La vitamina D es una vitamina liposoluble esencial para la salud humana. El organismo la obtiene principalmente a través de la exposición a la luz solar, aunque también se encuentra de forma natural en algunos alimentos.
El organismo humano aprovecha la vitamina D para regular la absorción de calcio y fósforo, esenciales para mantener huesos y dientes fuertes. También interviene en procesos como la coagulación sanguínea, la función muscular y el sistema inmunológico.
No deberían tomar suplementos de vitamina D:
- Personas con niveles normales de vitamina D en sangre.
- Aquellos con hipercalcemia (exceso de calcio en sangre).
- Pacientes con insuficiencia renal, ya que podrían acumular niveles tóxicos.
Ventajas de tomar vitamina D diariamente:
- Fortalece los huesos y previene la osteoporosis.
- Reduce el riesgo de fracturas en adultos mayores.
- Apoya la función muscular y el equilibrio.
- Promueve un sistema inmunológico saludable.
Riesgos de tomar vitamina D en exceso:
- Hipercalcemia (niveles elevados de calcio en sangre).
- Cálculos renales y problemas renales.
- Náuseas, vómitos y pérdida de apetito.
- Debilidad muscular y fatiga.
Alimentos ricos en vitamina D:
- Pescados grasos (salmón, atún, caballa).
- Huevos.
- Hongos expuestos al sol.
- Leche y productos lácteos fortificados.
(Imagen Ilustrativa Infobae).
Cómo saber si a un niño le falta Vitamina D
La deficiencia de vitamina D en niños puede tener consecuencias significativas en su desarrollo físico y emocional.
Este nutriente esencial desempeña un papel crucial en la absorción de calcio, necesario para el fortalecimiento de huesos y músculos, así como en el funcionamiento del sistema inmunológico y el equilibrio emocional. La detección temprana de esta carencia puede marcar una diferencia importante en la salud de los menores.
De acuerdo con Sportlife, la vitamina D no solo es fundamental para el desarrollo óseo, sino que también influye en la función cerebral y en la recuperación muscular, aspectos que son clave para el bienestar general. Sin embargo, la falta de este nutriente es una condición que a menudo pasa desapercibida, ya que sus síntomas pueden ser sutiles y confundirse con otras afecciones. Entre los signos más comunes se encuentran el dolor en los huesos y la debilidad muscular, que suelen localizarse en la espalda, las caderas o las piernas, dificultando la movilidad y las actividades cotidianas.
Otro síntoma frecuente es una sensación persistente de agotamiento que no mejora con el descanso, lo que puede afectar la productividad y la calidad de vida de quienes lo padecen.
Por Mariana L. Martínez
Fuente: infobae.com