Arequipa es la capital de la provincia y departamento homónimos, así como la segunda ciudad más poblada del Perú.
Desde el punto de vista político, es la sede oficial del Tribunal Constitucional y es considerada como la «Capital Jurídica del Perú». La ciudad también es conocida como La Ciudad Blanca o el León del Sur.
Está ubicada en la región sur del país, la ciudad se extiende a ambas orillas del río Chili, en el denominado valle de Arequipa o valle del Chili, el cual está protegido al norte y al este por la faja cordillerana andina y hacia el sur y oeste por las cadenas bajas de cerros costeños. La proyección censal para el año 2023 estableció una población de 1 157 500 habitantes. Su área metropolitana la conforman veintiún distritos conurbados.
El lugar donde se asienta la ciudad fue fundado el 15 de agosto de 1540. En aquel entonces, se le denominó «Ciudad de la Asunción de Nuestra Señora Del Valle Hermoso de Arequipa». El 25 de septiembre de 1541 a través de una Cédula Real dictada por el monarca Carlos V pasó a denominarse con los títulos de «La Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima». En el periodo virreinal, adquirió importancia por su sobresaliente papel económico y por su fidelidad hacia la Monarquía Española.
Es la segunda ciudad más industrializada y con mayor actividad económica en Perú. La actividad económica de la ciudad en el 2015 representó un PIB de 9445 millones de dólares estadounidenses y un PIB per cápita de 18 610 dólares estadounidenses en valores nominales. Dentro de la actividad industrial destacan los productos manufacturados, la producción textil de lana de camélido, la producción y comercialización de concentrados de cobre y molibdeno. La ciudad mantiene estrechos vínculos comerciales con Chile, Bolivia y Brasil. Está conectada por medio del ferrocarril del Sur con el puerto de Matarani y las ciudades de Cusco y Puno.
A inicios de la vida republicana del país, la ciudad asume una gran importancia política y económica. Representó durante el siglo XIX y XX una especie de contrapeso al poder centralizador limeño fungiendo como una especie de «segunda capital». La ciudad ha sido foco de rebeliones populares, cívicas y democráticas; así como también cuna de sobresalientes figuras intelectuales, políticas y religiosas del país. Arequipa protagonizó más de siete levantamientos o revoluciones desde la independencia hasta 1850 y albergó la sede del gobierno del país en dos ocasiones. Durante el golpe de estado de Salaverry, el presidente de la república Orbegoso instaló su gobierno en la ciudad desde el 13 de enero de 1835. Durante el conflicto armado con Chile, el presidente Lizardo Montero declara a Arequipa el 31 de agosto de 1882 como la capital del Perú y convoca un Congreso Nacional el 28 de abril de 1883.
En el año 2000, la Unesco reconoció las 332 hectáreas del casco histórico de Arequipa como «Patrimonio Cultural de la Humanidad». El patrimonio histórico y monumental que alberga y sus espacios escénicos y culturales la convierten en una ciudad receptora de turismo nacional e internacional. En dicha zona histórica destaca la arquitectura religiosa virreinal y republicana producto de mezcla de características españolas y autóctonas. Estas características dieron lugar a una escuela estilística arquitectónica propia denominada «Escuela Arequipeña» cuya influencia irradió hasta Potosí.
Toponimia
Sobre el origen del nombre «Arequipa» existen varias hipótesis. Mientras algunas tienen bases históricas que rozan con la leyenda, otras se fundamentan en estudios geográficos, arqueológicos y lingüísticos más rigurosos.
Hipótesis puquina
La ciudad, antes de la llegada de la población aimara, estaba densamente poblada por los Puquinas. El principal núcleo urbano fue Kasa-Patak en Tingo, descubierto el 16 de noviembre de 1942. Según esta hipótesis, gran parte de la toponimia de la región proviene de raíces puquinas, lo que sugiere que «Arequipa» podría tener un origen similar.
Los primeros habitantes nombraron «Are-quiapi» (en puquina) a la región dominada por los volcanes Misti y Chachani. A través de estudios de Bernardo Málaga, se observó que muchas palabras aimaras y quechuas derivan del puquina. Sobre las otras versiones, se sostiene:
«Los nombres acomodativos de Ari-quepa que en lengua aymara significa: «Detrás de la Cumbre» y el de Are-quepay, quechua, que se traduce: «Sí, quedaos acá», cuando en realidad no existía pueblo importante en la campiña arequipeña ni ésta ofrecía el panorama espléndido que ahora le caracteriza, hay razones poderosas para afirmar que dichas etimologías, aymara y quechua, no corresponden a la realidad de los hechos constatados por la arqueología.»
Leyendas
Según una leyenda, el inca Mayta Cápac permitió a sus súbditos asentarse en el valle del Chili al decirles «Ari qipay» o «Are quepay» (en quechua: «Sí, quedaos»). Esta versión fue registrada por el padre Calancha y traducida por J. Ignacio Gamio.
Otras versiones
El padre Blas Valera, citado por Inca Garcilaso de la Vega, propuso que el nombre original proviene de un término aimara, «ari qquepan» o «are quepa». Esta versión sugiere que el nombre se refiere a un caracol marino usado como trompeta bélica.
El historiador Ernst Middendorf postuló que el nombre proviene del aimara «ari qhipaya» o «ariq qipa», que se traduce como «detrás del pico», en referencia al volcán Misti.
Elementos identitarios
Escudo
El escudo de armas de Arequipa presenta una figura destacada: un grifo que sostiene en su mano una bandera con la inscripción «Carlos V» o «Del rey». Este escudo fue otorgado a la ciudad el 25 de septiembre de 1541 mediante una Cédula Real emitida por el monarca Carlos V.1
El tradicionalista peruano Ricardo Palma, en su libro Tradiciones Peruanas, ofrece una perspectiva sobre la disposición y significado de los elementos en el escudo. Basándose en un cronista con profundos conocimientos heráldicos, Palma en la tradición titulada «El ahijado de la providencia», cita al cronista de la siguiente manera:
«Nada entendido en heráldica el demócrata que esto escribe, atiénese a la explicación que sobre tal alegoría da un cronista. Dice que la inscripción de la bandera expresa la posesión que el rey tomó de Arequipa y que al colocar aquélla, no bajo los pies, sino en la mano del grifo, quiso el monarca manifestar su aprecio por la ciudad, no pisándola como a vasalla, sino dándole la mano como a favorecida. Si hay quien lo explique mejor, que levante el dedo.»
Ricardo Palma, Tradiciones Peruanas
Bandera
La bandera de la ciudad presenta el escudo de la ciudad sobre un fondo carmesí. El color del estandarte, sin embargo, fue objeto de discusión entre historiadores en la década de 1940. En aquel entonces diversas publicaciones científicas de historiadores propugnaron zanjar dicha controversia. Finalmente, los historiadores Francisco Mostajo y Víctor M. Barriga ratificaron de manera contundente el color carmesí del estandarte. La ratificación iba en contraposición al color azul, reconstruido por el historiador Víctor Benavente, y que coincidía con el color usado en las actividades deportivas por la ciudad.
El 2 de septiembre de 1940, Francisco Mostajo, mediante un oficio dirigido al alcalde de la ciudad insiste en su posición acerca del color del estandarte. Basa sus afirmaciones en el «Acta de la jura del Rey Carlos III» del 11 de agosto de 1788. El 23 de septiembre del mismo año, el padre Víctor M. Barriga, a través del diario católico «El Deber» publica un documento que contiene una descripción del estandarte real de Arequipa hallada en el «Acta de 3 de septiembre de 1789». Ambos documentos ratifican que el color del estandarte de la ciudad es carmesí y que sus origen se remonta al estandarte de origen colonial.
El estandarte es descrito como se cita:
«Para la celebración de las fiestas reales de proclamación y jura del rey don Carlos IV, había mandado el Ilustre Cabildo hacer con anticipación un nuevo estandarte de terciopelo carmesí, con los escudos de Arreas Reales y de la Ciudad, guarnecido de sobrepuesto de oro, el cual estaba asido de una asta primorosamente labrada, rematando ésta en una lengüeta de espolón, desde cuya garganta pendían dos cordones de seda carmesí con sus borlas, que hacían primoroso juego. Un dosel, paños de sitial, cojines y sobrebancas con flecos y rapacejos de oro.»
Juramento, proclamación y fiestas populares que hicieron celebrar en esta ciudad el Intendente D. Antonio Álvarez y Jiménez y el Alférez Real D. Manuel Flores del Campo en homenaje al Rey
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Arequipa