Tiene una deuda millonaria con ARCA por una estafa, empezó a vender panchos gourmet para pagarla y es furor

Tiene una deuda millonaria con ARCA por una estafa, empezó a vender panchos gourmet para pagarla y es furor

Débora se viralizó en redes luego de contar la situación que atravesaba. A partir de entonces, tuvo clientes de distintas localidades de la provincia que se acercaron a probar las 16 variedades que ofrece. Su pancho de 1,20 metros y el pan rojo son la marca de su éxito.

A la salida de un boliche, un recital o simplemente de paso camino a casa. El pancho es ese alimento que tan simple y sencillo, para chicos y grandes, que tiene la facilidad de que podés comprarlo y seguir de largo, que está presente en bares, casas de comida rápida y hasta kioscos.

Débora lo sabía y también lo necesitaba. Su situación financiera la había llevado a innovar, a buscar alternativas para generar ingresos y recordó, casi como un sueño, esa vez que su papá la llevó a comer un pancho brasileño. Ese día sintió que había viajado, que podía percibir el calor carioca bajo sus pies y quedó fascinada.

Es por eso que, muchos años después, ya adulta, madre y con muchas deudas, decidió que esa iba a ser su salida en medio de la desesperación.

A Débora, la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) la había intimado para pagar una deuda que tenía, que, con el correr del tiempo, se había transformado en millonaria. No solo la habían intimado, sino que ahora, directamente, le habían avisado que la iban a embargar.

Ese, finalmente, fue el puntapié para dar el salto y arrancar con la venta de panchos gourmet en su casa, como una alternativa y como una necesidad de salir adelante.

Una deuda con ARCA

En 2019, Débora abrió un pequeño local junto a su marido Leo luego de recibir una indemnización. Allí vendían pequeños electrodomésticos y habían establecido ese comercio como su principal fuente de ingresos.

Sin embargo, la situación de la pareja se complicó poco después. “En 2020 sufrimos una estafa con una tarjeta. Sumado a eso, teníamos una contadora que no había presentado la documentación correspondiente”, explicó la emprendedora a TN.

La venta de panchos comenzó en su casa hasta que se mudaron a un pequeño local. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN Videolab)
La venta de panchos comenzó en su casa hasta que se mudaron a un pequeño local. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN Videolab)

El problema comenzó cuando un cliente llegó al lugar con una tarjeta de crédito trucha. “Nos compró una PlayStation 4, dos joysticks y dos celulares. A raíz de ese monto -que en ese momento era de $93.000-, yo paso a responsable inscripto, porque en lo que representaba la parte de electrodomésticos nosotros éramos monotributistas para poder hacer pagos con tarjeta, créditos personales y todo eso se factura”, explicó.

El negocio continuó funcionando y años más tarde la pareja descubrió que nunca se había presentado el libro de IVA, un requisito clave por el cambio de categoría fiscal. “Para ese entonces tenía otra contadora, que fue quien me avisó sobre lo que estaban solicitando. Así que decido contactar a la anterior, presento ese libro de IVA y ahí sale una factura apócrifa”, agregó.

“Según me explicaron, un proveedor estaba como denunciado, yo no sabía y al pasar tantos años ARCA lo que hace es multarme: ahora no solo me pedía el IVA, las ganancias de ese periodo, sino que además a mí se me habían caído unos planes de pago porque en 2023 en mi negocio hubo una baja impresionante, estábamos en cero, o vivíamos o pagábamos deudas, entonces vivimos”, recordó Débora.

Previo a las complicaciones económicas, la pareja había decidido sacar un préstamo para construir su casa y otro para comprar productos para el local. “Veníamos pagando todo superbién y de repente hubo una meseta muy importante en las ventas, por lo que no pudimos pagar todas las deudas. Ahí mi contadora me avisa de la intimación de ARCA y que el monto había ascendido a $2.375.000. Yo no lo tenía, no tenía opción de pedirle plata a nadie, no podía pedir un préstamo porque ya los había pedido y estaba atrasadísima”, recordó.

Pensó alternativas, buscó un plan de pago que le resultó irrisorio: “En ese momento me ofrecían tres cuotas de $2 millones. Si yo no podía pagar la deuda total, ¿cómo iba a hacer para pagar casi el triple en tres partes? Ella me dijo que tenga cuidado y pague cuando pueda, pero nunca llegaba a juntar ese dinero», explicó.

La deuda quedó allí, estancada para ella, pero no para el organismo de recaudación. “Nunca me voy a olvidar de ese día que me estaba yendo al médico, contenta porque había pagado una de las tarjetas que tenía la obra social, cuando me llama mi marido y me dice que había llegado la notificación que decía que ARCA me está embargando las cuentas a mí y a él por una suma total de $16.500.000″.

“Fue una locura, nos acercamos a las oficinas, fui a hablar con un abogado porque la abogada que tenía mi caso se había ido de vacaciones, estaba en ‘Pampa y la vía’, así que fuimos a hablar y me dijeron: no tenés nada para hacer, acá tenés las boletas, pagá“, detalló la emprendedora.

En ese momento, finalmente, optaron por darle un plan de pago más acorde a una suma mensual que ella podía pagar. “Lo hice en 36 cuotas que me daba un total de $20 millones.Si vamos al caso, estoy regalando $16 millones, así que regalar cuatro más, pero hacerlo en cuotas, era preferible”, destacó.

La pancheria de Débora y su familia está ubicada en el barrio de Pontevedra. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN Videolab)
La pancheria de Débora y su familia está ubicada en el barrio de Pontevedra. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN Videolab)

La idea de un emprendimiento salvador

Si bien el proyecto de la venta de panchos había comenzado mucho antes de que explote todo, la realidad es que la deuda los terminó motivando para apostar directamente a eso como principal fuente de ingreso.

“Largamos el emprendimiento en marzo porque ante este problema de que estábamos en cero con el local -a veces estábamos todo el día y no vendíamos un cable- necesitábamos otro ingreso. Mi marido empezó a hacer repartos, pero yo tenía a mi nene de un año y medio, que hace ocho meses era muy bebé, para mí no era opción ir a trabajar a otro lado”, especificó.

Así surgió el recuerdo. “De muy chica había ido a comer un pancho de Brasil con mi papá y quedé enloquecida porque sentí que estaba en Brasil. Hace unos años se lo dije al pasar a mi marido y quedó ahí. Después, en un asado, se lo comenté a mi hermano y él dijo que era buena idea. Así empezamos a recorrer lugares y veíamos locales que intentaban hacer lo mismo. Hice algunas pruebas y quedó en eso. Al tiempo fuimos a una panchería y escuchaba que decían vengo de Tigre, de Pilar, de Haedo y yo pensé ‘vienen de todos lados acá, pero, ¿quién va a ir a mi casa?’”.

Un día surgió el tema en una sesión con la psicóloga, que fue una gran impulsora. “A mí me encanta cocinar y ella me dijo ‘vos sos muy creativa, te desafío a que hagas algo con esto que contás’. Así que cree un perfil de Instagram y una madrugada que no podía dormir empecé a hacer pruebas, a escribir, a googlear ingredientes de diferentes países y armar panchos”.

En medio del insomnio y de la ansiedad, Débora le escribió a su hermano con un anuncio: “ya tengo los panchos”.

“Empecé a probar diferentes sabores, recetas, hasta que di con lo que a mí me gusta hoy. Todo lo que hago yo es algo que probé mil veces y a mí me gusta. Todo es primera calidad y testeado por mí”, aseguró.

Así empezó la venta en su casa. El proceso, lento y con mucho sacrificio, lo compartió en sus redes y enseguida comenzó a viralizarse. Los comentarios y las reproducciones crecían todos los días y la gente quería saber más de ella y su innovadora manera de ofrecer panchos gourmet.

Al principio la venta se había establecido de jueves a domingos, con la ayuda de “los adolescentes”, los chicos de 15 y 16 años que viven con ella, quienes también la acompañaron en el proceso.

Pero con la intimación de ARCA, más que un deseo personal, la venta de panchos se convirtió en una necesidad. “La segunda cuota no la pude pagar, estaba desesperada y ahí dije ‘tengo que abrir todos los días’”, recordó.

Fue en ese momento cuando contó en redes que debía pagar $20 millones al organismo de recaudación y explotó todo. Las reproducciones eran cada vez más y la gente se acercaba a su casa a conocerla y acompañarla en el proceso.

En paralelo seguía abierto el local de electrodomésticos, pero sostener los permisos e impuestos de ambos lugares se le hacía imposible, así que decidieron dejar de lado ese emprendimiento y apostar todo a los panchos.

“Esto siempre fue un extra, pero la repercusión fue increíble. Empezó a llegar gente de Villa del Parque, Devoto, Caseros, González Catán, me mandaban mensajes que venían de La Plata, de Lanús, fue una locura”, señaló con entusiasmo la emprendedora.

Cada día, su local se llena de clientes que quieren probar los panchos. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN Videolab)
Cada día, su local se llena de clientes que quieren probar los panchos. (Foto: Juan Pablo Chaves/TN Videolab)

¿Y a futuro?

“Todos me preguntan en redes qué voy a hacer cuando pague: no tengo idea. La deuda termina el 15 de julio de 2028, nos queda un tramo enorme”, aseguró la joven entre risas. “Siempre hago el mismo chiste: si viene alguien hoy y me dice ‘tomá, acá tenés $20 millones, pagá’ la verdad es que no dejaría lo que estoy haciendo, esto es algo que disfruto mucho, acá nos divertimos, hacemos vivos todas las noches y también me ayuda a despejarme“, insistió.

La idea de la familia hoy es continuar con el proyecto y apostar más. “Muchos me preguntan por qué no vendo otra cosa que no sean panchos, pero yo quiero que me conozcan por esto, que venga gente de todos lados es una locura, que algo que hago yo guste, es un montón”, sostuvo.

“Espero poder pagar, la verdad es que de acá a tres años no sé qué va a pasar, puede que sigamos o que nos reinventemos como hicimos, pero lo único que quiero es estar tranquila”, completó Débora.

Su marca registrada

Worldogs (IG @worldogs.ponte) su proyecto, tiene su local en Avenida de la Unión 1982, Pontevedra. Débora y su familia ofrecen al público panchos gourmet de 16 variedades que se dividen por países: desde panchos argentinos, con provoleta y salsa criolla, a brasileños. También ofrecen papas fritas reversionadas, como las paraguayas que tienen una base de queso fundido con choclo, además de tequeños.

Pero la oferta no termina allí. Además, ofrece panchos de 45 centímetros, otros de 90 y hasta de 1,20 metros,todos con una particularidad: su especial pan de pancho rojo, la marca registrada de su sueño.

Fuente Tn