Frase propia del argentino medio, por la que expresa que el favor o servicio que acaba de hacernos está fuera de toda «tarifa oficial» y el precio lo está pensando en ese mismo momento.
Con lo cual, mientras transcurre ese tiempo, a los clientes nos corre un escalofrío por todo el cuerpo, hasta que sepamos cuánto nos va a cobrar. Con el tiempo, la locución comenzó a usarse ya en tono festivo, para dar a entender que no hay plata que pudiera pagar tal servicio, y de hecho, no se cobra nada.
Fuente: http://www.ciudad-real.es/varios/dichos/y.php