Pastillas de humor

Una viejita va al supermercado y pone en su canasta las latas más caras de comida para gatos. Ya en la caja, le dice a la cajera:
Yo sólo compro lo mejor para mi gatito.


Ojo con lo que se dice
Una profesora universitaria estaba acabando de dar las últimas informaciones a sus alumnos sobre el examen final que harían al día siguiente. Terminó diciendo que no habría excusas para quien no acudiese al examen, a menos que se tratase de un accidente grave, enfermedad o muerte de algún pariente próximo.
Un gracioso que estaba sentado al fondo de la clase preguntó con ese típico aire de cinismo:
– De entre esos motivos justificantes… ¿podemos incluir el de extremo cansancio por actividad sexual?.
La clase explotó en risas mientras que la profesora aguardaba pacientemente a que todos se callasen. Entonces ella miró al payaso y le respondió:
Eso no es un justificativo para no venir, pero como la prueba será tipo selección múltiple usted puede venir y escribir con la mano que no tenga cansada…, o puede usted contestar de pie, si es que le duele al sentarse.


Los médicos y sus prácticas
La carrera de Medicina es particularmente impactante el primer año en el que los estudiantes hacen sus primeras prácticas con cadáveres. Esta parte del estudio está considerada como un verdadero «filtro» ya que muchos no soportan la experiencia.
Estaba el docente explicando en su primer día a los noveles estudiantes el modo de realizar su trabajo y les dice:
– Para hacer una autopsia, hay dos elementos básicos: el primero es no tener ninguna repugnancia y dominar cualquier sensación de asco.
Dicho eso, el profesor introduce un dedo en el ano del muerto y luego lo chupa. A continuación pide a los estudiantes que hagan lo mismo.
Los rostros se contraen de asco, dos de los alumnos se desmayan, otros toman sus libretas de apuntes y salen del salón.
El resto, con un rictus indescriptible en el rostro empiezan a realizar tan asquerosa acción y se escuchan las arcadas y las descomposturas generales.
En medio del caos generado, el docente prosigue…
– El segundo elemento fundamental para un futuro médico y es bueno que lo desarrollen al máximo es un sentido muy agudo de observación… si se fijan yo metí el dedo anular, pero me chupé el dedo índice…



Estas mujeres…
Estaban charlando Lola, Manuela y Josefa.
Cuando empiezan con las intimidades, Lola confiesa:
«Cuando me pongo cachonda, al venir Paco del trabajo le bajo el cierre del pantalón, le meto la mano, lo palpo y le digo: ‘¡Paco, qué calentitos tienes los huevos … !’ y ahí nomás el Paco se me viene al humo y nos pasamos una noche de frenética pasión.»
«Pues ese es exactamente el mismo método que utilizo yo con Jesús. Y con el mismo resultado», dijo Manuela.
Josefa escuchaba con gran atención y preguntó:
«Y no falla nunca?».
«Nunca!», le respondieron sus amigas.
Se despidieron y a los tres días se volvieron a encontrar. Josefa vino rengueando, con un ojo morado, dos dientes menos y la cara hinchada y llena de moretones.
Lola y Manuela se alarmaron:
«¡Hija de Dios! Es que te ha agarrado el bus?»
«No; lo que pasó fue por seguir los consejos de ustedes dos. Cuando llegó mí Ramón hice como me enseñaron: le bajé el cierre, le metí la mano debajo del pantalón, lo palpé y le dije:
«¡Ramón, qué calentitos tienes los huevos; igual que el Paco y el Jesús!’… y me cagó a patadas.»


La cajera le responde:
Lo siento, pero no podemos venderle comida para gato sin que compruebe que tiene un gato. Muchos ancianos compran comida para gatos y luego, por necesidad, ellos mismos se la comen. La gerencia necesita una prueba de que realmente usted tiene un gato.
La anciana se va a su casa, toma a su gato, lo mete en un maletín y regresa al supermercado para comprobarlo. Le venden las latas.

El dia siguiente, la misma viejita va al súper y compra 12 galletas para perro. La cajera le exige la prueba de que tiene un perro, aduciendo que muchos ancianos llegan a comerse la comida para perro. Frustrada, la viejita va a su casa y regresa con su perro; al fin, le venden las dichosas galletas.
Un día después la señora regresa al súper, y lleva una pequeña caja con un hueco en la tapa. Al entrar, se acerca a la cajera y le pide que meta un dedo en el hueco de la tapa. La cajera dice:
No… quizá usted tenga ahí una serpiente.
La anciana le asegura que en la caja no hay algo que muerda. Entonces, la cajera mete el dedo… e inmediatamente lo retira y le grita a la viejita:
¡ESTO ES MIERDA!
La viejita, con una sonrisa de oreja a oreja, le dice a la cajera:
Es cierto, querida. Y ahora…
¿PUEDO COMPRAR CUATRO ROLLOS DE PAPEL 


Un hombre vuelve de un viaje de negocios, un día más temprano de lo previsto. Es tarde y toma un taxi.
Cuando está llegando a su casa  le pregunta al chofer si quiere ser testigo de lo que va a encontrar, ya que piensa que su mujer lo engaña y que en este momento está con su amante.
El chofer acepta ser testigo, a cambio de 100 lucas.
Entran sin hacer ruido, abren silenciosamente la puerta del dormitorio, el marido enciende la luz y corre de un tirón las frazadas de la cama. Y tal como lo imaginaba descubre a ambos, mujer y  amante a galope tendido . Fuera de sí  saca su pistola y coloca el caño en la sien del amante, pero la mujer grita :
-No no dispares, no dispares por favor !!! Te mentí ! Nunca recibí una herencia de mi tía !!
Fue él quien pagó la 4 x 4 que te regalé, nuestro yate, también nuestra casa en el lago, nuestras vacaciones y el colegio de los niños. Hasta paga nuestras expensas !
El marido, fuertemente impactado por esa revelación, baja la pistola, se vuelve hacia el taxista y le pregunta:
-Y Ud. en mi lugar, qué haría ?
– yo volvería a taparlo rápidamente…, no sea cosa que se resfríe!!! 


La AFIP en la sinagoga

Una vez concluido el año fiscal, la AFIP envió un inspector para auditar los libros de una sinagoga, para verificar bien lo que habían declarado en sus gastos.
Mientras el inspector iba observando los comprobantes que le presentaron, giró hacia el rabino y le dijo :
– Observo que compraron un montón de cirios. ¿Qué es lo que hacen con los restos de cera que gotean?
– Buena pregunta -dijo el rabino. Las vamos guardando y las devolvemos al fabricante y de vez en cuando ellos nos envían gratis una caja de cirios.
– ¡ Oh !, respondió el inspector, algo decepcionado con que su insólita pregunta hubiese tenido una respuesta tan buena, pero continuó con sus odiosas maneras.
– ¿Qué me puede decir sobre sus compras de galletas? ¿Qué hacen con las migajas?
-¡Ah, sí! – respondió el rabino, dándose cuenta de que el inspector estaba intentando ponerle en un aprieto con su absurda pregunta.   … las recogemos y las devolvemos a los fabricantes y de vez en cuando, nos envían gratis una caja de benditas galletas.
-Ya veo- respondió el inspector, estrujándose el coco para ver como podía sacar de quicio al sabelotodo del rabino.
–  ¡ Bien rabino ! y entonces, ¿qué es lo que hacen con los prepucios que  van quedando de las circuncisiones que llevan a cabo?
– Pues aquí tampoco desperdiciamos nada – respondió el rabino.  
Lo que hacemos es irlos guardando y enviarlos a la AFIP y de vez en cuando, una vez al año más o menos, ellos nos envían un choto entero a hacer preguntas.