El viernes 20 de septiembre de 2024, Jennifer Gledhill y Matthew Johnson pasaron la noche solos. Sus tres hijos estaban con los padres de ella. Cenaron, tuvieron sexo, bebieron whisky y discutieron después de que ella le confesara que le había sido infiel. De madrugada, le disparó tres veces mientras dormía. El plan de una mujer macabra, los diálogos con su amante y sus dichos escalofriante
“Wow, y vos creías que yo no podría siquiera matar una mosca. Él ya no es una persona. Ya no era una persona. No era Matt (…)”.
La voz del otro lado del teléfono de Jennifer Gledhill (42) mete miedo. Su amante escucha como petrificado. Jennifer, la rubia despampanante, la dulce madre de tres hijos con quien viene manteniendo un romance clandestino desde hace algún tiempo, está ratificando lo que le ha dicho el día anterior cuando apareció en su casa, sorpresivamente, en medio de la noche.
La mujer que no mataba moscas
El domingo 22 de septiembre de 2024 Jennifer cayó en lo de su amante sin previo aviso. Eran las 23.47. Le confesó que hacía 48 horas había asesinado a su marido Matthew Johnson (51) con la 9 mm (la misma que un par de días antes le había enseñado cargada supuestamente para defenderse). La confidencia no se detuvo ahí y la mujer siguió contando cómo lo había hecho. La cabeza de ese hombre, sin identificar por las autoridades, iba a mil. ¿Jennifer homicida? ¿Era una broma de mal gusto? ¿Estaría alardeando? ¿Sería efectivamente capaz de algo así? Su reacción fue una mezcla de incredulidad y pavor. Solo escuchó sin saber qué hacer. Pero al día siguiente, por las dudas, decidió grabar su conversación con ella. Mantuvieron una extensa comunicación telefónica y fue entonces que los dichos de Jennifer le resultaron más perturbadores todavía que su fría confesión.
Matthew Johnson, el marido de Jennifer y con quien ella llevaba unos 13 años casada, era miembro de la Guardia Nacional del Ejército y un ex marine super entrenado. Durante su matrimonio tuvieron tres hijos que al momento del crimen tenían 5, 7 y 11 años.
La familia llevaba una vida acomodada en una casona valuada en un millón de dólares, ubicada en el número 7308 de la calle South Horizon Circle, en Cottonwood Heights, en las afueras de Salt Lake City, Utah, Estados Unidos. Los vecinos y la mayoría de los amigos de la pareja los consideraban una familia como tantas otras. Lo cierto era que entre ellos las cosas no fluían como el resto creía. Tenían cada vez más confrontaciones tan fuertes que habían llegado a la justicia.
La tarde del viernes 20 de septiembre de 2024 Jennifer y Matthew estaban solos en la casa. Ella había dejado a sus tres hijos al cuidado de sus padres Thomas (70) y Rosalie Gledhill (67). Estaban solos para disfrutar la noche. Charlaron, tuvieron sexo y regaron la velada con abundante whiskey. Demasiado. Durante algún momento ella le reveló a Matthew que estaba teniendo una aventura extramatrimonial. Eso habría desatado la furia de su marido y habrían comenzado los gritos destemplados. La pelea fue, una vez más, de proporciones. Cuando las cosas se calmaron un poco, Matthew se acostó a dormir.La familia que crearon Jennifer Gledhill y Matthew Johnson. La noche del crimen, los tres hijos estaban en la casa de los padres de la homicida (Facebook)
Ya era la madrugada del sábado 21 de septiembre.
Jennifer se aseguró de que Matthew estuviera en un sueño profundo antes de ir a buscar su arma Glock 19X 9 mm. Volvió sin hacer ruido a la suite matrimonial. Se acercó a la cama, apuntó directo a la cabeza de Matthew y disparó. Sangre por todos lados.
Había ejecutado al padre de sus hijos.
¿Jennifer tenía su plan? Parecería que sí. Dos señales a tener en cuenta: había enviado a sus chicos lejos de casa y tenía un arma a disposición. Además, habría continuado actuando con obvia determinación. Con mucho esfuerzo habría deslizado el cuerpo por la escalera hacia la planta baja y empacado el cadáver en el portaequipaje que usualmente se usaba en el techo de la minivan familiar Chrysler Pacifica, pero que habría colocado abajo, rebatiendo los asientos que que entrara.
A las 6 de la mañana ya estaba manejando hacia un área remota hacia el norte del estado de Utah buscando el sitio donde poder deshacerse del cuerpo. El GPS del auto fue marcando sus pasos. En algún momento de esa misma mañana llamó a sus padres para pedirles que se encargaran de sus hijos por un día más.
Entre las 14.37 y las 17 su celular estuvo apagado. Finalmente, en un lugar que no se ha podido determinar, ella misma habría cavado una tumba poco profunda para depositar a su marido.
Todo eso acometió unas 48 horas antes de ir a revelarle a su amante que estaba libre para seguir adelante con su historia de pasión. Le tocó la puerta a las 23.47.Un amigo del matrimonio reveló que Matthew andaba con bastante miedo debido a “la conducta errática de ella” y agregó que fue “por temor, que Matthew durmió, durante varias semanas, en las instalaciones de la Guardia Nacional”
La sangre que habla
El 25 de septiembre un compañero de trabajo de Matthew realizó la primera denuncia por su desaparición. No pasó nada.
Tres días después, el 28 de septiembre, la mismísima Jennifer fue quien reportó su ausencia en la policía. Dijo que no veía a Matthew desde la pelea que habían tenido el 20 tarde por la noche. Sostuvo que él le había dicho que se iba a ir por una semana y que no se le ocurriera llamarlo.
Poco después de que el caso se hiciera público, pasó algo sorprendente. Apareció un informante clave para la policía: el amante no identificado de Jennifer.
El hombre llevaba consigo capturas de pantalla de sus chats con ella y una grabación altamente incriminadora. Reconoció a los agentes que ella le había confesado haber asesinado a Matthew Johnson. Sostuvo no haberlo reportado inmediatamente porque no había creído del todo en los disparatados y terribles dichos de Jennifer. Pensó que podía estar mintiendo. Pero había sentido temor y, por las dudas, la había grabado en su comunicación posterior. Había sacado fotos de los chats porque notó que ella luego de enviárselos los borraba. En uno de ellos le recriminaba a su amante no haber sido más contenedor cuando ella le contó lo que había hecho. En ese texto aseveró que un buen amigo le habría dicho: “Dale voy ya para ahí y tomo mi pala”. Agregó que eso era lo que ella misma habría hecho en su lugar, acompañarlo hasta la tumba.
Las autoridades actuaron de inmediato y dictaron varias órdenes de allanamiento.
El 2 de octubre en la casa de la pareja Johnson en Cottonwood Heights, supuesto escenario de un crimen, encontraron un colchón nuevo en la suite matrimonial. Era curioso. También hallaron manchas rojizas en paredes, el marco de la cama y las persianas. Una alfombra mostraba evidentes rastros de haber sido lavada con lavandina y, justo debajo de la cama, había una mancha circular de color amarronado.
El ADN terminó identificando al dueño de esos rastros hemáticos: Matthew Johnson.
Jennifer fue interrogada por la policía. Dijo que estaba separada de hecho de Matthew, pero que habían pasado juntos la tarde y la noche del viernes 20 de septiembre tomando alcohol y charlando. Admitió que tuvieron sexo y que él se puso mal por algo que ella no podía recordar qué era. Por culpa de la gran borrachera que tenían Jennifer aseguró no poder acordarse de nada de lo que habría ocurrido.
Quedó detenida y acusada por el homicidio en primer grado de su esposo. El 15 de octubre fue formalmente imputada por nueve cargos.
Todo coincidía con la historia relatada por Jennifer a su amante.
Jennifer Gledhill se declaró inocente de todos los cargos, pero el juez no se conmovió y la dejó tras las rejas, sin posibilidad de libertad condicional hasta ser juzgada. Ya veremos cómo se defiende en el juicio que se llevará a cabo en diciembre de este año.El 15 de octubre del año pasado, Jennifer Gledhill fue formalmente imputada por nueve cargos. Está a la espera del juicio
Marchen todos presos
Los detectives avanzaron rápido y el viernes 25 de octubre allanaron también la casa de los padres de Jennifer, Thomas (71) y Rosalie (68) Gledhill. Encontraron allí el estuche de la Glock 19X, una caja verde y naranja que estaba envuelta en un enterito infantil. El tipo de pistola coincidía con la que Jennifer habría usado en el asesinato y que, según el informante de la policía, era la que ella le había enseñado unos días antes de pasar a la acción.
Ese estuche fue la prueba clave que llevó a los padres de Jennifer también tras las rejas por obstrucción a la justicia. También se tuvo en cuenta que había evidencias contundentes de que habían ayudado a su hija a limpiar la escena del crimen.
Los vecinos habían revelado haberlos visto durante horas trabajando en la casa de los Johnson el día 24 de septiembre. Se habían retirado pasadas las 23 horas. Además, Rosalie fue quien adquirió por Amazon el nuevo colchón para la cama matrimonial de su hija que fue entregado el día 26. Estaban hasta las manos.
Thomas Gledfhill declaró que su hija, el día que dejó a los chicos con ellos, le había pedido de manera urgente 13 mil dólares. Los necesitaba, le dijo, para el viernes 20. Cuando la policía le preguntó a Thomas si había ingresado a limpiar la suite matrimonial de su hija y Matthew su respuesta fue: “No entré ahí, donde ocurrió el incidente”.
Había mucho más. El GPS de la minivan familiar detectó a la Chrysler Pacifica en un lavadero de autos el día 22 de septiembre con los asientos convenientemente rebatidos como para trasladar el portaequipaje con un cuerpo. Esa misma camioneta es la que usó Jennifer para ir hasta la casa de su amante al filo de la medianoche. La camioneta de su marido, en cambio, la escondió en un vecindario cercano.
Mientras Matthew Johnson no aparece ni vivo ni muerto, los peritos siguen revisando cuentas, autos y detalles.
También peritaron un portaequipaje que fue hallado flotando en un arroyo cerca de dónde había estado Jennifer con su auto. Las manchas rojas dieron, otra vez, positivo. Pertenecían a Matthew.
La fiscal está convencida de que el desenlace fatal se produjo luego de una noche sexual regada con abundante whiskey en la que Jennifer, efectivamente, le habría confesado a Matthew la infidelidad. Asegura que con su equipo tienen imágenes impactantes que probarían que ella mató brutalmente a Matthew mientras dormía. Serían imágenes de la pelea y algo más.Los tres hijos de la pareja quedaron bajo custodia estatal tras el homicidio de su padre (Cottonwood Heights Police Department)
La Reina de Corazones y sus decapitados
La conversación que grabó su amante, el día 23 de septiembre, con Jennifer no tiene desperdicio. Ella se disculpa por haberle contado lo que pasó y le pide que no piense en ella como en un monstruo, que intente recordarla cómo era ella antes de abrir su boca para confesarle todo. Durante toda la charla habla de Matthew en tiempo pasado, a pesar de que todavía ni siquiera había denunciado su ausencia. Luego sigue diciéndole a su amante: “Creo que el hecho de que me tuvieses miedo es la parte que más me rompe mi corazón, porque es como que yo… wow, y vos creías que yo no podría siquiera matar una mosca. Él ya no es una persona. Ya no era una persona. No era Matt (…)”. Incluso, durante el intercambio telefónico, fue capaz de alardear y compararse con la tiránica Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas: “Siempre dije que era como la Reina de Corazones en mis vidas pasadas porque es como… ¡que les corten la cabeza!”. Y continuó: “Si pudiéramos acorralar la escoria de toda la Tierra y ponerla en una isla y matarlos a todos, yo podría rápidamente poner este país en un buen lugar”.
Sus dichos eran escalofriantes y el hombre que la escuchaba estaba cada vez más alarmado. Al enterarse de la desaparición, corrió con estas pruebas a la comisaría.
Los abogados de Jennifer aseguran que las frases de su defendida están sacadas de contexto.
Habrá que ver qué piensan los miembros del jurado y el juez.Habla la fiscal del Caso Jennifer Gledhill
Sacudirse el horror
Los tres hijos de la pareja Johnson quedaron a cargo de los servicios sociales. La acusada despotrica contra el juez de su causa, Adam Mow, porque no le permite ni ver ni hablar con sus hijos. El magistrado aseguró que es algo que irá contemplando en la medida que se desenvuelva el caso. Trascendió que los niños se consideran testigos potenciales por lo que una orden restrictiva es imprescindible.
Se supo, al paso que se fue investigando, que el 3 de julio de 2024 Jennifer había llenado los papeles de divorcio y que, en agosto, había pedido una restricción perimetral para él que terminaron por denegársela porque no pudo probar ningún abuso. Es más: la justicia habría determinado que la “instigadora” de la violencia en la pareja era ella.
John Hash, amigo de Matthew que sirvió con él en las Fuerzas especiales de Utah, sostuvo estupefacto: “Creía que era una buena mujer. Pero es cierto que, en los últimos años, la relación entre ellos era ríspida”.
Otro amigo del matrimonio, Kevin Thompson, reveló que Matthew sabía que no habría otra salida que divorciarse y contó que andaba con bastante miedo debido a “la conducta errática de ella” y agregó que fue “por temor, que Matthew durmió, durante varias semanas, en las instalaciones de la Guardia Nacional”. Matthew ya no se sentía seguro en su casa y había llegado a contarlo. No exageraba.
La fiscal de Salt Lake, Emily Paulos, apuntó en una audiencia que la víctima no está desaparecida sino que la acusada lo asesinó y lo enterró. Solo resta encontrar el cadáver. El cuerpo puede hablar y contar algo más.
Más de cien soldados de la fuerza donde se desempeñaba el oficial Matthew Johnson están ayudando a buscarlo. Rastrean el área donde estuvo activado el teléfono de Jennifer y donde encontraron la camioneta de Matthew. Se va a cumplir un año desde su partida y no piensan dejar a su compañero tirado en una trinchera desconocida. Quieren recuperar lo que quede de él.
Por su parte, el hombre sin nombre o, como quiera verse, el amante asustado, no pudo sacudirse el polvo del horror que le cubre la espalda. Todavía no sabemos si deberá testificar ante el jurado para que el crimen no quede impune.
Fuente Infobae