Jorge Macri adelantó la fecha de los comicios y el electorado porteño perdió interés por votar. Preocupa que la misma decisión de Kicillof ponga en riesgo el bastión del PJ. Fragmentación o unidad, la otra definición clave.
El resultado de las elecciones de este domingo en la Ciudad de Buenos Aires encendió luces de alerta en el peronismo bonaerense. El desdoblamiento de la fecha de votación no evitó la nacionalización de la campaña y propició la apatía del electorado porteño, con la participación más baja desde el regreso de la democracia.
Los dirigentes tomaron nota y, el día después de las elecciones, comenzaron los análisis puntuales, el reconocimiento de los errores propios y ajenos, y las proyecciones para el resto de las jurisdicciones.
El PRO fue el primer oficialismo local en perder una elección en lo que va del año, lo que echó por tierra la teoría de que los gobernadores se hacen fuertes en sus territorios gracias al desdoblamiento, y confirmó la hipótesis de que el que arrastra el voto es el presidente Javier Milei y cuanto más cerca estén de él mejor será el resultado propio.
Al igual que los bonaerenses, es la primera vez en la historia que los porteños votarán en dos fechas diferentes a los representantes de la Legislatura (este domingo) y a los legisladores nacionales (el 26 de octubre próximo), pero ambas jurisdicciones también comparten otra característica en común: el oficialismo local fracturado.
En ese contexto, el peronismo acelera la búsqueda de explicaciones que ayuden a dar claridad en un panorama electoral adverso, en el que no les funcionó por sí sola ninguna receta: ni polarizar con Milei; ni conseguir la unidad más amplia posible, pero no completa; ni intervenir el partido; ni desdoblar.
Preocupa que en la provincia de Buenos Aires en septiembre y en las elecciones generales de octubre se repita un escenario de alto ausentismo, como consecuencia de la imposibilidad de contagiar entusiasmo.
Además, el hecho de que sin PASO se profundice la dispersión de alternativas electorales, en beneficio de Milei que, sin necesidad de alianzas, demostró que puede captar el mayor caudal del voto del PRO y de cualquier expresión de derecha y centroderecha, y que LLA lleve como cabeza de lista una figura de peso, como Karina Milei o Patricia Bullrich.
Tras el resultado del domingo, en el PRO y en el PJ crece también el temor a que se profundice la fuga de dirigentes a las listas de Milei en las provincias que desdoblaron.
El análisis post derrota
Los primeros análisis en el peronismo se hicieron en caliente, con la decepción de haber conseguido el segundo lugar y con la efervescencia del triunfo libertario aun sonando cerca, pero a medida que fue bajando la espuma la mirada se volvió menos derrotista y más analítica, buscando explicaciones y soluciones y no solo responsables.
La primera crítica interna fue el clima triunfalista que invadió la campaña y que le permitió a Milei encender la mecha antikirchnerista en el electorado porteño. De hecho, si se mira el mapa de estas elecciones, cuanto más violeta se tiñeron los barrios, menor fue el ausentismo.
Para algunos, ese fenómeno demuestra que la idea de ir a votar se potenció para que no gane el kirchnerismo, mientras que el peronismo no pudo despertar el mismo interés para evitar el avance libertario.
“El desdoblamiento redujo la visibilidad y el arrastre que suelen generar las elecciones nacionales, debilitando el interés ciudadano en los comicios locales“, analizó un estudio de Llorente y Cuenca y agregó que “ha contribuido a la percepción de que la elección porteña se trataba de una instancia electoral de menor relevancia”, lo que acentuó “la apatía de la ciudadanía por la actividad cívica”.

También hay cuestionamientos sobre la estrategia electoral, con Leandro Santoro que levantó muy rápido el perfil y permitió la rápida reacción de Karina Milei -armadora de LLA- que bajó a la competencia por una banca en la Legislatura porteña a una de las figuras libertarias más fuertes y con proyección nacional.
La búsqueda de responsabilidades también alcanza a Guillermo Moreno, Juan Manuel Abal Medina, Claudio Lozano y Marcelo Peretta, que creen que dispersaron el voto peronista en alternativas que se sabían poco competitivas y que “lo único que hicieron fue colaborar a que gane Manuel Adorni”. Ninguno de los candidatos de esos espacios logró superar el 3% necesario para ser electos.
El piso para empezar a construir
Pero no todas las lecturas son derrotistas. Están quienes se enfocan en que el de este domingo fue el mejor resultado del peronismo en las últimas cinco elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires y que Santoro consiguió la primera minoría en la Legislatura porteña.
“Nunca una elección de concejales más sobrevalorada, decadente, porteño-ombliguista... Y de tal precariedad política e intelectual. Solo la 1/2 del padrón les dio bola… El presidente y todo el ‘aparato’ nacional, 30%. Un expresidente y jefe de gobierno con todo el aparato local, 14%. Otro exjefe de Gobierno 8%. Y un tipo solito, sin un cospel y a puro huevo, (vaya mi respeto y admiración) @SantoroLeandro soplándoles la nuca… ¿Qué carajo festejan?“, escribió en su cuenta de X el exdiputado Jorge Yoma.
Yoma fue representante legal del gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, en la disputa con Cristina Kirchner por la presidencia del PJ, y su posición optimista contrasta con el derrotismo que circula en el entorno de la expresidenta, que cree que el peronismo nunca va a poder ganar en CABA.
Entre los optimistas celebran también que Santoro haya despegado su campaña del kirchnerismo, con color nuevo incluido (el verde frente al turquesa de los últimos años) y que no haya necesitado de la figura de Cristina Kirchner para instalar su candidatura (como le pasó a Adorni con Milei y a Silvia Lospennato con Mauricio Macri). Están convencidos de que es una buena oportunidad para ampliar de cara a octubre.
Fuente TN