Los neumáticos del futuro

El concepto de la rueda se reinventa con nuevas tecnologías, avanzando en el área de desempeño y ecología, esta vez, con un neumático que no necesita aire.

Desde hace algunos años, se han venido desarrollando a través de distintas marcas, un nuevo concepto en neumáticos que podría revolucionar la industria. De modo bastante objetivo, sería como volver atrás. Las ruedas inicialmente eran estructuras rígidas con una lámina de goma adherida en el exterior, muy simple, ahora los ingenieros volvieron a algo tan básico como eso, pero con avanzada tecnología.

La evolución de los neumáticos ha sido lenta y las grandes innovaciones sucedieron hace años, primero fue la volcanización, luego la cámara inflada, le siguió el neumático radial y finalmente algunas innovaciones en el campo de los pinchazos.

Hoy, el tema de la evolución volvió a la mesa de la mano de Bridgestone, presentando su versión de los neumáticos sin aire (hace un tiempo lo hizo Michelin con su “Tweel”), que básicamente es una estructura interna (llanta) recubierta con una estructura termoplástica que reemplazaría al aire en su función de amortiguador que finalmente se adhiere a la banda de rodaje.

Este concepto permitiría que el elemento sea completamente reciclable y eliminaría el riesgo de pinchazos a cualquier velocidad, además de requerir casi una nula mantención y eliminar la variación de presión según la temperatura de las ruedas actuales. También permitiría en su uso deportivo, disminuir y prácticamente anular los riesgos en curvas o situaciones de alta exigencia, evitando la probabilidad de un desmontaje espontáneo en curvas. Por ahora el concepto está desarrollándose en áeras como la militar o de construcción, además de la NASA que lo está probando para sus vehículos de exploración, pero aún no existe una versión para “todo uso” para el público general.

Sus desventajas son el costo (por ahora muy alto), su compleja implementación (por los cambios en las fábricas y en las líneas de distribución) y eventualmente el peso, que sería mayor al de una rueda convencional actual.

En su fase de desarrollo queda por comprobar la duración de la flexibilidad del material, su resistencia en situaciones extremas y en distintos tipos de uso, incluyendo el deportivo, ya que en teoría, si el elemento amortiguador pierde su propiedad con el uso, la banda de rodaje se hará más grande y aumentará el consumo del vehículo, pero por ahora nos queda esperar para responder esas incógnitas.

El diseño, aún en desarrollo, permite imaginar un futuro mejor y más amigable con el medioambiente.