Torcida brasileña

Dr.Amor:

Soy oficinista y trabajo en una empresa de servicios, con oficinas en Capital Federal. Hace unos dos meses, vino a trabajar con nosotros Carlinho, un joven brasileño muy simpático. Desde que llegó nos contagió su alegría y su estado de ánimo, que es el del buen humor y las ganas de danzar y gozar. Y desde que comenzó el mundial, lo vive con mucha pasión y cada vez que gana su equipo, sale a festejar con sus amigos brasileños que viven aquí en Buenos Aires.

En cambio, yo soy una persona muy tranquila -para muchos- «aburrido». Lamentablemente, entre los problemas económicos y mi soledad, no encuentro muchas cosas que me hagan feliz. Tengo 45 años, soy soltero y es muy poco lo que salgo. Por ende, me cuesta conocer alguna mujer que pueda compartir un grato momento conmigo. Es más, y con vergüenza les comento que no recuerdo cuando fue que tuve relaciones sexuales óptimas. Lamentablemente, en la oficina somos casi todos hombres, y las dos chicas que hay -una es secretaria y la otra es la recepcionista-, opinan que soy un boludo. Por todo esto, es que Carlinho insistió tanto, pero tanto para que fuera a uno de los bares donde se reúne parte de la colectividad brasileña, que me dije: «Ramón, capaz que la pasás bien…» y acepté. Fuimos al barrio de Palermo y nos encontramos con varios amigos de mi compañero brasileño. En el bar todo era música, baile y tragos. Caipiriña va, caipirosca viene, mininas danzando, negros grandotes alzándolas, todo era medio un descontrol. Y la música te lleva, acompañado de alguna copita, a bailar también. Las bellezas cariocas comenzaron a subirse al mostrador, a las mesas, a los altoparlantes y a todo mueble que estuviera arriba. Allí bailaban a un ritmo frenético. Con vestimentas sexualmente atractivas, dejaban ver sus partes más deseadas. Era una fiesta de lujuria, pasión, alcohol y sexo. No lo podía creer. Estaba rodeado de mujeres hermosas, bellas y que no tenían problema por nada. Estaba bebiendo alcohol y lo más sorprendente, ¡bailaba y me divertía!. Todo era juerga y alegría. Por allí se veía como algunos se besaban, otros se desnudaban los torsos -hombres y mujeres- y otros desaparecían detrás de algunos sillones. «¿Solinho garoto?» me dijo una morocha despampanante, que tomó una de mis manos. «S…..s…í……., va…….mnnno…….he……s….síí..» respondí con la claridad de conceptos que me caracteriza. Y comenzamos a bailar. Ella bailando, me apretaba y refregaba sus pechos por mi cara, mientras yo le tiraba champagne en su escote. Todo era un descontrol. Baile va, caipiriña viene, tocadita va, franela viene, besito va, manotazo viene, y se pudrió todo. Fue muy grande la excitación que tenía en ese momento. Y creo que a ella le pasaba lo mismo, porque me dijo: «Voce quiere ir detrás de los silloncinhos? Y ahí fuimos. Apartando unas camperas y sacos que estaban tirados en el suelo, ella comenzó a sacarse la blusa. Mientras desesperado rápidamente me baje los pantalones -con los calzoncillos incluídos-, a la espera de que ocurriera lo tenía que ocurrir. Ella me tomó fuertemente el miembro, haciéndome estallar. «Esto es para vos…» le dije con voz de macho. Y ella me dijo: «Eu tamben tengo algo pra voce…» Y se levantó la pollera y se bajó la bombacha.
No volví más a ese bar. Carlinho me pregunta en la oficina que pasó y no me atrevo a contarle.
Doctor, la minina de esa noche, la que se bajó la bombachita, se llamaba ROBERTINHO.
Por favor, un comentario.

Ramón de Buenos Aires. Argentina


Respuesta del DR AMOR:

Querido Ramón:

«Voce abusooooo,……sacó pachido de mi, abusoooo……..» ¡Qué mal que le hace esto al fútbol!» . Lamentamos mucho lo que te ha ocurrido. Justo el día que te habías decidido a pasarla bien, a divertirte, te ocurre esto. ¡Qué macana! Justo que parecía que habías encontrado una jaulita donde posar tu pajarito, resultó ser «El Cóndor pasa». Pero debemos destacar que los brasileños en su tren de jodones, alguna vez, también se deben comer algún «garroncinho». Pero es muy importante tu actitud. No te dejes desanimar. Fuiste, chupaste, bailaste y te divertiste. Casi te comés un taruguelli, pero en definitiva te demostraste a vos mismo que si querés, podés. (divertirte, no lo otro) Y lo importante en esta vida es la actitud. Debes ser positivo, debes pensar más en vos, como un hombre valedero, con sentimientos, que puede dar y recibir amor. Así que, Ramoncito, dale pra frenchi, que alguna garota va a hacerte feliz.
Y si no la encuentras, recordá que a ese bar, siempre va Robertinho……….-así nos contaron-.
«Voce,…..abusooooooo………., sacó partidinho de mi, …..abusoooooo……».

Dr. Amor