José Mujica, el revolucionario que esquivó la locura en la cárcel y se alzó como símbolo de austeridad mundial

José Mujica, el revolucionario que esquivó la locura en la cárcel y se alzó como símbolo de austeridad mundial

Exmilitante de la organización Tupamaros, permaneció 12 años en una cárcel como rehén de la dictadura en Uruguay. Los inicios de sus ideas de austeridad, una fuga de película y el encuentro con Lucía Topolansky.

Cuando José Mujica asumió la presidencia de Uruguay en 2010 un detalle no pasó desapercibido: el regimiento del Ejército que custodiaba la Asamblea Legislativa durante la ceremonia de investidura era el mismo que lo había arrestado casi 40 años antes. En ese momento Mujica, que asegura haber esquivado «la locura» durante los doce años que estuvo encarcelado, todavía no sabía que esta experiencia forjaría su carácter y definiría su futuro como líder político.

Conocido por su vida austera, sus definiciones sobre la libertad y la contracara del consumismo o su oratoria, Mujica murió este 13 de mayo a los 89 años. El expresidente uruguayo será recordado por su incansable lucha por la justicia social y los derechos humanos.

Pero su legado no puede entenderse sin conocer su paso por la cárcel, un período de 12 años cargado de condimentos cinematográficos: allí fue sujeto a condiciones extremas que lo empujaron a los rincones más oscuros de la mente y le dieron parte de la sabiduría de austeridad por la que es famoso a nivel mundial.

Pepe Mujica 20240710
José «Pepe» Mujica, expresidente de Uruguay y una figura icónica de la política latinoamericana, falleció hoy a los XX años.

En ese tiempo turbulento también participó de la fuga más contundente de presos políticos de la que se tenga registro a nivel mundial. Y, dato no menor, fue cuando conoció a una militante política de ojos castaños, Lucía Topolansky, quien se convertiría en su compañera de resistencia, de encierro, de vida y finalmente de gobierno.

«Estuvimos siete años sin leer un libro y mucho tiempo para pensar. Descubrimos que o logras ser feliz con poco e ir liviano de equipaje -porque la felicidad está dentro tuyo- o no logras nada», dijo Mujica, en una de las tantas oportunidades que reflexionó sobre su paso por la cárcel.

«Al borde de la locura»: cómo fue el paso de Pepe Mujica por la cárcel

Corría el año 1973 cuando «Pepe», un carismático militante del Movimiento de Liberación Nacional «Los Tupamaros», fue detenido al igual que decenas de sus compañeros. Eran tiempos oscuros en Uruguay, cuando la violencia política era moneda corriente tocando un punto álgido con la implementación de la dictadura cívico militar (1973-1985), a cargo de Juan María Bordaberry.

En un país que enfrentaba la represión estatal de organizaciones guerrilleras, Mujica se convirtió en uno de los llamados «rehenes» del régimen, junto a otros miembros del movimiento, como Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. Los tres fueron expuestos a condiciones extremas, a menudo en solitario y sometido a tratos inhumanos.

Pepe Mujica cuando estuvo preso en los 70 20240827
Pepe Mujica fue encarcelado en 1973 y durante doce años.

Las autoridades utilizaron a estos prisioneros como fichas de negociación con la organización armada, que iba cediendo en los actos de resistencia a medida que detenían a sus líderes. Y, en ocasiones, los mantuvieron en confinamiento extremo para evitar su escape.

Mujica relató en más de una ocasión que las condiciones eran tan duras que se les privaba de la luz natural y de las visitas, llevando a algunos al borde de la locura. «Fue una época muy difícil. Uno aprende a vivir con lo mínimo, a sobrevivir con lo esencial«, dijo Mujica en una entrevista posterior.

«Nos trataban como animales, pero no lograron quitarnos la dignidad. Fue entonces cuando me di cuenta de que la libertad no es solo un estado físico, sino un estado mental», reza otra de sus repetidas frases. En su caso, además, la situación era aún más desesperante por las heridas de bala que habían dañado sus intestinos.

Uno de sus reconocidos compañeros de encierro, Mauricio Rosencof, poeta, novelista y dramaturgo, fue uno de esos rehenes y testigo de las condiciones inhumanas a las que fue sujeto junto a Mujica.

«Durante años, solo podíamos comunicarnos tecleando código morse en las paredes de nuestras celdas», recordó en una entrevista. Agregó además que a los rehenes solo se les permitía usar el baño una vez al día. Orinaban en sus botellas de agua, esperaban a que el sedimento se asentara y bebían el líquido restante, ya que el agua era escasa.

Pepe Mujica cuando estuvo preso en los 70 20240827
Los exguerrilleros tupamaros: José “Pepe” Mujica, Mauricio Rosencof e Adolfo Wassen Jr.

«El Abuso»: la épica fuga de Mujica del penal de Punta Carretas

En septiembre de 1971, Mujica fue parte de una de las fugas carcelarias más audaces de la historia de Uruguay y que alcanzaría fama mundial. Desde el penal de Punta Carretas, 111 presos políticos, incluyendo a Mujica, lograron escapar a través de un túnel cavado con herramientas improvisadas.

Esta fuga masiva, conocida como «El Abuso«, se convirtió en una leyenda y un símbolo de resistencia en la historia de Uruguay, en un momento en el movimiento Tupamaros estaba en retirada frente al aparato represivo estatal.

Sin embargo, la libertad fue efímera. En los meses siguientes, la mayoría de los fugitivos, incluido Mujica, fueron recapturados y llevados de vuelta a la cárcel. La represión se intensificó y las condiciones de encarcelamiento se volvieron aún más severas para los detenidos. Pero para Mujica, esta experiencia solo reforzó su convicción de lucha y su compromiso con los ideales de justicia social.

De la rebeldía a la resistencia «con dignidad»: el encuentro con Lucía Topolansky en la cárcel

Fue durante estos años oscuros cuando Mujica conoció a Lucía Topolansky, una compañera de lucha que también era miembro de los Tupamaros. Topolansky, conocida en el movimiento por su actitud aguerrida, había sido capturada en 1972.

Desde el penal, se convirtió en una figura clave organizando a las mujeres detenidas y promoviendo actos de solidaridad y resistencia. Esa actitud, cargada de valentía y determinación, impresionaron a Mujica y ambos entablaron una relación que combinaba el amor romántico con el compromiso político..

«Pepe y yo nos conocimos en medio de la tormenta, cuando todo parecía perdido. La cárcel nos enseñó a valorar las pequeñas cosas, a resistir con dignidad y a nunca perder la esperanza. Nos teníamos el uno al otro y eso era suficiente para seguir adelante», mencionó la expresidenta de Uruguay, Lucía Topolansky, al recordar esos años de cautiverio.

José
Pepe Mujica y Lucía Topolansky, dos rebeldes que llegaron a gobernar Uruguay.

Desde entonces, relación entre Mujica y Topolansky se mantuvo sólida a lo largo de los años de prisión y después de su liberación a fines de los ochenta. Se casaron en 2005 y convivieron 20 años además de los 12 que permanecieron separados en el encierro. Juntos, construyeron una vida basada en la austeridad y el servicio público, renunciando a los lujos que consideraban innecesarios.

Para ellos, la política no era un medio para alcanzar poder, sino una herramienta para mejorar la vida de sus conciudadanos, algo que predicaban con el ejemplo desde su chacra en Montevideo. Ideales que sostuvieron cuando alcanzaron la presidencia de Uruguay bajo el sello del Frente Amplio, el 1 de marzo de 2010.

«El regimiento del ejército que nos había arrestado a los dos hace guardia en el edificio de la asamblea legislativa», dijo Topolansky en aquel entonces al tomarle juramento, evidenciando un símbl. «Nuestros amigos estaban allí, riéndose y gritando: ‘¡Ya era hora de que te honren!'», agregó.

José

La cárcel como «universidad» y el mensaje de austeridad

En 1985, con el fin de la dictadura militar en Uruguay y el retorno a la democracia, Mujica, Topolansky, y otros prisioneros políticos fueron liberados gracias a una amnistía general. Este momento marcó un punto de inflexión en la vida de Mujica, quien decidió canalizar sus experiencias de sufrimiento y resistencia hacia una carrera política, pero esta vez desde las urnas y no desde la clandestinidad.

«Salimos de la cárcel con el compromiso de construir una sociedad mejor, de luchar por la democracia y la justicia social,» expresó Mujica tras su liberación.

Mujica nunca dejó de recordar sus años en prisión. A menudo describía esos días como una «universidad» que le enseñó lecciones de vida que nunca olvidaría. «La cárcel me enseñó el valor de la libertad y la importancia de luchar por lo que uno cree», solía decir. Su estilo de vida austero, caracterizado por su pequeña finca en el campo y su negativa a vivir en el palacio presidencial, fue un reflejo de esa experiencia.

José
El estilo de vida del expresidente Mujica y su prédica por la austeridad lo hicieron famoso a nivel mundial.

«Pepe nunca dejó de ser un campesino en el fondo», señaló un amigo cercano y antiguo compañero de lucha. «Llevaba consigo las cicatrices de su tiempo en prisión, pero también la sabiduría y la humildad que solo alguien que ha conocido la oscuridad puede tener».

Su trayectoria política posterior, que culminó en su elección como presidente de Uruguay en 2010, fue una continuación de esa promesa, reflejada en sus discursos en contra del consumismo exacerbado, símbolo de la época del capitalismo financiero, incluso en foros internacionales donde más de uno lo conoció como «el Nelson Mandela de América Latina», por las semejanzas de historias de lucha con la del expresidente sudafricano.

«Esto no es apología de la pobreza sino de la sobriedad. Como inventamos una sociedad consumista y la economía tiene que crecer porque sino es una tragedia importamos una montaña de consumos superfluos. Lo que estamos gastando es tiempo de vida. cuando tú compras algo, no lo compras con plata, sino con el tiempo de vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Con una única diferencia: la única cosa que no se puede comprar es la vida, la vida se gasta. Es miserable gastar la vida para perder la libertad«, es una de las enseñanzas que dejó el expresidente uruguayo.

Fuente Perfil