Abrazo de oso

La Oxitocina, clave para ser mas felices.  La ciencia avala que un simple gesto como un abrazo tiene una serie de importantes ventajas para nuestro cuerpo y nuestra mente.

Los abrazos son una poderosa expresión de confianza y afecto y nos proporcionan una serie de placeres, a través de la liberación de oxitocina.

Los abrazos reducen el miedo a la muerte

En una serie de estudios sobre el miedo y la autoestima publicados en la revista ‘Psychological Science’, los investigadores demostraron que los abrazos y el contacto físico reducen significativamente el miedo a la muerte.

En uno de ellos, los participantes fueron abordados mientras caminaban por un campus universitario y se les entregaba un cuestionario. Aquellos que recibieron un contacto ligero por parte del investigador, reportaron menos ansiedad por la muerte en el cuestionario que aquellos que no habían sido tocados. Esta investigación sugiere que el tacto juega un papel beneficioso en proporcionar consuelo y tranquilidad a las personas que están deprimidas.

Los abrazos pueden disminuir los antojos de alimentos. A menudo comemos por nuestras emociones, en vez de por hambre. Comer envía oxitocina a las áreas ricas en dopamina del cerebro, haciéndonos sentir placer y relajación. Esto ayuda a explicar por qué comer puede actuar como un relajante que imita los sentimientos de consuelo que obtenemos de amigos y familiares cercanos.

«Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos para mantenernos y doce abrazos para crecer»

La oxitocina, que nos aporta sentimientos de confianza y generosidad y que reduce el estrés y la ansiedad, también se libera por contacto físico e interacciones con otras personas. Así, mejorar nuestras relaciones puede tener un impacto positivo en la pérdida de peso, ya que aumentamos la segregación de oxitocina en nuestro organismo y eso reduce los antojos de alimentos.

Los abrazos aumentan la vinculación y fortalecen las relaciones.

Los expertos afirman que un simple abrazo puede ayudar mucho a mantener relaciones sanas y felices con los demás. Para las parejas, el abrazo ayuda a cerrar la brecha entre lo que sucede en el dormitorio y lo que sucede en la vida cotidiana. Mantiene la intimidad que se produce al hacer el amor y asegura que las parejas se sientan emocionalmente conectadas entre sí.

El abrazo aumenta la autoestima, especialmente en los niños. El tacto y el olfato son los dos sentidos más importantes en los bebés, y un bebé reconoce a sus padres por el tacto y por el olor. Desde el momento en que nacemos, el contacto con nuestra familia nos muestra que somos especiales y amados, siendo una de las estimulaciones más importantes que pueden facilitar el desarrollo infantil.

Esta asociación entre la autoestima y el tacto permanece incrustada en nuestro sistema nervioso de adultos. Los abrazos nos recuerdan el afecto que recibimos cuando éramos bebés y, por lo tanto, nos conectan con nuestra capacidad de amor propio.

Los abrazos hacen que los músculos se relajen. 

Al igual que tras un masaje relajante, que tiene beneficios mentales y físicos (menor frecuencia cardíaca, menos cortisol, músculos menos tensos), los abrazos nos confieren la capacidad de relajarnos y recargarnos, lo que resulta en un estado emocional más feliz y un sistema inmunológico mejorado.

El aumento de los niveles de oxitocina promueve el optimismo y la autoestima, elevando nuestra «escala de felicidad»

Los abrazos aumentan la empatía y la comprensión.

La oxitocina también tiene otros beneficios, como el aumento de la sensación de empatía. 

Los abrazos aumentan la felicidad. Otro estudio   demostró que el aumento de los niveles de oxitocina promueve el optimismo y la autoestima, elevando nuestra «escala de felicidad». De hecho, los estudios estiman que el 50 por ciento de nuestra felicidad es genética, el 10 por ciento se ve afectada por nuestro medio ambiente y el cuarenta por ciento está determinado por cómo nos alimentados.

Los abrazos pueden ayudar a tratar el insomnio y la ansiedad

Existe en el mercado un tipo de manta de gran peso y que se moldea al cuerpo imitando un abrazo caliente. El cuerpo responde como si estuviera recibiendo contacto físico, y el cerebro libera serotonina, haciendo que el sistema nervioso se relaje. Con el sistema nervioso relajado el cuerpo es capaz de caer en un sueño más profundo, más reparador.

Los abrazos nos enseñan a dar y recibir.

El abrazo es un acto recíproco; damos y recibimos. Nos muestran que el amor fluye en ambos sentidos, estamos abriéndonos al campo de energía de otra persona y construyendo una relación de confianza.

«Siempre el cuerpo nos brinda información y es precisamente desde ahí, que nos interrelacionamos como especie»…

Me das un abrazo?

Malvina Mierez – Ricardo Labrone / NeuroEntrenadores de @grupo.ciemec