad con el kirchnerismo. A su turno, Macri también fue menos duro con el gobierno.
¿Es parte de una posible distención hacia adelante? ¿El saludo entre el ex presidente y Caputo puede enmarcarse en ese escenario?
Es una hipótesis. La dinámica de los sucesos, de todos modos, arroja un panorama cambiante. En el caso particular de la elección de la capital, prevista solo para dentro de tres semanas, más aún porque la mayoría de los encuestadores sostiene que el electorado aún no se comprometió al ciento por ciento con la elección.Argentina’s President Javier Milei, right, and his sister Karina arrive for the funeral of Pope Francis in St. Peter’s Square at the Vatican, Saturday, April 26, 2025. (AP Photo/Alessandra Tarantino)
Es que, en medio de una relación muy tensa, lo que empieza a definir el 18M es cómo siguen las negociaciones entre LLA y el PRO, si el acuerdo en territorio bonaerense es entre cúpulas o entre dirigentes, y el liderazgo de ese electorado que se concentra en gran medida por fuera del peronismo. El Gobierno se encamina, más allá del resultado, a engrosar su bloque de diputados y senadores a partir de diciembre, pero independientemente de ese resultado deberá negociar sí o sí con los aliados porque tampoco tendrá mayoría propia. Milei debe decidir qué rol quiere para Macri en ese contexto.
Los Milei tienen que definir, por caso, si quieren ser el verdugo del ex presidente -también del jefe de Gobierno, Jorge Macri-, como fueron los Kirchner de los Duhalde en el 2005. O si se avanza en un armado coincidente al de Sergio Massa y el PRO del 2013, que incluyó una lista conjunta en territorio bonaerense que tuvo en aquel momento el aval del ex presidente. Aunque con una diferencia: el acuerdo incluyó una cláusula no escrita por la cual el entonces intendente de Tigre no presentaba listas en la capital, el distrito emblema de Macri. Esa cláusula, esta vez, ya se rompió.
Fuente Infobae