Jimmy Kimmel volvió a la TV con un monólogo cargado de emoción, ironías y un contundente mensaje a Donald Trump

Jimmy Kimmel volvió a la TV con un monólogo cargado de emoción, ironías y un contundente mensaje a Donald Trump

  • «Nunca fue mi intención restarle importancia al asesinato de un joven», dijo al borde del llanto sobre sus comentarios acerca de Charlie Kirk que le valieron la suspensión de su programa.
  • Y advirtió: «Nuestro gobierno no puede controlar lo que decimos en televisión».

Fueron 17 minutos de un monólogo a toda orquesta, en los que Jimmy Kimmel pasó por todos los estados de ánimo. Con su característica ironía, el presentador se mostró a ratos emocionado y a ratos indignado, y no faltaron los dardos hacia el presidente Donald Trump por la suspensión que le había impuesto la cadena ABC, parte del grupo Disney, por sus comentarios sobre la muerte de Charlie Kirk.

El conductor del multipremiado late night show estadounidense reapareció en el estudio envuelto en aplausos del público. Tras 62 segundos de un griterío rotundo, rompió el hielo con un chiste a la altura de la tensión: «No estoy seguro de quién tuvo unas 48 horas más raras: yo o el CEO de Tylenol». El comentario mezcló autocrítica y burla a Trump, quien había sugerido —sin evidencia científica— que el medicamento podría vincularse con el autismo en embarazadas.

De ahí en más, Kimmel desplegó su arsenal: ironía, agradecimientos y una defensa encendida de la libertad de expresión. No se salvaron ni Trump ni Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), a quien acusó de presionar a ABC para bajarle el telón.

El humorista hizo un repaso personal de las últimas semanas, con la mezcla justa de dramatismo y chicana: «Ha sido abrumador. He recibido mensajes de todo el mundo, incluso del hombre que me despidió de mi primer trabajo en la radio en Seattle. Hasta él quiso animarme».Kimmel dijo que Trump intentó hacer todo lo posible para cancelarlo. Foto: APKimmel dijo que Trump intentó hacer todo lo posible para cancelarlo. Foto: AP

Entre agradecimientos, sorprendió con nombres poco esperados: mencionó a Jay Leno y hasta al senador republicano Ted Cruz. «Aunque no estoy de acuerdo con muchas de esas personas en la mayoría de los temas, y algunas de las cosas incluso me dan ganas de vomitar, hace falta valor para hablar en contra de esta administración, y lo hicieron. Se merecen el reconocimiento», dijo, y el público lo ovacionó.

Cuando tocó volver al motivo de su suspensión, se sinceró sin rodeos: «He escuchado mucho sobre lo que tengo que decir y hacer esta noche. La verdad es que no creo que lo que diga vaya a cambiar la opinión de nadie. Si les gusto, bien; si no, no me hago ilusiones». Una confesión con la crudeza de alguien que ya pagó el precio de hablar.

Con la voz quebrada y al borde del llanto, bajó el tono para marcar la diferencia entre el sarcasmo y lo que lo había llevado al centro de la tormenta: «Nunca fue mi intención restarle importancia al asesinato de un joven. No creo que haya nada gracioso en ello. Publiqué un mensaje en Instagram enviando amor a su familia y pidiendo compasión, y lo sigo sintiendo así. Tampoco era mi intención culpar a un grupo concreto de lo que fue, obviamente, el acto de una persona profundamente perturbada».

Ese instante de humanidad en medio del vendaval político no era menor teniendo en cuenta el contexto: sus monólogos posteriores al crimen habían encendido la reacción más dura del movimiento Maga. Kimmel apuntó directamente a ellos: dijo que muchos estaban «trabajando muy duro para capitalizar el asesinato de Charlie Kirk», y expuso cómo la tragedia se estaba usando como herramienta política.

Las amenazas contra él y su familia tampoco quedaron fuera de escena. Sin dramatizar, soltó una verdad incómoda: «Este programa no es importante. Lo importante es que podamos vivir en un país que nos permita tener un programa como este». La frase sonó más fuerte que cualquier chiste.

Para reforzar la idea, recordó sus charlas con colegas de otros países: «Pasé tiempo con comediantes de Rusia y Medio Oriente que me dicen que los meterían en la cárcel por burlarse de quienes están en el poder. Saben lo afortunados que somos aquí». El contraste le sirvió para subrayar su propia contradicción: «Eso es algo que me avergüenza decir que daba por sentado hasta que intentaron sacar a Stephen (Colbert) del aire e impedir que nuestro programa se transmitiera en algunas ciudades».

El turno del mensaje directo llegó sin rodeos. A Trump le habló como a un enemigo cara a cara: «Nuestro gobierno no puede controlar lo que decimos en televisión. Si permitimos que la libertad de expresión se derrumbe, el resto de nuestros derechos caerán como fichas de dominó».

Y cuando parecía que ya no quedaba munición, remató con otro dardo a la medida del show: «Intentó hacer todo lo posible para cancelarme. En cambio, obligó a millones de personas a ver el programa. Eso le salió muy mal». La estocada final vino con un toque internacional: «Tuve noticias de presentadores nocturnos de otros países. De Irlanda, de Alemania… el chico de Alemania me ofreció trabajo. ¿Te imaginás que este país se haya vuelto tan autoritario que los alemanes dicen: ‘Ven aquí, relájate’?».

El cierre fue tan desafiante como emotivo. «El Presidente dejó muy claro que quiere que me despidan a mí y a las cientos de personas que trabajan aquí. Nuestro líder celebra que los estadounidenses pierdan sus medios de vida porque no soporta una broma. Si vuelve a ocurrir con otro compañero, espero que ustedes (por el público) hagan ruido diez veces más fuerte», arengó. Y subió la apuesta: «No es solo comedia. Va también por nuestros periodistas, a los que está demandando y acosando… Quiere elegir cuáles son las noticias».

Kimmel eligió terminar con una lección que, según él, lo marcó desde la infancia: «Una amenaza del gobierno de silenciar a un comediante que no le gusta al Presidente es antiestadounidense. Sí, eso es antiestadounidense».

La suspensión de Jimmy Kimmel

Disney, dueña de ABC, había retirado del aire el programa el 17 de septiembre, horas después de que el gobierno de Trump amenazara con cancelar las licencias de transmisión debido a los comentarios del comediante sobre el asesinato del activista conservador.

«Tomamos la decisión de suspender la producción del programa para evitar agravar aún más la situación tensa en un momento emotivo para nuestro país», dijo Disney en un comunicado el lunes, donde consideró que algunos comentarios de Kimmel fueron «inoportunos» e «insensibles». La compañía agregó que, tras mantener «conversaciones profundas con Jimmy», resolvió reanudar el programa.

Este martes, en su monólogo, Kimmel opinó: «No me hizo ninguna gracia que me sacaran del aire. No estuve de acuerdo con esa decisión. Me dieron la bienvenida de nuevo y lo agradezco porque sé que, por desgracia y creo que injustamente, esto los pone en riesgo«.

El presentador provocó la ira de muchos conservadores al afirmar que los partidarios de Trump trataban de explotar políticamente el asesinato de Kirk, quien falleció baleado en un campus universitario el 10 de septiembre.

El presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), Brendan Carr, aprovechó la polémica al insinuar que podría revocar las licencias de los canales que transmitieron el programa.

Nexstar y Sinclair, dos compañías que controlan más de 50 de estos canales en Estados Unidos, anunciaron que retirarían el programa de su parrilla, tras lo cual ABC lo suspendió en todo el país.

Sinclair, que la semana pasada exigió a Kimmel disculparse con la familia de Kirk y hacer una donación al grupo conservador Turning Point USA, anunció que no emitiría nuevamente el programa. Nexstar hizo lo propio este martes.

La abrupta suspensión provocó indignación en Estados Unidos: la izquierda la interpretó como un ataque por las frecuentes críticas del comediante a Trump. Algunos en la derecha política también expresaron reservas, incluyendo aliados habituales de Trump, como el senador Ted Cruz y el presentador Tucker Carlson.

Sin embargo, el Presidente calificó la suspensión como una «gran noticia para Estados Unidos» y exigió que otras figuras del entretenimiento, como Jimmy Fallon y Seth Meyers, fueran retiradas del aire.

El monólogo completo de Jimmy Kimmel

En fin, como decía antes de que me interrumpieran, si acabás de unirte a nosotros, adelantamos tu episodio habitual de «Celebrity Family Feud» para traerte este informe especial. Me alegra estar aquí esta noche con ustedes.

Y no estoy seguro de quién tuvo unas 48 horas más raras: yo o el CEO de Tylenol.

Ha sido abrumador. He escuchado a mucha gente en los últimos seis días. He recibido noticias de personas de todo el mundo. Todos mis conocidos me han contactado unas diez u once veces. Incluso personajes raros de mi pasado, como el tipo que me despidió de mi primer trabajo en la radio en Seattle. Por cierto, no salimos al aire esta noche. Lo siento, Seattle.

Se llama Larry. En 1989, Larry intentó obligarme a hacer un programa llamado «Chistes por Donas», donde la gente llamaba con un chiste y yo les daba donas. Me negué a hacerlo y luego me burlé bastante de Larry por haberlo sugerido. Al final, Larry me despidió y tuve que volver a vivir con mis padres. Pero incluso él me escribió para animarme. Gracias, Larry.

Y quiero agradecer a todos los que se registraron. Me llevaría toda la semana mencionarlos, pero hay algunos que quiero destacar especialmente: mis compañeros presentadores de programas nocturnos. Mi amigo Stephen Colbert, que se ha encontrado en esta situación difícil. Mis amigos Jon Stewart, Seth Meyers, Jimmy Fallon, John Oliver, Conan O’Brien, James Corden, Arino, Kathy, Wanda, Chelsea, e incluso Jay, se pusieron en contacto.

Tuve noticias de presentadores nocturnos de otros países. De Irlanda, de Alemania… El chico de Alemania me ofreció trabajo. ¿Te imaginas que este país se ha vuelto tan autoritario que los alemanes dicen: «Ven aquí, relájate»?

Mis ídolos de la infancia, Howard Stern y David Letterman, fueron muy considerados y amables. Me siento honrado de formar parte de un grupo de personas que saben lo que implica hacer un programa como este.

Y también quiero agradecer a todos los que apoyaron a nuestro programa y se preocuparon lo suficiente como para hacer algo al respecto, para hacer que sus voces y la mía se escucharan. Nunca lo olvidaré.

Y quizás, de forma extraña, quiero agradecer a las personas que no apoyan mi programa ni mis creencias, pero que respetan mi derecho a compartirlas de todos modos. Personas que nunca me habría imaginado, como Ben Shapiro, Clay Travis, Candace Owens, Mitch McConnell, Rand Paul… incluso mi viejo amigo Ted Cruz. Créanlo o no, dijo algo muy hermoso en mi nombre. Creo que nunca he dicho esto antes, pero Ted Cruz tiene toda la razón. Esto nos afecta a todos, incluido él. Si Ted Cruz no puede hablar libremente, entonces no puede hechizar a los Pitufos.

Aunque no estoy de acuerdo con muchas de esas personas en la mayoría de los temas, y algunas de las cosas incluso me dan ganas de vomitar, hace falta valor para hablar en contra de esta administración, y lo hicieron. Se merecen el reconocimiento. Y gracias por decirles a sus seguidores que no se puede permitir que nuestro Gobierno controle lo que hacemos y lo que no decimos en televisión, y que tenemos que hacerle frente.

He escuchado mucho sobre lo que tengo que decir y hacer esta noche. La verdad es que no creo que lo que diga vaya a marcar una gran diferencia. Si les gusto, les gusto; si no, no les gusto, y no me hago ilusiones de cambiar la opinión de nadie. Pero quiero dejar algo en claro, porque es importante para mí como ser humano: que entiendan que nunca fue mi intención restarle importancia al asesinato de un joven. No creo que haya nada gracioso en ello.

Publiqué un mensaje en Instagram el día que lo mataron, enviando amor a la familia y pidiendo compasión. Lo dije en serio y lo sigo haciendo. Tampoco fue mi intención culpar a ningún grupo específico por las acciones de lo que obviamente era una persona profundamente perturbada. Eso fue realmente lo opuesto a lo que estaba tratando de decir. Pero entiendo que, para algunos, fue inoportuno o poco claro, o tal vez ambas cosas.

Y para aquellos que piensan que sí señalé con el dedo, entiendo por qué están molestos. Si la situación fuese al revés, es muy probable que me hubiera sentido igual. Tengo muchos amigos y familiares en el otro «bando» a quienes quiero y con quienes sigo cerca, aunque no coincidamos en nada en política. No creo que el asesino que disparó a Charlie Kirk represente a nadie. Era una persona enferma que creía que la violencia era una solución y nunca lo es.

Además, egoístamente, soy una persona que recibe muchas amenazas contra mi vida, horribles y aterradoras. Contra mi esposa, mis hijos y mis compañeros de trabajo, por lo que elijo decir. Y sé que esas amenazas no vienen de la clase de gente de derecha que conozco y amo. Eso es lo que quería decir sobre este tema. Pero no quiero que esto gire en torno a mí, porque sé que esto es lo que dice la gente cuando habla de ellos… pero, en realidad, no lo es.

Este programa no es importante. Lo importante es que podamos vivir en un país que nos permita tener un programa como este.

Pasé tiempo con comediantes y presentadores de países como Rusia y Oriente Medio, que me dicen que los meterían en la cárcel por burlarse de los que están en el poder. Y peor que ir a la cárcel, saben lo afortunados que somos aquí. Nuestra libertad de expresión es lo que más admiran de este país, y eso es algo que me avergüenza decir que daba por sentado hasta que sacaron a mi amigo Stephen del aire e intentaron obligar a los afiliados que dirigen nuestro programa en las ciudades donde está a que lo sacaran del aire. Eso no es legal ni estadounidense, y es muy peligroso.

(Trump) intentó hacer todo lo posible para cancelarme. En cambio, obligó a millones de personas a ver el programa. Eso le salió muy mal. Puede que tenga que publicar los archivos de Epstein para distraernos de todo esto.

Ahora, mucha gente me preguntó si hay condiciones para mi regreso al aire. Y sí hay una. Disney me ha pedido que lea la siguiente declaración y he aceptado hacerlo. «Para reactivar tu cuenta de Disney Plus y Hulu abre la aplicación Disney Plus en tu televisor inteligente o dispositivo conectado a la TV».

He tenido la suerte de trabajar en una empresa que me ha permitido hacer el programa de la forma que quería hacerlo durante casi 23 años. Hice 4000 programas en ABC. Me han permitido evolucionar y ampliar los límites de lo que alguna vez fue tradicional para un programa de entrevistas nocturno. Cada noche han defendido mi derecho a burlarme de nuestros líderes y a defender temas que considero importantes al permitirme usar su plataforma. Y estoy muy agradecido por eso.

Dicho esto, no me hizo ninguna gracia que me sacaran del aire en una ocasión. No estuve de acuerdo con esa decisión. Me dieron la bienvenida de nuevo al aire, y lo agradezco porque sé que, por desgracia —y creo que injustamente—, esto los pone en riesgo.

El presidente de Estados Unidos dejó muy claro que quiere que a mí y a las cientos de personas que trabajan aquí nos despidan. Nuestro líder celebra que los estadounidenses pierdan sus medios de vida porque no soporta una broma. Si vuelve a ocurrir con otro compañero, espero que hagan ruido diez veces más fuerte que esta semana. Tenemos que alzar la voz porque no va a parar. Y no es solo comedia: también va por nuestros periodistas, a los que está demandando y acosando… Quieren elegir y escoger cuáles son las noticias. Sé que eso no es tan interesante como presionar a un comediante, pero es muy importante tener una prensa libre. Walter Cronkite debe estar revolcándose en su tumba ahora mismo. ¿Está muerto, verdad?

Nunca imaginé que estaría en una situación como esta. Apenas prestaba atención en la escuela, pero una cosa que aprendí de Lenny Bruce, George Carlin y Howard Stern es que una amenaza del gobierno de silenciar a un comediante que no le gusta al Presidente es antiestadounidense. Eso es antiestadounidense.

Dejemos de permitir que estos políticos nos digan lo que quieren y digámosles lo que queremos.

Fuente Clarin