Si bien no es éste un dicho muy difundido entre nosotros, su explicación merece ser incluida en esta selección, debido a que -de acuerdo con su significación- podría adaptarse perfectamente a las características de nuestra sociedad, sobre todo en nuestra época colonial.
Aldaba es el nombre de la pieza de metal abatible que se instalaba (todavía hay casas que la tienen) para llamar por medio de la percusión, lo que nosotros denominaríamos un «llamador». Pues, aunque hoy este elemento ha caído en desuso debido a los cambios experimentados en la construcción de los modernos edificios y sólo se lo utiliza como motivo suntuario y decorativo, en el pasado era un adminículo inseparable de toda puerta principal de la vivienda, es decir, que no se concebía una casa de familia sin su correspondiente aldaba en la puerta. Y cuanto más caprichosas y artísticas eran sus formas, más distinguida era la mansión. El refrán primitivo dice a tal casa, tal aldaba, expresando precisamente esa idea de preeminencia que establecía la presencia de ese objeto. Del mismo modo, el dicho tener buenas aldabas, en el lenguaje coloquial significaba que esa familia contaba con amistades poderosas cuya influencia podía aportar, en determinadas circunstancias, protección o favores invalorables.
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