Dos curas emblemáticos compartieron con PERFIL sus recuerdos personales y las vivencias que tuvieron con Francisco. Como lograba “empujar” a la Iglesia argentina, y global, para que se acercara a los más pobres y marginados.
“Yo conocí a Francisco cuando aún cursaba en el Seminario, allá por 1999, al poco tiempo después de que hubiera asumido el arzobispado”, le contó a PERFIL Lucas Arguimbau, actual párroco en el Santuario de San Cayetano, de Liniers. Y agregó: “ya desde ese momento fue especial, porque -si bien el arzobispo anterior también visitaba los seminarios-, con Francisco fue diferente. Cuando venía, se abría a una ronda de preguntas muy franca. Nos decía “pregunte lo que quieran”, algo poco común para nosotros que éramos estudiantes de primer año. Así se armaba un diálogo muy interesante”.
Otro recuerdo que destaca el padre Lucas es una costumbre que Bergoglio había instaurado hace ya casi tres décadas. “Cuando los seminaristas volvíamos de las vacaciones, teníamos que salir a misionar y vivir durante una semana en algún lugar emblemático o marginal: íbamos al cotolengo, a una cárcel, a un hospital o a una villa. Eso nos hacía ver muy de cerca una realidad que, normalmente, los seminaristas no conocíamos”.
También es significativo, según Arguimbau, lo que pasaba en San Cayetano, especialmente en los años de la crisis del 2001. “Su homilía, que se conocía el 7 de agosto, era seguida con muchísima atención y marcaba una tendencia entre los fieles y en toda la sociedad. Y esa atención se fue sumando a lo que decía en otras ocasiones como el Tedeum. No solo lo seguía la gente, sino que también los medios de comunicación replicaban sus ideas”.

Para este párroco, otro punto de Bergoglio que solía llamar la atención es que “elegía usar un lenguaje muy cercano a la gente, con un modo de hablar y gestos que lo diferenciaban de sus antecesores y le daba mucha llegada. De hecho, a nosotros, su forma de ser nos marcó a fuego ya desde el mismo seminario y lo interesante es que luego, a partir del 2013 con su llegada al papado en Roma, ese “formato” se extendió a toda la Iglesia”.
Finalmente, detalló una conducta del papa que ya seguía cuando aún era arzobispo: “el tradicional lavado de pies de gente en espacios y situaciones de dolor que repetía todos los Jueves Santos. Lo hacía en cárceles, hospitales o con inmigrantes ilegales. Esto le daba una cercanía muy grande a toda la gente”.
Claramente, Francisco era una persona que típicamente iniciaba los procesos de cambios. “Aún hoy, en un ataúd muy simple, es un símbolo que nos marca cómo ahora nuestra Iglesia se apoya en la misericordia y está abierta para todos. Él lo repetía tres veces: ‘una iglesia para todos, todos, todos’”.
Finalmente, el párroco de San Cayetano considera que el legado de Francisco es claro: “Venga quien venga, sus ideas y actitudes ya dejaron su impronta y es difícil que ahora cambie totalmente la cercanía de la Iglesia con las personas marginadas.

Curas villeros
“Cuando conocí a Bergoglio y empezamos a charlar sobre temas pastorales y mi actividad con los jóvenes, enseguida se armó un vínculo especial, de mucha confianza y me apoyó para mi trabajo en las villas”, recordó ante PERFIL José María Di Paola, el padre “Pepe”, actualmente párroco de Nuestra Señora de Lourdes, en La Banda, Santiago del Estero. «Yo estaba empezando con esos temas. Y Francisco no solo aceptó mis ideas, sino que me estimuló para ser párroco de la Villa 21 y empujar el trabajo con los jóvenes”, agregó.
Según el padre Pepe, “a él le gustaba y sintonizaba con nuestro trabajo por la forma de vida que adoptamos los curas villeros, porque implica estar con la gente, llevando el evangelio a la vida cotidiana de los barrios. Él nos empujó a hacer crecer esa modalidad de trabajar, ya que él creía en unir la religiosidad popular con la organización popular”.
Con el paso del tiempo, Bergoglio hizo crecer mucho esa modalidad, dándole prioridad. Él venía y nos apoyaba en serio. Por ejemplo, alguna vez que un cura villero estaba con gripe, en cama, el mismo -ya siendo obispo- se venía hasta la villa a reemplazarlo en la misa”.
Otro tema que compartió con PERFIL el padre Pepe fue la plena libertad y el apoyo que Bergoglio les daba para llevar adelante su trabajo en los barrios, incluso en las épocas más complejas. Por ejemplo, con su idea de empujar las 3 “C”: “Capilla”, “Club” y “Colegio” en todos los lugares en los que pudiéramos”.
Lo cierto es que siempre nos acompañó en todas las iniciativas de esos años. Por eso luego del 2013 no nos sorprendió tanto su forma de ejercer el papado: ir a lugares marginales, comprometerse con todos es algo que ya hacía desde siempre.
¿Cambiará sus ideas su sucesor? “No creo, porque ya están consolidadas. Sí pienso que el futuro Papa tendrá que encarar un proceso de consolidación. Un Papa que sea organizador. Francisco era un buen líder trazando metas, pero también se necesita a alguien que pueda bajar estas líneas a la realidad y al trabajo cotidiano.
Fuente Perfil