Ávila

Ávila

Ávila es un municipio y ciudad española, capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Castilla y León.

Se encuentra situada junto al curso del río Adaja y se trata de la capital de provincia más alta del país, a 1131 m sobre el nivel del mar, en virtud de lo cual en su casco urbano son relativamente frecuentes las nevadas durante el invierno. La ciudad presenta un clima mediterráneo continentalizado con matices montañosos. En 2018 su término municipal concentraba el 36,38 % del total de población de la provincia.
Tras la fundación romana y la asimilación de la población autóctona vetona de la zona —pues no existen indicios claros de un asentamiento prerromano en el casco histórico— la ciudad pasaría al poder visigodo. Ávila, al igual que la mayor parte del territorio peninsular, cayó bajo dominio musulmán a comienzos del siglo VIII, y no sería reconquistada de forma definitiva por las tropas cristianas hasta el siglo XI. Experimentó un notable auge durante el siglo XVI, para verse posteriormente sumida en una prolongada crisis y declive hasta el siglo XIX, en el cual la construcción del ferrocarril consiguió dar cierto empuje al desarrollo económico.
Ávila posee los títulos de «Ávila del Rey» —otorgado por Alfonso VII—, «Ávila de los Leales» —otorgado por Alfonso VIII— y «Ávila de los Caballeros» —otorgado por Alfonso X—, todos ellos presentes en la bandera de la ciudad. La seña de identidad es su muralla medieval completa, destacando también otras construcciones representativas como la catedral del Salvador —cuyo cimorro se monta sobre la muralla— y la basílica de San Vicente. Ha sido considerada tradicionalmente como «ciudad de cantos y de santos» y su casco histórico medieval, en excelente estado de conservación, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985.
Toponimia
Existen diversas teorías relativas al origen del nombre de la ciudad. Por una parte hay historiadores que, creyendo la palabra de origen púnico, asignan a esta el significado de «monte alto y crecido», mientras que otros investigadores le conceden un origen hebreo, dando lugar a la idea de «término o confín». A partir del vascuence, derivado —según el vascoiberismo— del idioma hablado por los antiguos pueblos iberos, podría hacer referencia a «breña, matorral, monte bajo». Por otra parte el filólogo Joan Coromines propuso un origen germánico derivado del gótico Awilô o Awila.
Ha habido cierta disputa en lo relativo a si la ciudad vetona de Obila, descrita por Ptolomeo en su Geographia, se corresponde con Ávila; sin embargo, esta relación no está clara. La ciudad se llamó oficialmente Ávila de los Caballeros hasta el censo de 1877, año en que perdió esta designación y pasó a denominarse simplemente Ávila. El gentilicio con el que se refiere a sus habitantes es abulense —tanto masculino como femenino— y, de forma menos común, también avilés.
Símbolos
Escudo

El escudo de Ávila está formado por un campo de gules o rojo sobre el que aparece representado el rey Alfonso VII en el ábside de la catedral de Ávila junto al lema: «Ávila del Rey, de Los Leales, y de Los Caballeros». El blasón del escudo consiste en la siguiente descripción heráldica:
Escudo enmarcado sobre cartela. En campo de gules, el cimorro de la Catedral, mazonado en su color, por el que asoma un rey niño que esgrime una espada en su mano diestra y una bola del mundo en la siniestra.
Bandera
La bandera empleada por la ciudad consta del escudo de esta sobre fondo morado. Durante la guerra de la Independencia española el regimiento de voluntarios de Ávila empleó otra bandera como insignia, que consistía en un paño blanco con la cruz de San Andrés, escudos de la ciudad, dos leones con corona y la leyenda «Por Fernando VII. Voluntarios de Ávila».
Títulos
El primer título, «Ávila del Rey», se lo concedió Alfonso VII por ser la ciudad en la que vivió durante su niñez y que le protegió de los intereses de su padrastro, Alfonso I el Batallador, rey de Aragón. El título de «Ávila de los Leales» fue otorgado por Alfonso VIII, en circunstancias similares. Se debió al apoyo de la ciudad al joven rey, donde permaneció refugiado desde los cinco años hasta los once, huyendo de la persecución de su tío Fernando II de León, en primer lugar a San Esteban de Gormaz, luego a Atienza y, finalmente a la susodicha ciudad de Ávila. El último título, «Ávila de los Caballeros», fue concedido por el monarca Alfonso XI, el cual fue refugiado en Ávila cuando contaba con un solo año de edad, en esta ocasión en la catedral de la ciudad.
Geografía
Ávila está localizada geográficamente en la Meseta Norte de la península ibérica. Se halla situada a 1131 m de altitud, en un promontorio rocoso en la margen derecha del río Adaja —afluente del Duero— y se trata de la capital de provincia más alta de España. Su término municipal abarca 231,9 km², el 3 % de la superficie de la provincia.
La ciudad es capital de la provincia de Ávila y de la comarca de Ávila —que comprende el valle de Amblés y la sierra de Ávila—, así como sede del partido judicial número 3 de la provincia y de la diócesis homónima.
El término municipal de Ávila —con un perímetro muy irregular— limita al norte con los de Cardeñosa, Mingorría, San Esteban de los Patos, Tolbaños, Berrocalejo de Aragona, Mediana de Voltoya y Ojos-Albos, al este con el de Santa María del Cubillo, al sudeste con los de Navalperal de Pinares y Herradón de Pinares, al sur con el de Tornadizos de Ávila, al suroeste con el de Gemuño, al oeste con los de El Fresno, La Colilla, Martiherrero y Marlín y al noroeste con los de Bularros y Monsalupe. El territorio del término municipal está representado en las hojas 506, 531 y 532 del Mapa Topográfico Nacional.
Noroeste: Bularros y Monsalupe
Norte: Cardeñosa, Mingorría,
San Esteban de los Patos y Tolbaños
Nordeste: Berrocalejo de Aragona,
Mediana de Voltoya y Ojos-Albos

Oeste: El Fresno, La Colilla, Martiherrero,
Bularros (exclave) y Marlín
Este: Santa María del Cubillo

Suroeste: Gemuño
Sur: Riofrío y Tornadizos de Ávila
Sureste: Navalperal de Pinares y Herradón de Pinares

El suelo dentro del municipio está destinado a cinco usos fundamentales: áreas arboladas, campos destinados al cultivo de cereal, pastizales, riberas, eriales y zonas urbanizadas. La superficie arbolada del municipio se encuentra al norte de este, los cultivos de cereal a lo largo del valle de Amblés y al sur de la ciudad, mientras que los pastizales se localizan fundamentalmente en la zona este.
Orografía
La situación del municipio, en la transición entre el Sistema Central y la Meseta Norte, provoca que existan grandes contrastes altimétricos en él. El punto con la mayor altitud del municipio, a 1536 m sobre el nivel del mar, está en la sierra de Malagón, al oeste del territorio, mientras que el de menor altitud, con 969 m sobre el nivel del mar, se localiza a orillas del río Adaja al abandonar el término municipal. La ciudad se encuentra rodeada de distintas formaciones montañosas: al sur está la sierra de la Paramera, al este la sierra de Ojos Albos y la sierra de Malagón y al oeste la sierra de Ávila. En el término municipal hay un total de cuatro vértices geodésicos instalados.
Geología
Geológicamente el municipio de Ávila está representado por dos bloques muy diferenciados. Por un lado existe uno constituido por materiales correspondientes al Macizo Hercínico, formado por rocas ígneas del Carbonífero superior-Pérmico inferior —graníticas en su mayor parte— y por rocas metamórficas que datan del Precámbrico-Cámbrico inferior, en las que están intruidas las primeras. Existe por otro lado un bloque formado por materiales sedimentarios del Mesozoico, Terciario y Cuaternario, que se localizan en la zona oriental del valle de Amblés, junto al río Adaja.
Hidrografía
El municipio está atravesado por el curso del río Adaja, perteneciente a la cuenca hidrográfica del Duero —con nacimiento en el municipio de Villatoro— y que bordea a la ciudad por su lado oeste. El río Adaja discurre por el valle de Amblés en dirección oeste-este y la extensión de su cuenca es de unos 770 km². Por la ciudad, al sur, también circula el río Chico, un afluente del Adaja antiguamente conocido como arroyo Grajal. Las dos fuentes de abastecimiento de agua de la ciudad son los embalses de Serones y Becerril. El embalse de Serones es una presa de planta recta, construida en 1984 y con una capacidad de 5 800 000 m³. El embalse de Becerril es una presa de mampostería construida en 1930, con una posterior remodelación en 1971 con hormigón en masa. Tiene una capacidad de 1 800 000 m³. En casos de extrema sequía la ciudad hace uso del agua proveniente del embalse de Fuentes Claras, de 920 000 m³ de capacidad. En el norte del municipio existen además dos pequeños humedales, las lagunas de Terreros y de Taeña.
Clima
De acuerdo con el criterio de la clasificación climática de Köppen, se puede describir el clima de Ávila como de tipo Csb (oceánico mediterráneo). Otras fuentes califican el clima de Ávila como mediterráneo continentalizado con cierto matiz montañoso. El clima de la ciudad está muy condicionado por su altitud, que supera los 1100 m sobre el nivel del mar, siendo la capital de provincia más alta de España. Así, Ávila es una de las capitales de provincia más frías de España, con una temperatura media anual que ronda los 11 °C.
Murallas en verano
La amplitud térmica diaria es alta (de alrededor de los 12 °C) debido a la gran distancia al mar y la altitud. La amplitud térmica anual es también alta, situándose entre 17 y 18 °C. Así, Ávila cuenta con un verano suave y un invierno frío, pasando de la media de entre 20 y 21 °C en julio a la media de unos 3 °C en enero. Las mínimas medias se sitúan entre -2 y -1 °C en enero, produciéndose así heladas en la mayoría de las noches de invierno. Las nevadas también son frecuentes en invierno debido a la altitud del municipio, con una media de unos 20 días de nieve al año. En verano las temperaturas suben de forma considerable por el día, llegando a la media de entre 28 y 29 °C de máxima en julio; sin embargo las noches son frescas, con una media de las mínimas de entre 12 y 13 °C en este mes.
Las precipitaciones anuales, que rondan los 400 mm, o ligeramente por encima, son bajas en comparación con las de las zonas colindantes. La escasez de precipitaciones, unida al carácter irregular y poco caudaloso del río Adaja, con fuerte estiaje en los meses de verano, ha hecho que la ciudad haya tenido históricamente problemas de abastecimiento de agua. Esta escasez de precipitaciones se ve muy condicionada por la situación geográfica de la ciudad inmediatamente al norte del Sistema Central. El mínimo de precipitaciones se da en verano (como es propio de los climas mediterráneos), en particular en los meses de julio y agosto, aunque también se da otro mínimo —menos marcado— en los meses de febrero y marzo. Los meses más lluviosos son mayo, octubre y noviembre. La humedad media anual se sitúa en torno al 63 %, con una gran oscilación entre los meses fríos, mucho más húmedos, y los cálidos, que resultan muy secos.
A continuación se muestra una tabla con los valores climatológicos en el periodo de referencia comprendido entre los años 1983 y 2010 en el observatorio de la AEMET situado en el distrito Hervencias (Ávila) a 1130 m s. n. m. Nótese que los valores extremos están tomados también en el periodo 1983-2010. El récord de temperatura máxima absoluta es de 37,6 °C, registrado el 24 de julio de 1995, y la mínima, de -16 °C, registrada el 15 de enero de 1985. La precipitación máxima en un día es de 88,8 mm registrados el 5 de noviembre de 1997, y la máxima racha de viento es de 107 km/h registrada el 25 de febrero de 1989. Todos los récords registrados en el actual observatorio del distrito Hervencias.
Ecología
El término municipal de Ávila se solapa con cuatro zonas de la Red Natura 2000, tres de ellas con la categoría de ZEPA —Zona de Especial Protección para las Aves— y todas ellas propuestas como LIC —Lugar de Importancia Comunitaria—.
• Encinares de la sierra de Ávila. Espacio natural designado como ZEPA que cuenta con 9495,94 ha de superficie, todas dentro de la provincia de Ávila. Afecta a una pequeña área en el noroeste del municipio de Ávila, cerca de la localidad de Alamedilla del Berrocal. Las formaciones vegetales predominantes son el encinar, con Quercus ilex y Quercus rotundifolia, y los brezales de aliaga. Las especies de aves más importantes son el águila imperial, que contaba con una pareja en 2002, y el águila real, con una pareja en el 2000.
• Encinares de los ríos Adaja y Voltoya. Este espacio natural designado como ZEPA, tiene 27 047,93 ha de extensión. La mayor parte del espacio natural se halla en la provincia de Ávila, con una pequeña fracción en la de Segovia. Engloba gran parte del sector norte del municipio de Ávila. El tipo de vegetación predominante es también el encinar, en el que predominan áreas de carrascal de bajo porte, junto con dehesas de Quercus spp. Los ríos Adaja y Voltoya atraviesan el espacio natural. Entre las aves destacan la cigüeña negra —Ciconia nigra—, con una pareja, y el águila imperial, con dos o tres parejas en 2005, además del elanio azul o el búho real.
• Campo Azálvaro-Pinares de Peguerinos. Este espacio natural designado como ZEPA, de 28 373,80 ha de extensión, se extiende por las provincias de Ávila y Segovia. Ocupa un área importante del sector noreste del municipio de Ávila. Dentro de él está incluido el embalse de Serones, que represa las aguas del río Voltoya. En lo referente a la vegetación predomina el piorno serrano con bosquetes aislados de especies de porte arbóreo. En 2005 había dos parejas de cigüeña negra y otras dos de águila imperial, además de poblaciones de aguilucho lagunero, águila real, halcón peregrino o cernícalo primilla.
• Riberas de la Subcuenca del Río Adaja. Este espacio natural se extiende a lo largo de 1232,58 ha de las provincias de Ávila, Segovia y Valladolid. En la provincia de Ávila afecta de forma parcial a los cursos de los ríos Adaja y Ullaque. En el municipio de Ávila engloba al curso del Adaja y una banda de terreno de 25 m en cada margen del río. Esta zona está formada por el tramo de río que va desde su entrada en el término municipal de Ávila, junto al municipio de El Fresno, hasta el Puente del Adaja, perteneciente al casco urbano de la ciudad.
Historia
Prehistoria

Dentro del término municipal de Ávila, cerca de la localidad de Bernuy-Salinero, se conserva un monumento funerario que data de finales del Neolítico a comienzos de la Edad del Bronce conocido como dolmen del Prado de las Cruces.
El nombre de la ciudad podría tener origen vetón. El helenista del siglo XIX Karl Wilhelm Ludwig Müller estudió la hipótesis de que la ciudad vetona de Obila, descrita por Ptolomeo en su Geographia correspondiera con la actual Ávila; según Roldán Hervás esta relación es dudosa. La fecha concreta de su fundación es difusa, pero algunas investigaciones datarían el origen de Obila en la segunda mitad del siglo I a. C. Según algunos historiadores Obila fue uno de los muchos asentamientos vetones en la provincia, junto con los castros de Sanchorreja, Berrueco, Mesa de Miranda, Las Cogotas, El Raso y Ulaca. El asentamiento de Obila cobraría importancia con la creciente romanización del territorio, en detrimento de otros castros situados en terreno montañoso. Los vetones dejaron vestigios de su poblamiento por toda la geografía de la provincia de Ávila, destacando las estatuas de piedra conocidas genéricamente como verracos.
Edad Antigua
Algunos historiadores apuntan que la actual ciudad de Ávila fue una fundación ex-novo de los romanos, quienes le darían la denominación de Abila, Obila, Abyla o Abela. La ciudad romana estaba formada por el actual casco viejo, la zona rodeada hoy día por las murallas. La antigua presencia romana en la ciudad se manifiesta a través del puente romano, la calzada y distintos mosaicos, que son algunos de los restos de esta época que han sobrevivido hasta la actualidad. La necrópolis romana estaba situada al este, más allá de la calle de San Segundo, de modo que en toda esa parte de la muralla se pueden observar piezas funerarias reaprovechadas como materiales de construcción: estelas, aras, miliarios, «verraquitos» y estelas y cápsulas cinerarias de granito, incrustados en los lienzos del muro oriental.
Inscripción dedicada a «G. Antonius Daugeti filius» empotrada en la muralla, junto a la Puerta del Alcázar
El mayor esplendor de la ciudad bajo dominio romano tuvo lugar en los siglos I y II d. C. En la economía de la ciudad siempre gozó de especial importancia la ganadería trashumante, en relación con las rutas que cruzaban la sierra de Gredos por el puerto del Pico y el de Tornavacas. En tiempos del emperador Constantino la ciudad de Ávila formaba parte de la provincia romana de Lusitania. La ciudad experimentó cierta decadencia a partir del siglo III, en el contexto de una crisis generalizada en la Hispania romana a raíz de las invasiones franco-alamanas y de cierto proceso de abandono de las ciudades, en favor de las villae, como los cercanos ejemplos de la El Vergel en San Pedro del Arroyo y Pared de los Moros en Niharra. Una epidemia de peste, iniciada alrededor de 250-252 d. C., diezmó a la población de la ciudad durante veinte años.
Edad Media
Etapa visigoda
Los primeros asentamientos visigodos en la península se realizaron de forma paulatina y en grupos reducidos a lo largo del siglo V y comienzos del siglo VI. Tras ocupar los visigodos en un primer momento la Galia —reino visigodo de Tolosa— posteriormente se extenderían por el territorio peninsular para terminar formando el reino visigodo de Toledo en el siglo VI, que perduraría hasta la invasión musulmana.
Los visigodos utilizaban la tierra para cultivar cereal y alimentar al ganado. Los principales testimonios de esta dominación visigoda en Ávila provienen de pizarras inscritas encontradas en distintos puntos de la provincia, entre las que destacan las de la localidad de Diego Álvaro. La importancia de Ávila en este periodo se debió a su carácter religioso, ya que se contó con la intervención de prelados de Abela en los concilios toledanos. Ávila fue sede episcopal durante la dominación visigoda. En el año 610 se dio preeminencia a la capital y a su obispo sobre todas las demás iglesias provinciales, en un decreto emitido durante el reinado de Gundemaro. Otra huella de la etapa visigoda en Ávila es el templo de Santa María la Antigua. Las crónicas registran que este monasterio fue fundado antes del año 687, y habría sido monasterio mixto —monjes y monjas— hasta la llegada de los árabes.
Invasión musulmana y Reconquista
No existen muchos datos de Ávila bajo dominio musulmán, cuyo nombre árabe fue Ābila (آبلة). En el año 714 la ciudad fue desmantelada por Tárik o por Muza, por lo tanto debe suponerse que en ese momento estaba amurallada. Lo único que parece seguro es que la ciudad se convirtió en un punto estratégico, siempre deseada por árabes y cristianos como enclave defensivo, y que los enfrentamientos por su posesión fueron permanentes. Hubo incursiones de varios reyes cristianos en la ciudad después de la ocupación musulmana, pero no llegaron a asentarse. Alfonso I llevó a cabo varias expediciones en territorio musulmán, en primer lugar en Galicia en el año 742 y posteriormente una campaña por el centro peninsular, en la que cayeron ciudades como Salamanca, León, Zamora, Segovia o la propia ciudad de Ávila. Las correrías de Alfonso I tuvieron como límite sur la sierra de Guadarrama. Estas campañas militares no tenían como objetivo la ocupación de las ciudades, sino la intención de destruir las defensas, recaudar botín y, aprovechando que los pobladores cristianos de la ciudad seguían al rey en su repliegue, obtener pobladores para las tierras ocupadas y guerreros para la defensa de los reinos cristianos.
Los campos eran talados, desmanteladas las poblaciones, las guarniciones sarracenas degolladas, los hijos y mujeres de los vencidos, llevados como esclavos y los cristianos mismos recogidos para poblar con ellos las comarcas de Cantabria, Álava y Vizcaya, menos expuestas a la invasión de los musulmanes.
—Enrique Ballesteros, 1896 (Ballesteros, 1896, p. 31)

Tras estas incursiones se suceden en Ávila tres siglos de los que se conocen pocos aconteceres. A partir del siglo VIII muchas ciudades de la meseta y el centro peninsular pueden considerarse dentro del llamado «desierto estratégico», donde se produjo un fuerte despoblamiento y que se convirtió en tierra de nadie, siendo escenario de las correrías de ambas fuerzas. En el año 785 la ciudad parece que ya estaba de nuevo bajo dominio musulmán, puesto que fue visitada por Abderramán I. Según cuentan las crónicas la ciudad fue tomada por Alfonso III —en campañas que llegaron hasta el Tajo— y su dominio fue asegurado tras la batalla de Simancas, bajo reinado de Ramiro II de León. La ciudad cayó de nuevo en manos musulmanas durante las campañas de Almanzor a finales del siglo X. El códice del beato de la catedral de Gerona del año 975 cita la ocupación e intentos de repoblación de la ciudad por el conde Fernando Flaínez, hijo de Flaín Éctaz, añadiendo que —aunque se consideraba una ciudad toledana— no habitaban en ella por aquel entonces ciudadanos musulmanes. Tras unos tímidos intentos de repoblación por parte del conde de Castilla García Fernández, en el año 1007 Abdelmelic Almudafar derribó sus murallas hasta los cimientos. Durante el reinado de Fernando I de León la ciudad estaba prácticamente destruida.
Repoblación y dominio cristiano
A finales del siglo XI Alfonso VI de León encargó a su yerno Raimundo de Borgoña la repoblación del centro de la península. Con el fin de proteger Toledo procedió a repoblar y cercar las ciudades de Salamanca, Ávila y Segovia.
Este momento constituyó también el punto de partida de un concejo o alfoz de enorme tamaño en torno a la ciudad de Ávila, que sobrepasaba las montañas del Sistema Central en su frontera meridional. En la repoblación intervinieron ciudadanos de origen navarro, franco, aragonés, mozárabe, vasco, cántabro y asturiano. Entre estos repobladores surgió el linaje de los Dávila, a partir de Ximén Blasco —gobernador de Ávila y fallecido en 1108— que vino a la ciudad junto a su hermano Fortún Blasco —futuro gobernador de Ocaña y fallecido en 1107— provenientes de Salas de Asturias, y cuyo linaje participó en la liberación de Cuenca, al mando de los ballesteros abulenses, y de Ocaña. Las crónicas citan 1092, una vez conquistada Toledo y celebradas las nupcias de Raimundo de Borgoña con Urraca —hija de Alfonso VI—, como año en el que se iniciaron los trabajos de reconstrucción de Ávila, sus murallas y el Templo del Salvador. Existe sin embargo cierta discrepancia en la actualidad en lo relativo a esta cronología tradicional de construcción de la muralla, al haber otros autores que datan la construcción de está bien entrado el siglo XII. El geógrafo hispano-musulmán al-Idrisi, en la primera mitad del siglo XII, no hace mención en su descripción de Ávila a las murallas, limitándose a describirla como «un conjunto de aldeas, pobladas por jinetes vigorosos y con abundante ganado».
Durante esta época se establecieron relaciones feudales entre campesino y señor mediante el establecimiento de contratos agrarios. Destaca una relativamente importante industria textil, que sin embargo no pudo competir con los paños flamencos e italianos. Durante la parte central del siglo XII, las milicias concejiles tomaron parte en varias expediciones de saqueo en ciudades del territorio musulmán —situado al sur del Sistema Central— como Sevilla o Córdoba al mando de caudillos como Muño Alfonso (alcaide de Toledo) o Sancho Jiménez «el Giboso». Por el año 1142 la tenencia de la ciudad corría a cargo de Rodrigo Fernández de Castro el Calvo. En 1162, como reacción a una sublevación en Salamanca, las milicias de Ávila —cuya tenencia estaba por aquel entonces gobernada por Manrique Pérez de Lara— apoyaron a los salmantinos e hicieron frente al ejército real de Fernando II de León en la localidad de Valmuza en una confrontación de la cual salió victorioso el monarca leonés. Posteriormente, habiéndose reconciliado Manrique con el monarca, el primero de estos falleció y su hermano Nuño Pérez de Lara llevó al heredero del trono castellano —Alfonso VIII— a Ávila, donde permaneció tres años.
Véanse también: La venganza de Nalvillos y Hervencias de Ávila.
Interpretación decimonónica del episodio de la Farsa de Ávila (1465) del ilustrador Marcelino de Unceta
Con el paso del tiempo el proceso de la Reconquista se desplazó progresivamente hacia el sur y Ávila quedó en un segundo plano. A pesar de esta pérdida de importancia, Ávila fue una de las diecisiete ciudades de la Corona de Castilla que continuó enviando procuradores a las Cortes durante los siglos XIV y XV, tras el recorte que hubo de aquellas a lo largo del siglo XV. Durante la primera guerra civil castellana se sabe que en 1367 la ciudad fue atacada por los ingleses, a causa del apoyo de Ávila a Enrique II de Castilla, y que ardieron algunas casas del arrabal de la ciudad. Durante la segunda guerra civil castellana (1465-1468) entre los partidarios de Enrique IV y su medio hermano, el infante Alfonso, el 5 de junio de 1465 tuvo lugar en Ávila el suceso de la Farsa de Ávila, en el que fue depuesto el rey Enrique IV en una ceremonia en la que se coronó al príncipe Alfonso.
Ávila fue una de las diecisiete ciudades de la Corona de Castilla —junto con Burgos, Córdoba, Cuenca, Guadalajara, Jaén, León, Madrid, Murcia, Salamanca, Segovia, Sevilla, Soria, Toledo, Toro, Valladolid y Zamora— con el privilegio —se consideraba como tal a pesar de los gastos que suponía— del derecho a voto en Cortes tras la reducción del número de estas por parte de los Reyes Católicos en 1480. Este conjunto de ciudades, con la excepción de Toro, acabaron configurando provincias actuales.
Ávila albergó una comunidad judía en la Edad Media. La primera referencia escrita que documenta la presencia de judíos data de 1144. A finales del siglo XIII, la población judía de Ávila era una de las más numerosas de Castilla. En 1375, los judíos de la ciudad fueron obligados a presenciar una disputa religiosa entre Juan de Valladolid y Moisés ha-Kohen de Tordesillas. Tras la expulsión de los judíos en 1492, la comunidad desapareció. En la ciudad existieron varias sinagogas hasta la expulsión. Algunas de sus propiedades fueron vendidas o subastadas en los años siguientes, y en 1495 la Corona concedió el solar de una de ellas al convento de la Encarnación, en la calle Lomo.
Edad Moderna
Durante el reinado de los Reyes Católicos, en la segunda mitad del siglo XV, y de Carlos I y su hijo Felipe II, ya en el siglo XVI, la ciudad volvió a renacer gracias a las idas y venidas de la corte. Ávila prosperó y la provincia fue testigo del nacimiento de varios personajes religiosos, escritores y consejeros espirituales como fueron Teresa de Cepeda y Ahumada —más conocida como Santa Teresa de Jesús—, nacida en la capital, y San Juan de la Cruz, que nació en la localidad de Fontiveros. Su concejo fue uno de los principales organizadores de la Guerra de las Comunidades y en ella se formó la primera Santa Junta.
A partir de finales del siglo XVI y comienzos del XVII la ciudad comenzó una larga decadencia y despoblación. El inicio de este declive se vio inscrito en la fase de dificultades que atravesaba el Imperio español, que arrastró consigo a Castilla. En 1599 una epidemia de peste se llevó consigo a casi el 12 % de la población de la ciudad. Por otra parte la expulsión de los moriscos dictada en 1609 por el monarca Felipe III afectó al 13,8 % de los habitantes de Ávila. Otros factores que incidieron en la decadencia de la ciudad fueron la caída en picado de la actividad textil y la gran cantidad de mendigos, amparados por el elevado número de instituciones benéficas existentes en la ciudad. En 1618 la ciudad contaba solo con 1500 habitantes, cantidad que aumentaría a los 4085 correspondientes al año 1752.
Ávila está en suma decadencia, y en gran parte se debe atribuir a que de tantos mayorazgos como tenía, apenas ha quedado un propietario residente en ella […] Todo está lleno de renteros y administradores, empeñados en subir hasta lo sumo la renta […] La Corte se ha sorbido infinitas familias de un siglo a esta parte, que hacían un gran papel […] pues tenían florecientes las haciendas que después abandonaron al manejo de apoderados.
Antonio Ponz, 1778 (Madoz, 1984, p. 3)
A finales del siglo XVIII tuvo lugar en Ávila la fundación de la Real Fábrica de Algodón, instalada en 1788 con capital estatal por los técnicos ingleses John Berry y Thomas Bilne. Sin embargo el proyecto fue un fracaso, ya que sus tejidos de algodón no encontraron una salida en el mercado y, tras una notoria falta de productividad, sería traspasada en 1799 para terminar estableciéndose en ella finalmente una fábrica de lanas.
Edad Contemporánea
La ciudad de Ávila fue saqueada por los franceses durante los días 4, 5, 6 y 7 de enero de 1809, por orden del mariscal francés Lefèvbre. Las tropas francesas desvalijaron varias iglesias de la ciudad, además de casas particulares, y tuvo lugar el incendio del matadero de la ciudad. A principios del siglo XIX las carreteras que comunican la ciudad con el entorno eran de muy mala calidad, aunque a mediados de siglo se mejorarían sustancialmente las que comunicaban a Ávila con Madrid —por El Espinar— y la del puerto del Pico.
A lo largo del siglo XIX la ciudad continuó con la decadencia y el estancamiento característicos de los siglos anteriores. Pascual Madoz la describió en 1845 como una ciudad «arruinada y tenebrosa». En 1864 el poeta Gustavo Adolfo Bécquer dijo de ella:
Casi perdida entre la niebla del crepúsculo y encerrada dentro de sus dentellados murallones, la antigua ciudad, patria de Santa Teresa, Ávila, la de las calles oscuras, estrechas y torcidas, la de los balcones con guardapolvo, las esquinas con retablos y los aleros salientes. Allí está la población, hoy como en el siglo XVI, silenciosa y estancada.
Gustavo Adolfo Bécquer, 1864 (Sanchidrián Gallego, 2007, p. 16)
Ávila en la segunda mitad del siglo XIX, por Antonio Bernardino Sánchez
Durante la Primera República, Ávila fue una de las ciudades en las que se extendió el movimiento cantonal, el manifiesto revolucionario sería firmado el 20 de julio de 1873. Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjo una lenta recuperación demográfica con la construcción del ferrocarril, lo que hizo de la ciudad un importante nudo en la línea de Madrid a la frontera francesa por Irún.
En 1936, tras el estallido de la Guerra Civil, la ciudad, al igual que la práctica totalidad de Castilla y León, pasó a formar parte rápidamente de la zona ocupada por las tropas sublevadas. En la ciudad de Ávila existió en el año 1936 un campo de concentración franquista, así como una base aérea de la Legión Cóndor.
Durante la dictadura franquista se intensificó el proceso de despoblación de la provincia que afectó, necesariamente, a la ciudad. En 1956 se instaló en la ciudad la fábrica de Fadisa, dedicada a la fabricación de furgonetas bajo licencia Alfa Romeo.
El 18 de marzo de 1977 Ávila incorporó a su término municipal los extintos municipios de Aldea del Rey Niño, Alamedilla del Berrocal, Narrillos de San Leonardo y Vicolozano; y el 25 de enero de 1977 a Urraca-Miguel y Bernuy-Salinero. En 1996 se fundó en la ciudad la Universidad Católica de Ávila.
La participación de Ávila en la sociedad española ha sido bastante reducida a lo largo del siglo XX. A pesar de ello la ciudad ha servido como lanzamiento para las carreras de diversos políticos de ámbito nacional. Ya en el siglo XIX, Mariano José de Larra obtuvo un escaño en las Cortes al presentarse por Ávila. Del mismo modo los expresidentes del Gobierno de España Adolfo Suárez —que fue elegido en 1967 procurador en Cortes en Ávila— y José María Aznar —que salió elegido diputado en las Cortes por Ávila en 1982—, así como los exministros Agustín Rodríguez Sahagún, Agustín Díaz de Mera y Ángel Acebes, también comenzaron su andadura política en la ciudad.
En diciembre de 2004 hubo un atentado de la banda terrorista ETA en la ciudad, al estallar una pequeña bomba de 1 kg de amonal en los aseos de una cafetería abulense de la calle Reyes Católicos, que causó daños materiales en dicho establecimiento y en otro comercio aledaño.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81vila