Pese a los malos augurios, en las elecciones de octubre el Presidente consolidó su protagonismo local y en la región
Todos los años, los editores del Grupo de Diarios de América, una alianza de diarios de la región que integra LA NACION, votan a los personajes del año a nivel internacional y latinoamericano. Javier Milei fue el más votado a nivel regional de 2025
El 27 de octubre pasado, Javier Milei subió al escenario. Se hizo silencio y cantó una estrofa de una canción partidaria a capella. Hubo una arenga y empezó su discurso. “Si vieras qué linda que está la Argentina. Y qué lindo le queda el violeta”, dijo. Fueron las primeras palabras del Presidente a poco de confirmarse su triunfo en las elecciones de medio término, en las que se elige a la mitad de los diputados y un tercio de los senadores. Literalmente, tiñó el país de violeta, el color del partido que fundó, La Libertad Avanza (LLA).

Aquella noche marcó el inicio formal de la segunda mitad del gobierno de Javier Milei y también, el comienzo de una etapa en la que lo esperan desafíos de fondo. Se trata de remover placas tectónicas de la legislación y la regulación argentina como la normativa laboral o el esquema impositivo.
“En su segunda mitad de mandato, el presidente Milei enfrenta el desafío de consolidar la estabilización macro con un programa con anclas y reglas claras -que evite una apreciación real persistente y permita acumular reservas- y una hoja de ruta de reformas que pase por el Congreso. Si no lo logra, quedará atrapado entre incertidumbre cambiaria/monetaria, crecimiento esquivo y dependencia de anuncios puntuales”, afirma el economista Luis Secco, director de Perspectivas Económicas.
El Presidente, que asumió en 2023, tuvo un objetivo primordial: bajar la inflación, un imperativo que él mismo se impuso y que fue el eje de toda su política de ajuste. Su plan fue dejar de emitir y cortar el gasto público, un objetivo que logró al mes de asumir y que no abandonó nunca más. Cuando asumió, la inflación cerraba el año en 211%, con una aceleración rumbo a la hiperinflación. En octubre, último dato publicado por el Indec, el organismo estadístico argentino, el índice de precios fue de 2,3% y el acumulado en los últimos 12 meses, 31,3%.

Con las cuentas en orden bajó la emisión monetaria, desarmó una estructura de deuda del Banco Central y sacó parte de las restricciones cambiarias. El riesgo país, un indicador que mide la diferencia en el interés que paga un país por su deuda en comparación al interés que paga por sus bonos la Reserva Federal de los Estados Unidos, era de 2600 puntos cuando ganó la presidencia, en octubre de 2023. Actualmente ronda los 600 y, justamente gracias a la caída, el Gobierno anunció que regresa a los mercados a buscar financiamiento, un hecho que no sucedía desde 2018.
Para lograr el objetivo, Milei puso en marcha, quizá, el ajuste más anunciado y aplaudido de la historia argentina. Lo dijo en la campaña presidencial, fue el eje de su discurso en el Congreso cuando asumió y lo convirtió en su credo político y presupuestario.
Achicó el Estado, eliminó organismos y redujo la plantilla de empleados públicos; congeló sus ingresos (y los de los funcionarios) y ajustó las jubilaciones. Cortó la obra pública y ralentizó muchas de las obligaciones de la Nación con las provincias. Subió impuestos no bien asumió para atender la emergencia y varios ya fueron quitados con lo que redujo la presión fiscal nacional.
Gobernó uno de los dos años con facultades delegadas y pudo usar su icónica motosierra, uno de los símbolos libertarios. Jamás ocultó su alineamiento con Estados Unidos y orientó su política exterior a acompañar los deseos de la Casa Blanca.

A principios de año, apareció el escándalo de la criptomoneda Libra, un activo financiero que promocionó con un posteo en X y que, después de millonarios movimientos en billeteras virtuales que aprovecharon la suba, se desmoronó y perdió todo su valor en horas.
Aquel escándalo colocó por primera vez a “El Jefe” en un lugar incómodo. Karina Milei, su hermana, secretaria General de la Presidencia y elemento vital en la vida del libertario quedó interpelada por la opinión pública, aunque no por la Justicia porque no llegaron aún a probarse nexos concretos con la criptoestafa.
En julio, empezaron los problemas. Se avecinaban las elecciones y LLA decidió avanzar sólo, sin grandes acuerdos sino con alianzas en algunos distritos. En medio, los argentinos hicieron lo que sucede cada vez que hay indefiniciones políticas: denigran el peso y se pasan a dólares.
Entró a la campaña otro caso de supuesta corrupción en la distribución de los fondos de una agencia que subsidia las políticas de personas con discapacidad (Andis). El dólar subía, el oficialismo perdía elecciones provinciales (eligen cargos distritales) y entonces Milei golpeó la puerta en Estados Unidos.
La Reserva Federal apoyó en el peor momento financiero, mientras el Banco Central vendía reservas para contener el dólar. En esos días, un bloque opositor lo arrinconó en el Congreso con una decena de leyes que subían el gasto y golpeaban el plan económico basado en el equilibrio de las cuentas públicas.
Llegaron las elecciones y LLA se llevó un aplastante triunfo. Pasó de dos diputados en 2021 a los 95 con los que ahora es primera minoría. En esta nueva etapa, con ese brazo legislativo intentará gobernar y avanzar en reformas que la Argentina se debe desde hace décadas.
Para el politólogo Sergio Berensztein, “el principal desafío que enfrenta Milei, ahora que logró acumular suficientes asientos en el Congreso y con una oposición fragmentada y carente de liderazgos competitivos, es aprovechar un contexto en principio ideal para terminar de estabilizar la economía (la inflación continúa en torno al 30% anual) y avanzar en el proceso de reformas estructurales, que la Argentina abandonó en la segunda mitad de la década de 1990. Ambas cuestiones suponen complejidades técnicas y políticas muy significativas tanto en el diseño como en su implementación”.
En definitiva, el resultado de las elecciones de octubre y la nueva conformación del Congreso pueden generar el impulso necesario para encarar las reformas pendientes. Y en esto coincide Secco: “La viabilidad política es importante: sin leyes, no hay reformas; sin reformas, no hay sustentabilidad. Pero las reformas no son sustitutos de una macro más sólida y ordenada. Si logra coordinar expectativas, alinear precios relativos y encauzar la inversión, puede abrirse un ciclo de normalización y crecimiento perceptible (del producto y del empleo). Si no, el riesgo es tener que concentrar la gestión en administrar la inercia con menos crédito del mercado y de la sociedad”.
No obstante, hay otros factores que también deben tomarse en cuenta.
“El contexto y el humor social son claves: la sociedad argentina está ávida de soluciones, crecimiento y sobre todo mejoras tangibles en el plano material. En efecto, una década y media de estanflación la dejó agotada, sin reservas, descapitalizada y con múltiples demandas insatisfechas. En este sentido, si Milei no logra al menos responder con solvencia a algunas de ellas, puede terminar siendo víctima de la misma ola de rechazo a los gobernantes que hace dos años lo depositó al frente de la Casa Rosada”, sostiene Berensztein.
Por Diego Cabot
Fuente Lanacion

