- Detalles y secretos de la guerra entre el Gobierno y los narcos, que dejó al menos 132 muertos.
- El grafiti con una nueva amenaza narco.
Ahí vienen dos cadáveres. Se acercan en la caja de una camioneta negra, gigante, que acelera trepando por la rúa José Rucas hasta el corazón de un entramado de doce favelas juntas que todos llaman, para unificar, Complejo Penha. En portugués, Pluma. Depende el tránsito, estamos a poco más de media hora hacia el norte, por un empalme de autopistas con nombres de colores (Vermelha y Amarelha), del centro de Rio de Janeiro.
La camioneta viene precedida por una docena de motocicletas de todo tipo y tamaño, que llevan hasta tres personas cada una. La espera un furgón anaranjado de Defensa Civil que dice, en blanco sobre negro: “Recolhimento de cadáveres”. El furgón tiene la caja cubierta y dividida en compartimentos como nichos. Entran cuatro ataúdes.

Detrás de la caja, en el piso, hay dos bolsas de plástico gris con cierre relámpago. La camioneta hace un giro repentino en la bocacalle y se acerca de culata. Entonces la centena de personas que abrían dos hileras respetuosas a uno y otro lado, esperando por los cuerpos, se apretuja más y más.
Los cadáveres son bajados de las manos y los pies. Por el modo, desde lejos puede parecer que están bajando un animal de caza.
El trabajo inicial lo hacen un muchacho en medias y una chica en equipo de gimnasia, sin mucho cuidado, porque hay que depositarlos en el piso antes de que dos mujeres y una nena se tiren sobre el primero, rotas en llanto.
Unos hombres gritan “¡No fotos! ¡No fotos!” y se desesperan ante la desobediencia natural de los fotógrafos y camarógrafos de una docena de medios brasileños y extranjeros que llegan a tiempo para registrar la escena.
El primer cadáver es de un hombre joven. El segundo, de alguien un poco mayor. Tienen restos de pasto y tierra en la ropa y uno, el primero, parece maniatado. Llevan los pantalones bajos y las chaquetas recogidas pero, mirando bien, se ve que ambos visten ropa de combate. Verde y caqui. De camuflaje.
Ambos murieron a los tiros con la policía durante la madrugada del martes, en un operativo de 2.500 agentes coordinado durante dos meses para buscar a los jefes de la organización narcocriminal Comando Vermelho. Entonces se informó que hubo unos 30 detenidos y 64 muertos, cuatro de ellos policías que fueron atacados con una granada desde un dron.
Pero el miércoles amaneció con, por lo menos, 70 muertos más. Estos dos cadáveres son de esa segunda parte del hallazgo. Los encontraron acribillados en un bosque en la cima del morro que está aquí al lado y al que todos llaman, atención, Sierra de la Misericordia.
El combate de la Sierra de la Misericordia es lo que explicaría la nueva tanda de cadáveres que la Policía no informó el primer día del operativo, y que sus propias familias fueron bajando de la cima hasta depositarlos, uno tras otro, en la calle Rucas.
Fuente Clarin

