Cumple 60 años la histórica heladería de Acassuso que hace el cucurucho bañado más alto y famoso de la Argentina

Cumple 60 años la histórica heladería de Acassuso que hace el cucurucho bañado más alto y famoso de la Argentina

  • Se trata de Via Flaminia, un clásico indiscutido sobre avenida Libertador.
  • Un local de culto que siempre estuvo en manos de la misma familia de origen italiano.

Hay fotos familiares que se repiten en miles de casas de zona nortechicos con la cara enchastrada de helado, padres sosteniendo un cucurucho como si fuera la antorcha olímpica, y abuelos que advierten “¡cuidado, que se cae!”. Todas tienen algo en común: Via Flaminia, la heladería de Acassuso que acaba de soplar 60 velitas y que desde 1965 sirve el cucurucho bañado más famoso (y más alto) del país.

No es un cucurucho, es un desafío arquitectónico: 60 centímetros de helado que obligan a comer rápido, calcular la inclinación del cono como si fuera la Torre de Pisa y rezar para que no se caiga antes de la última cucharada. El secreto está en los 300 gramos de helado artesanal, fabricado a diario, coronados por un baño de chocolate que ya es marca registrada en la Avenida Libertador.

La heladería siempre estuvo en manos de la misma familia, que defendió la receta original como si fuera un tesoro de abuela. Y lo lograron: seis décadas después, Via Flaminia sigue convocando a vecinos, turistas y hasta celebridades que hacen fila con la misma ansiedad que cualquier chico de barrio. Porque acá el ritual es simple: pedir el cucurucho, esperar con la sonrisa lista y aceptar que terminar enchastrado es parte de la experiencia.

La historia de Via Flaminia

La historia de Vía Flaminia empezó en 1965, cuando Antonio Capraro y Amparo Capradella decidieron mudarse de Villa Ballester a Acassuso. Vendieron las dos heladerías que tenían y compraron un local amplio en la esquina de Urquiza y Libertador. Allí nació la heladería que cumple seis décadas y que lleva su nombre en honor a la Via Flaminia, la avenida que atraviesa Conegliano, el pueblo italiano donde Antonio pasó su infancia.

El nuevo local tuvo una particularidad desde el inicio: no cerraba en invierno. “En esa época las heladerías cerraban luego del verano, pero esta no. Había que pasar el invierno”, recuerda Sandra, hija del matrimonio y actual responsable de la heladería. El ingenio de Antonio dio con la solución: en medio de la temporada baja inventó un helado que se volvió leyenda. “Creo que a mi papá se le ocurrió hacer el helado tan alto por el aburrimiento del invierno, cuando había menos clientes”, cuenta.

Via Flaminia, una fachada clásica de Acasusso.Via Flaminia, una fachada clásica de Acasusso.

Tras varios ensayos fallidos y litros de chocolate derretido, lograron dar con la fórmula justa: una torre de cremas heladas bañada en chocolate que se sostiene hasta alcanzar 60 centímetros de altura. El cucurucho bañado más alto del país se convirtió en el sello de la casa, un atractivo que durante décadas llevó a vecinos, turistas y famosos a posar con el cono como si fuera un trofeo.

Para Sandra, la heladería no fue solo un negocio familiar, sino el escenario de toda una vida. “Tengo una infancia con recuerdos muy lindos acá adentro”, dice. Y agrega: “Era mi familia esto. Con los empleados festejábamos Navidad juntos. Mis papás nos llevaban a parques o salidas con ellos. Era como una gran familia”. También recuerda las tardes de colegio con destino fijo: “Salir del colegio y venir acá en invierno era lo más normal para mí”.

Hoy, seis décadas después, el desafío pasa por mantener la esencia en tiempos donde la materia prima ya no es la misma. “El mayor desafío es seguir con la misma calidad”, explica Sandra. Y detalla: “Los productos van cambiando aunque no quieras. La leche, por ejemplo, no es la misma que se usaba hace 60 años. Antes no venía pasteurizada y había que hacerlo acá. Hubo que ir adaptándose para que el sabor siga siendo el mismo”.

Fuente Clarin