Crujidos de una fractura que puede transfigurar la política

Crujidos de una fractura que puede transfigurar la política

El desenlace del enfrentamiento entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner tendrá consecuencias de primera magnitud

El clásico político mineiro Magalhaes Pinto afirmaba: “La política es como la nube. Uno la mira y está de una manera. La vuelve a mirar, y ella ya cambió”. Esa condición es la que vuelve tan inciertos los pronósticos. Por eso hay que hacer esta salvedad: con la forma actual que presenta la nube, es decir, con los datos de estas horas, el kirchnerismo habría llegado ya a la fractura en la provincia de Buenos Aires. Significa que lo más probable es que Cristina Kirchner y Axel Kicillof compitan con listas separadas en las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre. Todo puede, sin embargo, configurarse de otro modo: el plazo para inscripción de alianzas termina el 9 de julio. El desenlace de este proceso tiene consecuencias de primera magnitud, no sólo para la vida del distrito. También condiciona la oferta electoral del peronismo para las presidenciales de 2027.

El indicador más certero sobre el nivel de conflicto que atraviesa al kirchnerismo son las declaraciones de Andrés “Cuervo” Larroque. El ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia aclaró que “no estamos discutiendo la figura de Cristina Kirchner; estamos discutiendo a la bandita de Máximo”. Se refería a La Cámpora, de la que él fue secretario general durante tres lustros. Larroque interpretó que esa organización ha sido capturada por intereses particulares de algunos de sus dirigentes.

Para el círculo íntimo de la señora de Kirchner esas manifestaciones serían la señal definitiva de que Kicillof eligió el camino del cisma. La expresidenta reprocha al gobernador ignorar dos evidencias. Una: que Kicillof ganó la provincia gracias a que ella reunificó al peronismo, en especial reconciliándose con Sergio Massa y con Alberto Fernández. La otra: que Kicillof estaba destinado a ser el candidato natural del kirchnerismo para las presidenciales de 2027. El desdén de Kicillof por estos dos datos expresa, para Cristina Kirchner, una irracionalidad. En el Instituto Patria no hay explicación para la conducta del antiguo discípulo: no aceptan ni la animadversión que le profesa Máximo Kirchner, ni la decisión de constituir un liderazgo que se emancipe de la tutela de la expresidenta. Antes aparecen motivaciones más folclóricas, como una supuesta antipatía, muy marcada, de Soledad Quereilhac, la esposa de Kicillof, hacia la señora de Kirchner. Trivialidades.

Soledad Quereilhac, esposa de Axel Kicillof
Soledad Quereilhac, esposa de Axel KicillofFernando Massobrio – LA NACION

En este clima se vuelve crucial la capacidad que tengan algunos mediadores para evitar el quiebre. Los más relevantes son Sergio Massa y el intendente de Lomas de Zamora, Federico Otermín. Massa tiene un interés particular en el acuerdo: sueña con encabezar una lista única de diputados nacionales para los comicios de octubre. Si el peronismo se presenta dividido en esa instancia, tiene la derrota casi asegurada frente al candidato de Javier Milei.

Una división tendría consecuencias importantísimas, de distinto alcance. La más obvia es que se liquidaría el duelo que precipitó Kicillof al adelantar las elecciones provinciales para demostrar su liderazgo frente a la señora de Kirchner. Y se despejaría una incógnita principal, sobre todo para la carrera de Kicillof: ¿él cuenta con un votante propio, distinto del que se inclina por quien fue hasta ayer su jefa?

Un enigma adicional tiene que ver con la gestión provincial. ¿La pelea en la cúpula hará estallar el gabinete de Kicillof? Allí figuran algunos dirigentes muy ligados a la expresidenta. Juan Martín Mena, ministro de Justicia, y Nicolás Kreplak, ministro de Salud, son los más caracterizados. ¿Renunciarán si su jefa pasa a la oposición? Responde alguien ligado a ella: “Sería una locura. Por el daño que le haríamos a Axel y porque estaríamos renunciando a estructuras que son indispensables para hacer política”. Aun así, ese futuro queda abierto.

Cristina Kirchner piensa postularse como candidata a diputada provincial por la tercera sección electoral. Es la que, corresponde, entre otros municipios, a La Matanza, Lomas de Zamora, Avellaneda, Quilmes, Berazategui, Florencio Varela, Lanús, Almirante Brown, Berisso, Ensenada, etc. Se trata de la locomotora histórica del aparato bonaerense del PJ. La región más castigada del conurbano, donde Kicillof cuenta con algunos aliados importantes. El intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi; el de Ensenada, Mario Secco; y la vicegobernadora Verónica Magario, que controla La Matanza junto a Fernando Espinoza.

El intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, el 14 de marzo, en la apertura de sesiones del Concejo Deliberante
El intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, el 14 de marzo, en la apertura de sesiones del Concejo DeliberanteX

El entredicho interno del kirchnerismo se produce en un momento singular. Cuando, por iniciativa del gobernador, en la provincia se estarían suspendiendo las primarias. Los Kirchner y Kicillof se enfrentan sin red. Es decir, no existe un método, como el de las PASO, para competir y, después, unificar las listas que llevará el PJ a las elecciones generales. Por lo tanto, si no hay un acuerdo, y parece que no lo hay, el peronismo queda expuesto a la derrota en varias secciones electorales. Es una novedad importantísima. Cuando se examina la historia política de las últimas dos décadas se advierte que es imposible explicarla sin un actor ineludible: el kirchnerismo que, heredero del duhaldismo, ejerció desde 2003 en adelante el control absoluto del conurbano. Ese sujeto está a punto de quebrarse.

La raíz de esa vulnerabilidad no está sólo en la eventual separación de listas. Hay otro motivo, que la señora de Kirchner detectó muy temprano, y es el adelantamiento de los comicios provinciales. Al no quedar solapados debajo de los nacionales, el electorado deberá votar por una agenda bonaerense en la que van a sobresalir calamidades como la inseguridad y el pésimo estado de la educación pública, en el que el sindicalismo tiene tanta responsabilidad.

Cabe preguntarse, además, por el funcionamiento de la Legislatura bonaerense en un momento en que el peronismo se muestre dividido. ¿Los diputados y senadores que responden a la expresidenta seguirán siendo oficialistas? ¿O Kicillof quedará expuesto a una mayoría demasiado desafiante? ¿Estará amenazada su estabilidad en ese caso?

El efecto 2027

Hay otra derivación de esta pelea y es que obliga a Cristina Kirchner a pensar en postularse para la Presidencia en 2027. ¿Quién, si no ella, puede representar al kirchnerismo mejor que Kicillof? El horizonte donde se instalan esas elecciones es demasiado brumoso. Y está condicionado por una gigantesca incógnita judicial: lo que decida la Corte respecto de la inhabilitación que acompaña a la condena de la expresidenta por el manejo de la obra pública en Santa Cruz. Pero, con esas grandes salvedades, se puede imaginar un escenario entre muchos otros: Milei vs. Cristina Kirchner.

La peripecia bonaerense depende también de cómo jueguen las negras. Es decir, la oposición al peronismo. Aquí opera en toda su intensidad el otro conflicto que está sobre el tablero: Milei vs. Mauricio Macri. Es un duelo de alcance nacional, pero que se despliega, sobre todo, en la ciudad de Buenos Aires. La estrategia de Milei, ejecutada por “el Mago del Kremlin”, Santiago Caputo, es capturar a la dirigencia de Pro, aislando al expresidente, a quien le asignan el rol de jubilado dispuesto a dar consejos. Del centro a la derecha debe existir un solo liderazgo.

Por debajo de esa contradicción se intentan distintos acuerdos. Del lado del Pro negocian el “Colo”, Diego Santilli, y Cristian Ritondo, el entrañable “Pucho”. Tienen distinto grado de disponibilidad. Santilli ya se transformó en Fuerza del Cielo. Ritondo, enviado por Macri, fue a espiar y le gustó lo que espiaba. Ahora espera que su jefe le termine de soltar la cadena. El problema de “Colo” y “Pucho” son los Menem: Martín y su primo “Lule”. Carentes de demasiado espacio en el gobierno nacional, a los Menem les quedó sólo el territorio bonaerense como área de conquista. Allí conducen a Sebastián Pareja, que es el organizador de las listas en cada sección electoral. La ambición de los dos riojanos frustra las ambiciones de Santilli y de Ritondo. Una preocupación para el “Mago” Caputo, inquieto porque las microdisputas por el armado de la legislatura bonaerense ponen en riesgo la estrategia de construcción de un oficialismo en el Congreso nacional. Los Menem juegan con una ventaja: todas sus pretensiones son avaladas por la inapelable Karina Milei. Al menos eso dicen ellos. A los desacuerdos entre libertarios y dirigentes del Pro debe sumarse otra división del no-peronismo bonaerense: la postulación de María Eugenia Talerico, al frente de Potencia, su nuevo partido.

María Eugenia Talerico
María Eugenia TalericoPilar Camacho

El ajedrez general de la Casa Rosada quedó al desnudo anteanoche, durante el debate de los candidatos a la Legislatura porteña. Asesorado por Caputo, Adorni presentó esa competencia como una saga nacional contra el kirchnerismo. La Libertad Avanza es presentada como el mejor vehículo para ese objetivo. Votar por el Pro es tirar el voto. Por esa razón Adorni ignoró durante casi toda la controversia a Silvia Lospennato, la candidata del oficialismo porteño. Ese diseño favorece a Leandro Santoro: es difícil apreciarlo como un gestor municipal, pero sí puede encarnar una alternativa para los que rechazan al mismo tiempo ni a Milei ni a Macri. Las encuestas indican que ese universo tiene en la ciudad un electorado potencial del 45%.

Esta orientación fue ratificada ayer por Milei, en el acto proselitista que encabezó en Lugano para promover a Adorni. Volvió a apelar a la metáfora funeraria y convocó a “ponerle el último clavo al cajón del kirchnerismo”. Esa tarea es la mejor manera de arrebatar al Pro su principal colina. Como suele decir Felipe Solá, “en política el verdadero adversario no es el que habla mal de vos, sino el que va por tus votos”.

Adorni debe huir, como hizo anteanoche, de una agenda local que le resulta ajena. En ese plano la principal contradicción es entre Lospennato, es decir, el gobierno porteño, y Horacio Rodríguez Larreta, que sí está identificado con los problemas de escala urbana. Quiere decir que existen dos competencias, superpuestas, y en ambas los desafiados son los Macri.

La estrategia del Pro, diseñada por Antoni Gutiérrez-Rubí, es exaltar la marca partidaria que, según sus cálculos, supera el atractivo de cualquier candidato. Con ese propósito es clave para Lospennato recordar que Larreta ya no pertenece al partido. Un objetivo exigente, ya que se trata de alguien identificado con Pro desde su fundación.

En la campaña porteña comienzan a advertirse los ejes que la Casa Rosada quiere imprimir a todo el año electoral. La intención sobresaliente es recrear la mística que le otorgó a Milei y a su partido la condición de outsider. Para establecer ese espíritu se apela a la misma agresividad cultivada a lo largo de 2023. Ese método es tan claro, que el Presidente ya incorporó a su discurso el verbo “odiar”. En este caso, al periodismo. Un ejercicio práctico de la receta internacional que describe Giuliano Da Empoli en su excelente libro Ingenieros del caos.

De nuevo el Gobierno, que ahora ejerce el poder, debe presentarse como víctima de una casta decadente y corrosiva. El Presidente apeló a este enfoque ayer por la tarde, en la Expo EFI 2025. Allí despotricó contra “periodistas ensobrados”, “sindigarcas”, “econochantas”, “zurdos ridículos” y “ñoños republicanos”. La última categoría es la más novedosa, ya que incluiría a los que, desde el mismo antikirchnerismo que él alienta, recomiendan mejorar la calidad institucional. A la cabeza de todos, Mauricio Macri. Es decir: Milei, en homenaje a la campaña porteña, incorporó ayer al bullying permanente una agresión contra el Pro. También es un recuerdo amargo de la derrota por la postulación de Ariel Lijo para la Corte. Ayer los “ñoños republicanos” tuvieron un motivo de optimismo: el juez Eduardo Rodríguez da Cruz, siguiendo un pedido de los fiscales santafesinos, dispuso la prisión preventiva del juez federal Marcelo Bailaque, acusado, entre otros delitos, de complicidades con narcotraficantes rosarinos.

Las presentaciones de La Libertad Avanza de las últimas 48 horas, desde el debate porteño hasta el acto de Lugano, estuvieron recorridas por el mismo argumento, que es el mantra principal de la gestión de Milei: la reducción de la inflación. No sólo fue una bandera de Adorni y del Presidente. El ministro de Economía, Luis Caputo, centró su actividad en esa materia, más que nunca. Se advirtió, en especial, en su polémica sobre los precios de los automóviles, cuando amenazó a las terminales con “usar todas nuestras herramientas para defender a los consumidores”. Una confianza en las bondades del Estado interventor que emocionaría a Guillermo Moreno. Caputo también recordó que la lucha contra la inflación es su misión mayor al ufanarse de la baja de 4% promedio en el precio de las naftas dispuesta por YPF. Una forma de comunicar muy eficaz para la campaña electoral, pero acaso poco recomendable para el pleito que se sigue en el juzgado neoyorkino de Loretta Preska: allí el fondo Burford, que asociado a los Eskenazi reclama 16.000 millones de dólares, pretende demostrar que el Estado e YPF son la misma cosa. Una forma de cobrarle su reclamo no sólo al Tesoro, sino también a la petrolera.

Por Carlos Pagni

Fuente Lanacion