Amancio Ortega y su esposa Rosalía Mera comenzaron en 1975. El sigue activo, a sus 89 años, pero las riendas las pasó a su hija menor, Marta. La valuación de su holding Inditex es de 130.000 millones de euros.
Cuando Amancio Ortega inauguró junto a su primera mujer Rosalía Mera una tienda de venta de indumentaria en la calle Juan Flórez, en La Coruña, en mayo de 1975 ni siquiera imaginó que medio siglo después –con él mismo a sus 89 años y activo, aunque alejado de la gestión diaria- lo que era un simple negocio familiar se iba a transformar en un imperio: el mayor holding a nivel mundial en creación, distribución y comercialización de la industria textil.
Se cuenta que, al principio, quiso llamarla Zorba porque su película favorita era Zorba el griego, la famosa obra con Anthony Quinn sobre el libro de Kazantzakis. Pero así ya se llamaba un bar popular en La Coruña y, jugando con las letras, finalmente aceptó Zara: convirtió a Ortega en uno de los hombres más ricos del mundo. Y a su grupo empresarial en el número 1 de la economía española.
En las listas de Forbes de la última década, Ortega es un habitual del top 10 como Elon Musk, Bill Gates, Warren Buffet o Jeff Bezos, y ocupó el primer puesto en algún momento. Su fortuna personal alcanza los 120 mil millones de dólares, para la cual Inditex –la compañía en la que Zara es la locotomora- resulta la base. Pero en las últimas décadas y con idéntica agresividad, Ortega se diversificó al entrar al mercado inmobiliario.
Inditex es la mayor compañía de España en Bolsa con un valor de 150 mil millones de euros. Con casi 30 mil millones de facturación en el último ejercicio, Zara representa el 70% de Inditex, que también tiene otras marcas de indumentaria (Pulls&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarius, Oysho) y deco (Zara Home). Emplean a más de 160 mil personas y solamente Zara cuenta con tiendas en casi un centenar de países, aunque entre franquicias o venta online prácticamente está en todo el mundo.
Zara despuntó como una potencia a fines de los 70 y pasaría hasta una década hasta que Ortega emprendería su expansión internacional, sin temores: instaló la primera tienda neoyorquina sobre la avenida Lexington en 1989 y, de inmediato, otra en París junto a la Opera. El ingreso a la Bolsa al finalizar el siglo pasado le representó un ingreso extra e inmediato de 1.200 millones de dólares. De allí en más, fue imparable.
Ortega viene de Busdongo de Arbás, un pueblo de León, hijo de un ferroviario y una madre ama de casa. Pero desde chico vivió en La Coruña (Galicia) y no llegó a cursar estudios académicos ya que debía ayudar como repartidor en otras tiendas de venta de ropa y en una mercería llamada La Maja. Hasta que se decidió a poner su propio negocio.
“Aunque no tuvo esos estudios, contó con otras cosas. Intuición y buenos consejeros. Supo buscar y rodearse de la mejor gente que supiera de cosas de las que él no sabe, desde finanzas y sostenibilidad a robótica o tecnologías de la información”. Por ejemplo, para su idea de la velocidad del proceso –que las ideas de diseño llegaran rápidamente a la producción y a las tiendas- fue clave su conocimiento sobre Toyota en la industria automotriz. Los hombres que estuvieron a su lado como líderes de Zara fueron José María Castellano entre 1984 y 2005, y Pablo Isla hasta 2022. Ortega se retiró como CEO en 2011 y hoy la compañía es liderada por su hija menor, Marta Ortega.Amancio Ortega en 2012, un año después de retirarse como CEO de Zara/Inditex. EFE. A los 89 años, es una de las 10 personas más ricas del mundo.
“Las tiendas constituyen el corazón de Zara”, le dijo al diario El País. Ella sí recibió formación académica (Negocios, en el Reino Unido) pero también se fogueó en el trabajo de tiendas. Desde que asumió como presidenta de la compañía su prioridad fue la adaptación del negocio a los nuevos requerimientos digitales y a una apertura hacia el ambiente de la moda, hasta entonces distante. Diseñadores, modelos, fotógrafos, creativos o celebrities se incorporaron en distintas campañas, aunque las palabras marketing o publicidad no sean habituales en Zara (su departamento de marketing recién se instaló hace seis años y a fines del 2023 tuvieron que sortear fuertes críticas por una campaña que hacía alusiones al conflicto de Gaza)
El comercio electrónico ya representa casi el 30% de las ventas totales de Zara, una empresa que se estudia en las escuelas de negocios de su país. Allí resumen que “en 1985, Inditex se constituyó como holding, lo que sentó las bases de un sistema de distribución capaz de reaccionar con gran rapidez a las tendencias cambiantes del mercado. Ortega creó un nuevo proceso de diseño, fabricación y distribución que permitía reducir los plazos de entrega y reaccionar a las nuevas tendencias con mayor rapidez, al que denominó moda instantánea«.
Los Ortega –el padre primero, su hija ahora- le escapan a los medios y la figuración. Pero Marta aceptó algunas entrevistas por la celebración del medio siglo y dijo que “nuestro objetivo es mantener el modelo de negocio y ofrecer un producto y unas tiendas cada vez mejores, una experiencia para el cliente cada vez mejor. Nos queda mucho camino. Es verdad que somos grandes y llevamos 50 años, pero nuestro espíritu es el de una empresa joven con mucho potencial de crecimiento en todos los sentidos: no se trata de vender más, se trata de vender bien y crecer de una manera sana, no vender por vender. Queremos crecer en calidad. Somos grandes, pero seguimos siendo muy flexibles para reaccionar a lo que nos pide el cliente. Lo bueno nuestro es que en el día a día nos comportamos como una empresa pequeña”
La fortuna personal de Ortega, surgida a partir de aquel negocio en indumentaria, se expandió con su fondo global de inversión inmobiliaria, Pontegadea, que tiene oficinas corporativas en Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur, Italia, Francia y Canadá. Su hija mayor, Sandra, también aparece en la lista Forbes con más de 10 mil millones de dólares según la última lista. En su mayor parte, por la herencia. Pero también por sus inversiones en cadenas hoteleras y negocios turísticos. Aquí construyó sus propias polémicas: su intento de un complejo turístico en Portugal con una inversión de 200 millones de dólares recibió críticas de los ecologistas.
Fuente Clarin